Me encantaba tu sentido del humor, afilado e irónico.
Bromeabas sobre todo.
Siempre me hacías sonreír, pasase lo que pasase.
Nunca tuviste miedo a la muerte.
Nunca.
Asimilaste todo con una rapidez impresionante. Lo único que te entristecía era alejarte de mí.Fue en esta época, cuando mis sentimientos hacia ti eran confusos, creo que a ti te pasaba lo mismo; te quería de una forma rara, no podía considerarte una hermana, tu eras para mí algo más. Pero dejemos de momento este tema, ya hablaremos de él.
Lo primero que hicimos fue alquilar una furgoneta, esa típica furgoneta hippie, con una cama acoplada al maletero y amarilla (¡como no!).
Sinceramente, todo era demasiado surrealista, parecía una película.
Cogimos el coche y nos fuimos ha tirarnos en paracaídas.
Siempre me río al recordarlo. Becca, ¡estabas muerta de miedo! Aunque sólo fue al principio.
Cuando nos subimos en el helicóptero que nos llevaría a lo alto de los cielos, tú apretabas mi mano con fuerza.
A medida que íbamos cogiendo altura, tu miedo se fue esfumando. Seguíamos dadas de la mano, aunque ya no me la presionabas.
Cuanta más altura cogíamos, más te reías.
"¡Quiero lanzarme ya!"
Me decías.
Si te soy sincera, tenía miedo, pero al verte a ti, sonriendo, me tranquilizaba.
Pasaron unos minutos (que para mi fueron eternos), y nos tiramos.
Al principio, sentías como caías y era un poco horrible. Pero, pasado un tiempo, tenías la sensación de estar volando.
Fue increíble, Becca.Al recordar todo esto siento una gran tristeza; te echo tanto de menos...
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Confesiones para Becca.
Short StoryTú, me cambiaste. Becca, te echo tanto de menos...