Estábamos de la mano cuando decidimos que era hora de viajar a algún lugar lejano y de paso, robar un bar de carretera.
Para matar no dos, si no tres pájaros de un tiro, nos fuimos a Estados Unidos.
Podría pasar años y años contando todo lo que vivimos, y lo que sentimos...
Pero no me voy a enrollar.El bar que robamos estaba en una carretera totalmente perdida de Texas.
Teníamos que ir con cuidado porque las armas eran legales, y no era buen plan robar a un hombre enfadado con una escopeta.
Pero, el destino nos sonrió una vez más y fuimos a parar al mejor sitio que pudimos encontrar.
Nos pusimos unos pañuelos tapándonos la cara, cogimos las dos pistolas de mentira (bastante realistas), y entramos en el bar gritando.
El único ser viviente que había, era un viejete gordo y colorado con cara de pocos amigos.
Se sorprendió un poco al vernos, pero siguiendo nuestras instrucciones, metió el dinero de la caja en la mochila que le dimos.
Cogimos la mochila y nos marchamos corriendo y gritando de alegría.
Ya en el coche hicimos recuento de nuestras gananzas.
23,37$
Para ser la primera vez no estaba nada mal.
Me encantó ese día Becca.
Ahí fue cuando lo empecé a sentir.
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Confesiones para Becca.
Short StoryTú, me cambiaste. Becca, te echo tanto de menos...