XI

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Mirarte a los ojos era como perderse en medio del mar.
Podía tirarme mirándolos horas y horas.
A ti eso te ponía muy nerviosa.

Pasó una semana y media y ya nos habíamos aburrido de U.S.A.
Así que nos fuimos a las Islas Griegas.
Nos quedamos en una pequeña y muy bonita isla.
En esos cuatro días fue cuando me di cuenta de que estaba perdidamente enamorada de ti.

Estábamos alojadas en una pequeña casita blanca, al pie la playa, en una cala oculta. Es decir, todo lo que se podía pedir.
Te había crecido el pelo a una velocidad  increíble, lo tenias por encima de los hombros, y era negro como el carbón.
Tus pequitas te daban un aspecto de duende que me encantaba.
Becca, eras la mujer mas guapa del mundo.

En esos días recuerdo que eras pura electricidad.
Cada vez que te daba la mano o te tocaba saltaban chispas.
Yo en esa época sabia que estaba enamorada de ti, pero de lo que no estaba segura era de que si tu amor me correspondía.
Tenía miedo. Miedo de poder perderte, pero no había mucho tiempo, así que me arriesgué.

Confesiones para Becca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora