capitulo 3

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Serena se quedó petrificada. Ni siquiera opuso resistencia cuando Darién la sacó del vehículo y se dirigió con ella hacia la pista de aterrizaje.

-No puede ser. No puede estar casado -exclamó ella aturdida-. Yo soy la única esposa de Diamante.

-Su boda fue una farsa -replicó él con frialdad-. El sacerdote era falso. Y, lo más importante, usted, señorita Tsukino... es una farsante.

Al llegar al pie de las escalerillas, Darién la obligó a subir al avión y a entrar en la cabina, donde fueron recibidos por el comandante y el copiloto. Los guardaespaldas se dirigieron a los asientos de la parte de atrás.

-Estamos listos para el despegue cuando usted lo ordene, señor -dijo el comandante muy respetuosamente.

Una azafata morena se hizo cargo del chaquetón de Darién, mientras otra azafata pelirroja le ofrecía unas bebidas que llevaba en una bandeja de plata.

Serena oyó el sonido estruendoso de la puerta del avión cerrándose herméticamente.

Darién dio las gracias a las dos azafatas, tomó una copa de champán de la bandeja y se acomodó en el amplio sillón de cuero blanco situado en la primera fila del avión.

-¿No quiere usted una copa de champán, señorita Tsukino? -dijo con indiferencia, volviéndose hacia Serena.

Al ver que no respondía, le dirigió una sonrisa irónica y dio al comandante la orden de despegar.

El comandante y el copiloto entraron en la cabina de control dispuestos a ultimar los preparativos, y las azafatas se dirigieron a los asientos posteriores del avión.

Serena observó al extraño. Hacía apenas una hora, ella también estaba tomando champán en el lujoso salón del castillo de su marido, durante la fiesta de su boda. Diamante la había estado mirando todo el rato con una sonrisa cariñosa.

¿Cómo podía ser posible que todo hubiera sido una mentira?

No, no podía ser cierto.

-Está usted muy equivocado con Diamante -le dijo Serena-. Él nunca cometería...

-¿Bigamia?

-¡No use esa palabra tan horrible, por favor!

-Tiene razón -replicó él con frialdad, apurando la copa-. No se puede hablar de bigamia, dado que la boda con usted fue sólo una farsa de principio a fin.

-¡Se equivoca!

-¿Usted cree? ¿Firmó usted algún documento? -preguntó él al tiempo que observaba la reacción de Serena, que por primera vez se daba cuenta de que en efecto no había firmado ningún documento, ningún acta matrimonial, ningún impreso, nada-. Black hacía años que no ponía el pie en Suecia. Ninguno de sus amigos de aquí sabía nada de su primer matrimonio. El sacerdote que celebró la ceremonia era un simple actor en paro de Estocolmo.

-No es posible -dijo ella.

Serena recordó entonces que el sacerdote le había parecido demasiado joven y apuesto, como un galán de culebrones de la pequeña pantalla. Había llegado incluso a la ingenua conclusión de que todos los suecos debían ser tan rubios y atractivos como Diamante.

¿Era posible que hubiera algo de verdad en todo aquello?

-¡No! -exclamó Serena rotundamente-. ¡Diamante no se habría acercado a mí aquel día en el café de San Francisco si hubiera estado casado!

-¿Está segura?

-¡Sí! ¡Él no sería capaz de hacer una cosa así! El matrimonio es algo para toda la vida. La fidelidad y el amor son la base de todo.

La Novia Raptada (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora