capitulo 11

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Serena se ruborizó al escuchar sus propias palabras. Pero al final las había dicho. Había conseguido expresar lo que su corazón le había estado pidiendo toda la noche desde que se había quedado sola en aquella enorme cama.

Sabía que Darien no rompería su promesa. Si ella quería que la besara, tendría que pedírselo.

Él se volvió hacia ella y acunó su cara entre las manos, mirándola con pasión.

-Si te beso -susurró él-, no me contentaré con un beso, querré más.

Ella no había pensado en eso. Sólo sentía un deseo irrefrenable de que la besara en seguida.

Era una locura, se dijo Serena. Pero su cuerpo hacía ya tiempo que había dejado de escuchar los consejos sensatos de su mente.

-Romperá tu relación con Diamante para siempre -le dijo él en voz baja.

- ¿Crees sinceramente que eso me importa?

-Espero que no. Es más, lo deseo fervientemente -respondió él, acariciándole el cuello con las yemas de los dedos-. Pero... quiero que estés convencida de ello. Luego ya no habrá vuelta atrás.

Ella pudo ver el deseo en el brillo de sus ojos azules y en el jadeo de su voz. Podía sentir su pasión en la piel con cada una de sus caricias. Sintió entonces un estremecimiento bajando por su cuerpo, desde los lóbulos de las orejas, al cuello y los pechos hasta los lugares más sensibles e íntimos de su feminidad.

-Bésame -repitió ella.

Cerró los ojos y esperó con los labios entreabiertos, mientras sentía el soplo cálido de la brisa del mar sobre su piel.

Sabía que esa aventura no podría durar mucho. Pero pensó que, si no encontraba nunca el amor verdadero en un hombre, al menos no se iría del mundo sin haber experimentado el placer, aunque sólo fuera por un instante.

-Quizá solo te mueva el resentimiento y el deseo de venganza que sientes en tu corazón por haberte visto traicionada.

No era verdad. Diamante era lo último que pasaba por su mente en ese instante.

- ¿Tú no querrías vengarte si alguien te traicionase?

-Sí -respondió él sin pensárselo dos veces-. Pero tú eres diferente. Tienes buen corazón. La venganza no va contigo. Te sentirías mal y yo no quiero que sufras, ni hacerte daño.

-Tú no puedes hacerme daño. Yo nunca volveré con él.

-Eso es lo que piensas ahora -dijo él acariciándole las mejillas-. ¡Cielo santo! Me cuesta tener que decir esto, pero... no creo que hayas tenido muchos amantes. Perdóname, pero creo que tenemos una idea diferente de lo que es una relación sexual. Me temo que cuando te acuestas con un hombre, haces el amor no sólo con su cuerpo, sino también con el corazón.

-No tengo ni idea, no sabría qué decirte -replicó ella conteniendo una carcajada-. Pero creo que eso que dices no es más que una hipótesis.

- ¿Qué? -exclamó él sorprendido-. ¿Qué quieres decir con eso de que no tienes ni idea?

Serena tenía las mejillas al rojo vivo. Le iba a resultar humillante.

Pero él tenía que saberlo.

-Te vas a reír de mí cuando te lo diga. Le va a parecer una estupidez a un hombre como tú. -Darien frunció el ceño comenzando a sospechar lo que se ocultaba bajo aquellas palabras.

-Pero Serena. No me irás a decir que eres...

-Sí, soy virgen.

-Pero, ¿cómo es posible? ¡Una mujer tan hermosa como tú!

-Y lo que es aún peor -dijo ella suspirando-. Eres el primer hombre que me ha besado.

- ¡No! -exclamó él, poniendo las manos en sus hombros y mirándola fijamente a los ojos.

-Por eso Diamante me preparó esa falsa boda, porque no quería besarle hasta que estuviésemos casados. Apenas le dejé que me diera un beso en la mejilla durante la ceremonia.

- ¿Y ahora? -preguntó él, con las manos aferradas desesperadamente a sus hombros.

-Ahora quiero que me beses -dijo ella echando la cabeza hacia atrás.

- ¡No lo hagas por venganza! -exclamó él-. Me dijiste que querías un amor que durase toda la vida. No creo que eso fuese posible a mi lado. Yo no soy de ese tipo de hombres que llegan a casa después del trabajo esperando que su mujer le tenga preparada la cena en la mesa.

-No me importa.

- ¿Es que no lo entiendes? Probablemente tendré que canjearte por Hotaru.

-Lo sé.

-Entonces, ¿en qué demonios estás pensando?

-Estoy cansada de esperar a un marido. Empiezo a pensar que quizá no exista y quiero empezar a disfrutar de la vida. Aquí y ahora... A menos que, después de todo, no me desees... Me has dicho que amas a Hotaru. Sería poco honorable por tu parte tener una aventura con otra mujer a sus espaldas. La estarías traicionando.

-Yo no soy honorable -replicó él, que seguía sujetándola por los hombros-. Pero estás muy equivocada. Hotatu no es mi amante y nunca lo ha sido.

- ¿Entonces... ella no es...? -balbuceó la chica.

-Mis sentimientos... por Hotaru son más bien... de naturaleza... familiar -contestó él pronunciando cada palabra como si le costase...

- ¿Familiar? -exclamó ella confundida-. ¿Cómo qué? -Preguntó ella y luego añadió, al ver que él no respondía-: ¿Es tu prima? ¿Tu sobrina?... Porque creo que no es lo bastante joven para que pueda ser tu hija -él apretó los dientes y desvió la mirada-. No vas a decírmelo, ¿verdad?

-No -respondió él.

- ¿Porque le prometiste que no lo harías?

Él asintió ligeramente con la cabeza.

Así que ella no era su amante. Era alguien de la familia. Hotaru era un miembro de su familia, o al menos así era como él se sentía. El corazón de Serena se iluminó de pronto. Lo miró a los ojos.

-También me prometiste a mí que me besarías si te lo pedía -dijo ella, acariciándole la cara con la mano-. Pues bien, ahora te lo estoy pidiendo. Bésame, bésame.

-Muy bien. De acuerdo. Que el cielo me ayude.

Posó su boca sobre la suya y la besó de forma ardiente y apasionada. Presionó su cuerpo contra el suyo, besándola tan profundamente, que ella casi se quedó sin aliento, henchida de placer. Sintió la dureza de su virilidad sobre ella, y la robustez de su cuerpo mucho más fuerte y grande que el suyo. Ya no tenía miedo. Con las manos enredadas en su pelo, le devolvió el beso mientras jadeaba de placer e inclinaba hacia atrás el cuello.

Él la besó en el cuello, al tiempo que sus manos se deslizaban sobre la fina tela de su vestido, murmurando palabras de deseo que ella no pudo oír con claridad, pero que de alguna manera sintió en su cuerpo. Tomó sus pechos con sus manos y comenzó a mordisquearle el cuello y los hombros. Ella sintió como si un fuego ardiente recorriera su cuerpo, y se estremeció.

- ¿Tienes frío? -le preguntó el, mirándola a los ojos.

Sin esperar respuesta, la levantó en brazos, llevándola desde las frías sombras de la terraza hacia la soleada zona de la playa. La tendió dulcemente sobre la arena cálida y blanca y se tumbó a su lado. Inclinó la cabeza a un lado y la besó. Luego se puso sobre ella apretándola con su cuerpo. Al sentir su peso, ella sintió un intenso calor quemándola por dentro.

Apoyado en sus musculosas piernas, se quitó la camiseta negra y la dejó en la arena. Luego hizo ademán de quitarle a ella la blusa que llevaba encima.

Ella puso su mano sobre la suya.

-No -susurró ella, tomándole la mano-. Aquí no podemos...

- ¿Por qué no? -dijo él.

-Pero...

-Este sitio es nuestro.

La besó, y sus labios fueron tan persuasivos y los movimientos de su lengua tan atrevidos, que ella no pudo negarle nada. Se sometió humildemente a su deseo, sin darse cuenta siquiera de que él le iba quitando lentamente el vestido mientras la besaba.

Luego, deslizó las dos manos por debajo del bikini, acariciándole los pechos y frotándole los pezones con las yemas de los dedos. Con un par de movimientos le soltó los tirantes y arrojó el bikini sobre la arena junto a la blusa.

Serena se dio cuenta entonces de que estaba tendida en la arena, completamente desnuda. Cerró los ojos cuando él se dispuso a quitarse los pantalones cortos.

Luego sintió su cuerpo fuerte y duro como el acero sobre el suyo y sus piernas musculosas. Le separó los muslos mientras la besaba. La chica pudo sentir de inmediato entre las piernas la dureza y tamaño de su miembro mientras le acariciaba los pechos y los pezones con las manos.

La Novia Raptada (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora