Capítulo 6: 3er Inning.
Troté hasta el jardín central, colocándome donde estaba parado James hace unos segundos y me quité el guante unos momentos para ajustar mi coleta.
Es extraña la manera como las cosas cambian y la oportunidad que esperaba desde pequeña se presenta ante mi. Como las chismosas que son, de seguro querrán saber el porqué de mi obsesión con el baseball, ¿no?.
Pues, no sé si llamarle a esto un significado profundo o solo un simple significado, pero eso dá igual, les contaré.
Cuando era pequeña, mi abuelo paterno fué quien me enseñó a jugar baseball. Con casi 70 años, el tipo estaba muy bien cuidado y tenía bastante vitalidad, gastando muchas de sus tardes en prácticas de bateo con Chris y conmigo en el patio trasero.
Aún me acuerdo de aquélla vez, cuando tenía 8 años y estaba a mitad de un juego con él y mi hermano. Recuerdo que era mi turno al bat y Chris me estaba fastidiando, así que al momento de batear, con la rabia encendida dentro de mí, golpeé la pelota con tanta fuerza que rompí la ventana de la cocina. Enseguida el abuelo escondió el bat y el par de guantes por ahí para luego tomarnos a cada uno por la muñeca y salir corriendo en dirección al parque, antes de que mamá saliera y nos castigara a todos, incluído él.
Había despertado mi pasión por el baseball desde que me enseñó unos cuantos trofeos que tenía desde sus años en la universidad y me contaba lo emocionantes que eran los partidos en los que había participado en aquél entonces. Al verme tan interesada en ese deporte le pedí que me enseñara a jugar, así como lo hacía con Chris, y él, más que contento, accedió; iniciando con lo que sería mi motivación desde los 5 años: Querer llegar a ser tan buena como él algún día.
El abuelo Roger fué mi entrenador de baseball durante toda mi infancia... Pero cuando yo tenía 11 años, un paro cardíaco lo atacó en la cocina mientras mi hermano y yo estábamos en la primaria, el único que se encontraba en casa para socorrerlo era mi padre, quien hizo todo lo que pudo para reanimarlo cuando la ambulancia estaba de camino a casa, pero todos sus intentos fueron en vano y al final murió, a los 75 años.
Y esa, chismosas mías, es la gran historia de "La razón de el porqué Arianna Parker se convertirá en un demonio si no entra al equipo." Un título largo, lo sé, pero me funciona.
Obviamente no tengo la intención de hacer un berrinche de niña malcriada si no entro al equipo, pero esa sería más o menos la reacción interna de alguien a quien le frustran su gran sueño.
Aunque de igual manera estoy segura de que voy a entrar al equipo al final de toda esta prueba innecesaria.
No sé, pero creo que hacerle ese out al rubio me subió el ego.
El chico emo entró al campo y tomó el bat mientras el entrenador se acercaba a él y le explicaba exactamente que era lo que tenía que hacer, desde mi posición pude ver como Miller hacía con su mano una especie de ola y luego de un asentimiento por parte de Ben, se retiraba para empezar con el juego.
¿Que mierda significaba eso?
Realmente me aburre tener que explicarles lo que hicieron el catcher y el pitcher por tercera vez, así que saltaré a la parte en donde Ben batea la pelota y hace un Home run.
Esperen. ¿Un Home run?
Había salido corriendo hacia donde se suponía que iba la pelota, pero me detuve a mitad del campo al notar que la pelota había subido tanto que iba a terminar fuera del campo. ¿De qué servía un Home run si era imposible que hicier- Oigan.
La pelota está bajando...
¡Mierda, está bajando! ¡No es un Home run! ¡Corre, idiota, corre!
Corrí como desgraciada hacia el final del campo, tratando de mantener la vista en la pelota lo más posible y calculando que ésta rebotaría contra el alambrado que dictamina el final del campo.
¿Ésto es lo que significa esa ola?
No, idiota. Significa que hará un ataque especial en donde bateará la maldita pelota con el poder de los Siete Mares, ya que el equipo se llama Los Piratas y estamos en un puto animé.
Yo y mi sarcasmo interno.
A ver. Si me subo al alambrado puedo atrapar la pelota y hacer un out automáticamente.
Dicho y hecho. Corrí el doble de desgraciada y me subí al muro en donde estaba el alambrado de un salto, aferrándome a éste con la mano izquierda y seguidamente atrapando la pelota con la derecha.
Esto me trae aún más recuerdos.
Sí, me he subido a un alambrado de ésta manera antes, exactamente como unas chorrocientas veces.
Nuevamente, cuando yo era pequeña, teníamos una vecina insoportable. Era la vieja señora Young.
Que no le hacía ningún honor a su apellido.
Con una edad incalculable para nosotros, la vieja señora Young era la persona más amargada y despreciable que había conocido. Como tanto nuestros juguetes cómo los de niños que vivían en la casa a su derecha caían en su patio, decidió colocar un alambrado en la división que había entre cada una de las casas, y si algún juguete llegaba a cruzar ese alambrado, no lo volveríamos a ver nunca más.
Y como ustedes ya conocen nuestra principal actividad en las tardes de juego, creo que está de más decir que Papá tenía que comprar unas cinco pelotas al mes.
El abuelo era quien solía subirse al alambrado cuando tenía oportunidad, no nos dejaba ni mí ni a mi hermano hacerlo porque aun eramos algo pequeños y podíamos caernos, pero luego nos dejó hacer lo que queramos, y desde ahí, papá solo tenía que comprar una pelota mensual.
Cuando llegué a la década la vieja por fin decidió mudarse, quitaron el alambrado, y actualmente están viviendo allí los Sanders y su hijo Derek.
Prefiero mil veces más a un niño llorón que a esa pasa arrugada.
Hablando de pasas, la vieja tenía una verruga del tamaño de mi pulgar en medio de su naríz, una vez llegué a pensar que era una garrapata comiéndosela, se los juro.
Me bajé del alambrado con pelota en mano y toda la seguridad del mundo, caminando hacia el entrenador mientras lanzaba y atrapaba la pequeña esfera una y otra vez.
- Out. - Casi de manera sádica puse la pelota en las manos de Miller y observaba cómo estaba a punto de darle un tic en el ojo.
Ni siquiera me hablen, perras. Mi ego está por las nubes.
- Bien. P-pero sigue faltando un out. - Con un carraspeo de por medio me devolvió la pelotas.
¡Oh no! ¡Que ni se atreva!
- ¡Max, al bat! ¡Ben, jardín central! ¡Parker, serás Pitcher! ¡Jack, tú el Catcher!-
Desgraciado hijo de la...
- ¡No grite, estoy al lado suyo! -
- Lo sé. - Una última sonrisa ladina y se apartó del campo de juego.
Miller - 1 Parker - 3
¡JA!
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Foto: William Miller
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Bola Curva
Teen FictionLo primero que se le viene a la mente a los hombres cuando piensan en una chica de 16 años es: El color rosa, delicadeza, dulzura, ropa a la moda y optimismo; pero sobre todas las cosas algo es seguro ¡NO PIENSAN EN DEPORTES! Esta descripción es tod...