Sokovia

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Bienvenida a Sokovia, Señorita Stark.- Fue lo primero que escuché al despertar, de nuevo hablándome con ese acento tan extraño, pero no recordaba nada de lo que había pasado, solo mi tranquilo paseo por el parque de Nueva York. Intenté moverme, pero mis extremidades seguían como dormidas, no me respondían. Me removí con más ímpetu, pero sólo conseguía sentir ahora unas leves cosquillas, como si estuviesen pasando por encima de mí un grupo de hormigas.- No se preocupe, recuperará la consciencia completamente en unos minutos.- Eso no me consolaba, ya que no sabía quién era él, ni dónde estaba, ni el porqué de que me costase tanto abrir los ojos.

Quién es usted?.- Gruñí, abriendo mis ojos despacio, parpadeando para acostumbrarme a la gran cantidad de luz que había en la habitación.- Dónde estoy?.- No reconocía la habitación, ni el maravilloso paisaje, ni los hombres vestidos de negro que rodeaban la camilla en donde estaba tumbada.

Está en Sokovia, Señorita Stark. Ya se lo dije antes de irnos.- Entonces lo recordé todo, empezando por el Barón Von Sabandija. Estaba nerviosa, pero me tranquilicé al volver a sentir mis extremidades.

Von Strucker, supongo.- Por fin conseguí ver nítidamente a los sujetos que me observaban, y también la habitación en la que estaba. Era una estancia grande, de paredes gruesas y de apariencia antigua, parecía un castillo o fuerte de vigilancia.

Ya lo recuerda.- Asentí despacio, moviendo mis brazos y piernas también en consonancia.

Donde está El soldado de invierno?.- Ese era el motivo de que estuviese aquí, donde fuera que estuviese Sokovia, y, pese a que tenía planeado fugarme pronto, no lo haría sin él.

Directa, como siempre.- Sonríe de lado, alzando su mano para que dos hombres se coloquen a sus costados.- Traigan al Soldado de invierno.- La orden es directa, y los hombres la obedecen sin rechistar, marchándose inmediatamente, mientras yo me dedico a observar la habitación, decidiendo de momento no preguntar qué es lo que hay contra una de las paredes de la habitación, una máquina de aspecto extraño, como si fuesen aparatos de hospital, pero no creo que lo fuesen.- Lo prometido es deuda, Señorita Stark.- Se aparta de delante de mí para dejarme ver al llamado soldado de invierno.

Me siento en la camilla y le observo, intentando que no se note mi emoción.                                                                  

Tiene un aspecto deplorable. Su pelo marrón oscuro liso cae a ambos lados de su rostro, cubriéndolo, y lleva una indumentaria absolutamente negra, sólo saliéndose del negro su brazo robótico gris.

Podría hablar a solas con él?.- Alzo mi mano hacia él despacio, para apartar el pelo de su cara y cerciorarme de que es él, pero su brazo robótico aprisiona el mío, haciéndome gruñir.

Por supuesto que sí.- El Barón Von Strucker está demasiado solícito, pero no le presto importancia, no cuando encontré lo que llevábamos meses buscando. Todos salen de la habitación, pero el Coronel Barnes todavía no suelta mi brazo.

Mi nombre es Selene Stark Potts.- Decido empezar con eso, a fin de que se calme un poco.- Como te llamas tú?. La respuesta no llega nunca, así que después de esperarla unos minutos, sigo hablando.- Steve lleva buscándole mucho tiempo, Coronel Barnes.- Su agarre en mí se relaja un poco, por lo que sigo por ahí.- Tu nombre es James Buchanan Barnes, sargento de infantería del batallón 107 en la Segunda Guerra Mundial.- Su agarre en mí sigue disminuyendo.- Lo recuerdas? Recuerdas a Steve?.- Suelta su agarre por fin, pero yo no lo aparto de el, dejo que siga sujetándome.

El nombre de su madre era Sarah, y solía meterse papel de periódico en los zapatos.- Mis ojos se llenan de lágrimas, escuchando la emoción en su voz, cómo lo recuerda.- Lo recuerdo todo desde que Steve me refrescó la memoria.- Suspira, levantando por fin sus ojos hacia mí.- Intenté escapar, pero me cogieron. Ahora sé lo que quieren, por eso les dejo creer que no lo recuerdo, sigo siendo su marioneta hasta que encuentre la oportunidad para escapar.- Me resisto a no darle un abrazo, sabiendo que era para él era una desconocida.- Eres la hija de Stark.- Asiento, viendo su ceño fruncirse.- Que haces aquí? Te matarán.- Es lo más probable, pero no iba a decirle eso.

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