3| Escritura

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Me había asegurado mil veces de que no me faltara nada. He de admitir que suelo ser despistada y abundaban las probabilidades de que dejara algo importante olvidado en casa. También influía el hecho de ser muy ansiosa revisando más de dos veces las cosas en caso de que se me hubiese pasado algo por alto, aun si dentro de mí sabía que no.

Cuando llegó aquí, no noté ninguna expresión que mostrara enojo en ella, pero si he de admitir que se había creado un poco de tensión al estar cerca. Desconozco si era por mi parte la suya. Sin embargo, repito. No estaba en mis manos hacer algo al respecto, además camp writing resultaba ser una oportunidad, quizá si a ella le gustaran los libros tanto como a mí compartiría el sentimiento, tal vez si la academia hubiese sido de pintura, estaría en mi lugar.

Me quedé estática en un punto fijo de la sala de estar, moví mi cabeza de un lado a otro comprobando que había terminado todo lo que debía hacer, caminé hacia el sofá y me lancé sobre él para relajarme un poco. 

Comforme empecé a acomodarse llegó hasta mi una pequeña bulma que rápidamente fue aumentando hasta llegar a su punto máximo. Proveniente de la habitación de mi hermana, también parecía ahogar el sonido saliendo de su boca.

Fui hacia allí, había empezado a gritar desentonándose completamente, la observé desde el umbral de la puerta pero continuaba sumergida en ello. Si acaso me vio rondando por la entrada, simplemente me ignoró.

      —Hay un poco de canción en tu desafinación, Grace —detuve la música desde el equipo.

Me observó durante un pequeño lapso— ¿Qué crees que estás haciendo? —volvió a encender la música con el control remoto que anteriormente simulaba un micrófono, nuevamente la apagué y nuevamente la encendió, esta vez sin cantar am principio pero luego dejó de importarle y regresamos al comienzo, lograba moverse un poco mientras lo hacía. Suspiré, la apagué por última vez— ¿Puedes bajarle tres rayas a tu desentonación?

Se quedó inmóvil— ¿Algún problema con eso?

      —Sí —hablé con un tono de obviedad—, primero, el volumen de la música está demasiado alto, de hecho no me sorprendería que los vecinos vengan a quejarse en un rato, y segundo, no colaboras mucho con las notas que digamos.

      — ¿Lo harías mejor?

      —No, pero yo no haré aparecer a las personas enojadas en la puerta porque se les arrebata su tranquilidad.

Rodó los ojos— ¿Te había dicho que tu simple presencia a veces es insoportable?—y entonces, una vez más, volvió a encender la música.

Escuché sus pasos tras de mí, sin embargo decidí ignorarle— Creo...que te voy a extrañar —se posicionó a mi lado.

      —Estás cosas fortalecen mi idea de largarme cuanto antes —intenté elevar la voz

      —Espero que no hayas dicho nada importante porque no lo escuché y tampoco espero que lo repitas.

Me fui hacia el tercer piso. Finalmente bajó un poco el volumen.

Solo eso, un poco.

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      — ¿Sabes algo má'? —dije luego de subir mis cosas en la maletera— Puedes tardarte todo el tiempo del mundo, si quieres puedes tomar un café y charlar con la Señora Russo antes de marcharnos, o preparar un pastel, panqueques, no lo sé. Lo que se te antoje —mostré una sonrisa rápida para demostrar mi intención.

Imitó mi gesto, añadiendo un poco más de sinceridad—Basta, no vamos a llegar tarde. Deja de preocuparte por eso

      —Bueno, entonces deja de aminorar tus pasos.

Camp love [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora