CAPITULO 1

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•••BaekHyun•••

Me sentí como una exhibición en el zoológico. O el espectáculo actuando en el lateral en el circo. O uno de los niños pequeños con una mochila de correa.
Todo el mundo me miraba como si no perteneciera a este lugar.
Lo cual tenía sentido porque realmente no pertenecía aquí. Era el chico nuevo. Nuevo en la escuela en la nueva ciudad.
Estaba tratando muy duro de no dejar que llegara a mí. Me había dicho que no me importaba lo que los chicos de este lugar pensaran de mí, pero el giro irregular en mi estómago indicaba lo contrario. Estaba nervioso como el infierno, si quería estarlo o no.
―Visten tan claro aquí ―dijo a mi lado mi hermana gemela, Minah, su voz estaba llena de desprecio.
Entramos en un patio que tenía bancos colocados en el centro. Los estudiantes se arremolinaban en pequeños grupos, abiertamente mirándonos como si acabáramos de bajar de la nave nodriza.
Me detuve a mirarla.
―Es la escuela, no una maldita pasarela
Lo que sea, Baekkie ―dijo ella, rodando los ojos―. No tienen, como, la moda.
Su horrible acento francés sacudió mis nervios, y resistí la tentación de
estrangularla. ―Es la mode.
―No importa cómo se llame ―espetó ella, volteando su oscuro cabello castaño sobre un hombro―. Lo que importa es que ellos no lo tienen.
Esta vez decidí ignorarla porque su vana charla me hacía querer patearme a mí mismo en la cara.
El cabello castaño y ojos ambarinos eran las únicas cosas que mi hermana y yo teníamos en común. Había todas esas teorías de que los gemelos tenían algún vínculo especial, pero obviamente ese lazo gemelo nos había saltado a Minah y a mí porque no podíamos ser más diferentes aunque lo intentáramos.
Minah estaba obsesionada con su reflejo. Siempre estaba usando demasiado maquillaje y tratando de impresionar a los chicos. La popularidad era tan importante para ella. Había estado en algún lugar a mitad de la escala social en nuestra última escuela, pero sabía que estaba decidida a cambiar eso aquí. Era como un buitre, hambrienta de ser una abeja reina o lo que sea que las chicas lo llamaban.
En cuanto a mí, estar en el equipo de fútbol me había puesto automáticamente en la parte superior de la escala social. Finalmente, había perdido interés en ese tipo de cosas y me había dado cuenta de que había cosas más importantes en la vida que alardear sobre con cuántas chicas me había acostado en una semana.
Los estudiantes aquí parecían ser los mismos que los que estaban en mi antigua escuela en Nueva York. Había los mismos grupitos, la misma separación entre los autoproclamados chicos populares y los supuestos "Perdedores". Era una completa mierda y algo que no me interesaba.
No estaba interesado en hacer amigos o impresionar a nadie. Estaba aquí, para pasar mi último año con los menores problemas como me fuera posible. No interactúaria ni socializaría con nadie a menos que fuera necesario.
Pero, maldita sea, me gustaría que estos nudos en mi estómago desaparecieran.
Cuando se hizo evidente que Minah no sería de ninguna ayuda en la búsqueda de la oficina de administración, ella ya estaba deslizándose en camino hacia un grupo de deportistas, empecé a estudiar los edificios de ladrillo rojo, tratando de averiguar dónde estaría la oficina de administración.
Todos parecían iguales, y las letras en los edificios no daban ninguna indicación sobre su propósito.
En mi última escuela, había señales donde quiera que te dirigieras en los distintos edificios, pero mi vieja escuela había sido mucho más grande. Rayos, estaba bastante seguro de que mi vieja escuela había sido más grande que toda esta ciudad.
Jurando por debajo de mi respiración, di un paso atrás y me estrellé con fuerza contra alguien. Hubo un chillido, y me estremecí cuando líquido caliente se coló por mi espalda.
―¡Hey! ―grité, dando la vuelta para enfrentar al idiota que había corrido contra mí. Cuando no pude encontrar al autor en mi línea de uno cincuenta y, bajé la mirada. Y la bajé. Y la bajé.
Una chica, que no podría haber tenido más de un metro cincuenta de alto, estaba mirándome con desprecio en su rostro. Era delgada con el cabello castaño que estaba peinado hacia atrás en una desordenada cola de caballo y ojos castaños que me miraron con fiereza. También había derramado el café en toda la parte delantera de su suéter, manchando la tela de color azul claro.
―¡Mira por dónde vas! ―me espetó.
Estaba sorprendido por la hostilidad de su tono y di un paso atrás, doblando mis brazos sobre el pecho.
―Tú eres quien me noqueó. ¿Necesitas un examen de la vista o algo así?
Sus labios dieran una sacudida furiosa.
―¿Qué persona en su sano juicio camina hacia atrás? Tal vez necesitas que te revisen las piernas.
Sonreí.
―¿Quieres comprobarlas por mí?
Dos manchas rosadas aparecieron en sus mejillas, y me dio una mirada que intentaba matar.
―No, no quiero comprobarte las piernas, ¡eres un maldito deportista!
Lanzó la última palabra hacia mí como un insulto. ¿Tendría algo contra los atletas? Quiero decir, había sido atleta una vez, pero no lo era más, por lo que no me ofendía tanto como ella probablemente había intentado.
Me incliné más cerca, haciendo la cabeza a un lado.
―Probablemente no eres la mejor persona para revisarme las piernas de todos modos ya que tienes problemas con tus ojos.
Su rostro se puso rojo brillante. Antes de que pudiera lanzar otro insulto hacia mí, Minah estaba de vuelta a mi lado. A juzgar por la mirada amarga en su cara, Minah no estaba impresionada por la agresora de café. Y, a pesar de no querer socializar con nadie, de hecho quedé impresionado por la enfurecida chica de pie delante de mí.
No se había caído sobre sí misma por hablar conmigo, no era servil, no coqueteaba. Sólo esas cualidades me hacían querer conocerla. A pesar de que no quería estar cerca de nadie.
Sí, no había tenido un gran comienzo.
―¿Ese hombre me está mirando? ―preguntó Minah, su voz fue alta y oscura por lo que no me molesté en darme la vuelta. Me importaba un comino lo que hiciera ese tipo para llamar su atención.
―¿Te parece que me importa?
―¡Sólo da la vuelta y dímelo! ―dijo ella con el ceño fruncido.
No había manera de que fuera a darme la vuelta.
―Probablemente sí. ―La agresora del café era la que había hablado.
Minh finalmente reconoció la existencia de la chica.
―¿En serio? ¿Eso crees? ¿Cómo lo sabes?
―Porque es mi novio y le gusta salir con chicas que no son yo. ―La chica no se inmutó.
La sorpresa me inundó. Me volví para encontrar al tipo del que estaban hablando. Parecía el típico atleta alto, de construcción fuerte, y cabello oscuro.
¿Ella estaba saliendo con él? ¿Pero él la estaba engañando? ¿Por eso no le gustaba el tipo deportista?
No me malinterpreten, era una chica bonita. Simplemente no parecía el tipo de chica para estar con un tipo como ese. No era que supiera algo de ella o del tipo de chica que era. Mi tipo había sido siempre el tipo fácil, porque, bien, eran fáciles.
―¿Es tu novio? ―preguntó Minah con incredulidad, haciéndose eco de mis pensamientos por una rara ocasión.
―No, estaba bromeando. No es mi nada. ―La expresión de la chica se puso oscura mientras fruncía los labios―. Lo siento, me tengo que ir.
Corrió junto a nosotros y la vi alejarse, incapaz de apartar los ojos de la extraña chica. No podía entenderla.
―¿Sabes que tienes café en la parte posterior de la camisa? ―dijo Minah con voz natural.

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NOTA DE LA ESCRITORA[?]
Hola débiles mortales, espero que esta parte les haya gustado mucho, cada capítulo estará dividido en dos partes, actualizare cuando la historia tenga algún comentario, siquiera uno, porque así me daré la idea de que a alguien le gusta , los quiero mucho pequeñines❤️

-. ❥ Enamorado de TaeYeon (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora