La cena

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Se cuenta en mi pueblo que en tiempos de guerra había una familia rica de la que todos sentían envidia. Había dos chicas en la familia, la mayor, ya casada, tenia 21 años y la mas pequeña 18. En la época en que estaban era muy difícil conseguir comida y a pesar de que el pueblo no vivió la guerra en profundidad, también se dejo sentir la hambruna. Los guerrilleros decidieron así acabar con la familia para apropiarse de sus pertenencias. Entraron en la casa por la fuerza y se llevaron a los padres, los asesinaron y dejaron los cuerpos en un bosque cercano. Las hijas no tuvieron mejor suerte. No solo fueron asesinadas, sino también maltratadas y violadas, sus cuerpos acabaron mutilados por completo. Abandonaron los cuerpos en lugares muy separados. Era como si quisieran torturarlas en vida y también en muerte.

Esa misma noche, unas de las pocas personas con buena voluntad que quedaban en el pueblo, se acercaron, recogieron los cuerpos y los enterraron. Cuentan que las gentes volvían la cara al ver el cruel estado de las jóvenes, las ropas rasgadas, las caras desfiguradas, los pechos cortados y sangre, sobre todo mucha sangre.

Pasados ya los años un grupo de jóvenes decidieron acercarse, para demostrar su valentía, al lugar donde se había colocado la lápida de una de las dos hermanas. Uno de ellos, el más ebrio de todos y el que había propuesto la idea, decidió tomar una pala y desenterrar el cuerpo para ver si aquella leyenda era verdad o solo ficción. Comenzó a cavar, bajo las miradas atónitas de los demás.

Efectivamente, allí reposaban los restos de la hermana mayor, pero el joven no se conformó con esto, sino que sacó la calavera y le pegó una patada diciendo:"Yo he sido valiente desenterrándote, ahora sé lo tu y hazte presente en cuanto den las doce. Si lo haces pagaré tu esfuerzo con los mejores manjares que hayas probado jamás" y concluyó con una carcajada. Luego marcharon dejando la pala al lado de la tumba profanada para que todos pudieran ver su hazaña.

Poco tiempo después, cuando el chico había vuelto a casa y dormía, sonaron las doce. Tres golpes secos retumbaron en el caserón donde vivía. El criado, asustado, se dirigió hacia la puerta, la abrió y vislumbró una sombra negra. Esta avanzó hacia el y dijo:"¿Está vuestro señor en casa?, tengo una cena pendiente con el..."

La voz parecía algo desgarrada, pero al criado le pareció femenina. Subió el criado y le comunicó a su amo que una joven deseaba verlo y que decía algo de una cena. El chico no daba crédito a lo que oía y pensó que era una broma de sus compañeros, así que se vistió de gala y bajó.

Creyendo encontrarse ante uno de sus amigos decidió ordenar que se le sirviera lo mejor de su despensa y así demostrar no tener miedo. Habiéndose sentado el 'misterioso invitado' hablo: "¿Esto es lo mejor que me tenéis reservado?, caballero, creí que erais hombre de palabra", Oyendo esta voz al chico se puso en pie, pues no descubrió a ninguno de sus! amigos tras ella. Aquella silueta se levantó, dejando ver una de sus manos, que erizó el pelo al chico. Se acercó lentamente mientras recorría la capucha de la túnica para dejar ver su rostro...

El chico quedó paralizado, pálido y cayó desmayado. Al oír el golpe, el mayordomo se acercó y encontró a su amo tendido en el suelo. Su 'invitado' había desaparecido, pero no sin antes dejar una nota que decía:" Dejad a los muertos descansar en paz".

Cuando el chico despertó todos preguntaron que ocurrió. Balbuceando consiguió decir: "...n,n,nooo...d,desper..tes a los...muertt...muertos...". El chico nunca se recuperó de aquello y se suicidó poco tiempo después.

Cuentan que aquel espectro le atormentaba día y noche reclamando aquellos manjares. La casa donde vivió el joven ha sido convertida en una casa rural y, según cuentan, aún hoy se siguen oyendo los lamentos de aquel chico y se ve la sombra de quien le atormentará siempre. La verdad que yo no lo he visto, pero, sinceramente, prefiero no comprobarlo.

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