De todas las drogas que existen tenía que escojerte a ti. Llámalo destino, llámalo tragedia, el caso es que ahora me emborracho en tu dulzura, en lo perfecto del instante y tal vez sea idiota, pero aun así, temo. Temo que se tuerza la mina del lápiz con la que escribimos nuestra historia, el momento en el que el camello ni venga con su ración diaria y el frío llegue hasta mis ojos rojos. ¿Qué siente un adicto cuando le falta su droga? Esa ansiedad y ese vacío agudo donde el mundo no tiene más sentido, no hay temporalidad de vagar por las calles en busca de un pedazo de esa felicidad robada, de rogarla, de venderse por ella. Temo quedar enganchada a tu cuerpo, tus caricias y tus palabras. Sobre todo, temo quedar enganchada a un recuerdo. Mientras tanto, ajeno a mis pensamientos, susurras en mí nunca "te quiero" y no puedo evitar temblar.