Dicha camilla cambiaba drásticamente su movilidad y velocidad, aquello que inició con lentitud y de ignorable movimiento, ahora se movía cada vez más a entorno de una velocidad notable. Aquel aroma delicado y suave se comenzó a desvanecer en un desollador olor similar al azufre.
En el caso de la notable mirada desviada de Jesús a su alrededor, Alesha movía con delicadeza el rostro del chico hacia sus ojos, una mirada profunda sin brillo alguno. La vista fija hacia los ojos de Jesús, unos ojos brillosos de amor donde siquiera podía reflejarse ella misma, aún gustoso de los movimientos sensuales en el miembro viril del chico, quien perdido y confundido comenzó a desviar su mirada a su alrededor, donde la inclinación de la camilla era notoria cada vez más, observó que aquellas ventanas donde no alcanzaba a ver qué era aquello que desprendía iluminación, descubrió sin menos que era el resultado del reflejo de perforantes y abrazadoras llamas que envestían las ventanas. Ya visiblemente alterado, Jesús buscaba de encontrar la manera de poder hablar y moverse, con esfuerzo y sin éxito, su cuerpo parecía ya no obedecer,como si no le perteneciera nada más que su pobre conciencia. Le era imposible decir algo.
Los movimientos sensuales de Alesha se tornaban rígidos y torpecientes, se volvieron con mayor rapidez hasta el punto de comenzar a lastimar al joven, la camilla aumentaba su velocidad con cada metro recorrido y su paisaje era cada vez más caluroso y pútrido, parecía que eran succionados a las entrañas de la tierra. Pues cada vez se podía sentir y percibir la inclinación inhumana de la misma en un vertigóso descenso.
De pronto la inclinada velocidad comienza a desvanecer, como si quisiera dar a entender que se encontraban en un nivel diferente; hace unos instantes se podían apreciar ventanas que reflejaban pútridas y emergentes llamas, pues ahora se podía apreciar levemente habitaciones con una oscuridad tétrica y sombras en contra luz con movimientos vagos.