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La oscuridad en las habitaciones parecía distorsionarse y volverse cada vez más tétrica. Pues aquella inclinación hizo parada en una habitación de esas habitaciones, el dolor propiciado por los movimientos bruscos de Alesha iniciaban un ciclo de dolor desgarrador. Una especie de materia viscosa carmesí similar a la sangre comenzó a brotar de las apenas visibles paredes negras. La camilla que antes parecía lujosa y brillante envejeció sin que Jesús pudiera darse cuenta de ello, se mostraba oxidada y muy desgastada. Era como si hubiera sido expuesta a altas temperaturas o que el tiempo hubiera expirado su aspecto.
Jesús al voltear hacia la ventana luminosa en busca de ayuda o de poder para e indicarle el daño que le estaba causando Alesha, pudo inmutar su mirada y perspectiva ante la situación tras observar en la ventana un despreciable cuadro imborrable, se podía apreciar una especie de cámara de tortura, incendiada y envuelta entre las llamas violentas, donde una clase de verdugo inhumano y deforme despellejaba en vivo a un desdichado que gritaba de dolor mientras lloraba sangre, las más crueles y brutales formas de torturar en vida, causar un dolor que traspasa más allá de la piel, las escenas se volvían cada vez más sádicas y salvajes, Jesús horrorizado siquiera podía llorar u gritar de dolor. Alesha, la mujer que continuaba con la actividad sexual brutal no se detenía, ahora se dificultaba ver su cara, pues la oscuridad era profunda de un lado de aquella habitación donde la camilla se detuvo, tras llantos inmutados y desesperación, como si se tratase de una parálisis de sueño, la ventana hizo explosión, rompiendo el silencio de la habitación oscura con la llama demoníaca que emanaba del otro lado y con ello, dando énfasis luminoso al rostro de Alesha.

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