En un día común y corriente, una mañana cualquiera en el departamento de Jesús, se inició una conmoción entre los vecinos, pues muchos se quejaban de un olor repugnante, como si algo descompuesto yacía en la sala del departamento de Jesús. Preocupados y alarmados ante el hedor, prosiguen a llamar a las autoridades locales, quienes llegaron al acto, sin tener que registrar demasiado, consignan un cadáver que yacía en la cama de la habitación; tendido en forma de cruz, rostro desfigurado, pecho abierto y con gusanos que sobresalían de las heridas, las manos y pies totalmente calcinados y demostrando unos ojos totalmente abiertos que demostraban haber visto algo más allá de lo normal. Lágrimas de sangre coaguladas y una reacción bastante perturbadora en aquel cadáver, llevaron a que los efectivos presentes se persignaran al instante.