Capítulo 1 Edith D'Aigremont

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Edith

— Quisiera llevar estas películas

Le entregué los cds a la mujer que atendía el local, los puso en una bolsa y me cobró. Sería la persona más feliz del mundo si trabajara en una tienda vendiendo películas y series. Pero no, tiene que estar atendiendo una mujer que se nota que nunca vio una buena película en su vida.

Salí del local sin devolverle la sonrisa a la morocha y luego de caminar un par de cuadras, entré en una tienda y compré queso cheddar y una bolsa de nachos ¿Desde cuándo veía una película sin nachos con queso? Fácil, nunca.

El barrio en el que vivíamos era muy bonito y pintoresco. Había una plaza con una fuente de centro y alrededor había bancos pintados con distintos colores y figuras.  A veces me gustaba descargar una película en mi computadora portátil e ir a verla a ese parque donde todo siempre estaba tranquilo. 

A unas cuadras más lejos había una cancha de basketball que pertenecía a la familia que residía al frente de mi casa. El hijo de los Rud, Matt Rud, siempre iba con sus amigos a jugar cuando tenían tiempo libre (es decir siempre). Mierda, vayan a ver una película o una serie, nútranse de cine amigos.

Claro que no "amigos" en el sentido estricto de la palabra. De hecho todo lo contrario. Matt era "uno de los populares" y era el mejor anotador de basketball de mi escuela. Tenía que admitir que era bueno jugando, pero arruinaba toda su personalidad cuando dormía con las chicas que lo perseguían. Zorras. 

Por suerte, aunque él me habló cuando nos mudamos, nunca me reconoció en la secundaria. Gracias Dios por eso. Bueno, aunque supongo que nunca nadie me reconoció en la escuela. La gente era demasiado falsa y no me gustaba relacionarme con ella. El cine y las fotografías es lo más puro que existe. Bastaba con eso.

Al entrar a mi casa, avisé a mi mamá de mi llegada y puse a calentar el queso en el microondas mientras ponía los nachos en un bol y me servía gaseosa en un vaso. Luego de tener todo listo, me acosté en el sofá y puse el Episodio III de Star Wars en la televisión. No es que nunca haya visto la saga, pero quería recordar que se sentía ver Star Wars antes de ir a ver al cine el Episodio VII, que esperaba que no me decepcionara. 

En fin, la entrada estaba sacada para dentro de una semana (no sé que apuro con sacarlas una semana antes si ya había terminado quinto año y estaba libre en todas las vacaciones), aunque lo peor era que tenía que ir a verla con mi hermanito que ni siquiera había visto una película y se enorgullecía de saber mucho sobre el tema. Mentiroso. 

A ver amigo, te respeto por gustarte Star Wars y leer artículos de las películas en Internet. Pero por lo menos...no sé. Vela viste.

Luego de dos horas gritándole a Anakin (personaje de la saga), lavé lo que había usado y me acosté en mi cama lamentándome. Cerró los ojos tarareando el soundtrack de la película y de un momento a otro levanté la cabeza de la almohada y vi en la ventana de mi habitación que ya se había hecho de noche. Me había dormido. Todavía acostada, estiré mi cuerpo y acomodé la ropa que llevaba puesta y se había arrugado. Entonces, oí una voz proveniente de la cocina.

 ¡Edith! Llegó tu padre, ayúdame a poner la mesa

Me levanté quejándome y bajé las escaleras de mi casa tratando de no tropezarme y caer por mi cansancio. El cual no sé por qué tenía si había dormido toda la tarde. Cosas de la vida. 

Pasé al lado de mi hermano y sacudí su pelo.

 Ey tranquila dormilona ¿Soñaste con la Princesa Leia? 

Me guiñó un ojo y comenzó a subir las escaleras. Me sonrojé ¿Oliver tenía 11 años y ya pensaba en eso? 

 ¡¿Cómo sabes eso?!

Él comenzó a reírse a carcajadas mientras me daba cuenta de lo que había dicho. Sacudí mi pelo molesta, tratando de encontrar las palabras indicadas pero no me dejó hacerlo.

Así que le pegué, eh 

 ¡NO TONTO! ¿Cómo sabes de esos...sueños?

Él río aún más.

 Tengo once años Ed, no cuatro

Agh bueno, ya entendí. Luego de poner la mesa, nos sentamos a cenar pollo con papas, aunque no tenía tanta hambre porque me había despertado hace poco. O...tal vez era por los nachos con queso de la tarde. Reí mentalmente. 

Luego de un rato cenando y pensando en un artículo que había leído de cine, miré a mi mamá que parecía rara (hoy habíamos hablado poco en la cena), y vi como asentía para sí misma ¿Qué estaba pasando?

 Chicos, tenemos algo que decirles 

Oh no. Nada bueno podía salir de esto. Y eso que hace un rato estaba tan feliz ¿Quién comienza diciendo eso si no es algo serio? Y más con mi mamá que siempre decía las cosas tan rápido y nerviosa que nadie la entendía. Algo malo iba a pasar. Sollocé para mí misma. 

¿Algunos de los dos habían perdido el trabajo? ¿Están cortos de dinero? ¿Una mudanza? ¿Cambio de ciudad? ¿CAMBIO DE PAÍS? Y las películas, ¿qué iba a hacer con las películas? Además, las fotos no se habían revelado todavía y mi encargo de una serie todavía no llegaba al local de vídeos ¿En cuánto tiempo nos íbamos? 

Oh no... ¿UNA ENFERMEDAD? ¿Un pariente murió? ¿O tal vez divorcio? ¿SE IBAN A DIVORCIAR? ¡NO PODÍAN HACERNOS ESTO!

 Nos vamos de viaje

Ah.

Exageré.


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