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Cuando vi que la cocina estaba totalmente vacía, y digo totalmente porque en realidad no había absolutamente nada, me ví en la obligación de salir a comprar algo de comer. Mi estómago rugía y casi hablaba a estas alturas, y es que no comía desde la noche anterior.

Mi habitación era un desastre, mis camisetas en el suelo, al igual que mis jeans y calcetines. Busqué un abrigo en el desorden, unos jeans y mis botas preferidas que me habían acompañado todo este invierno.

Tomé las llaves de mi departamento, mi móvil y salí. El viento chocó directamente contra mi rostro, sentí mi nariz congelarse en un segundo. El frío de hoy dolía de cierta forma, calaba los huesos y congelaba la piel descubierta. Traté de caminar rápidamente para llegar a alguna tienda, pero primero debía llegar hasta la avenida principal. No había nadie en las calles, estaban con rastros de nieve de la noche anterior, todos en casa o en el café mas cercano.

El semáforo marcó a mi favor y sin cuidado crucé la calle, unas calles más y llegaba a la avenida. Acerqué el abrigo a mi nariz, ya que sentía mi nariz roja.

Cuando iba a cruzar directamente a la avenida principal, ni siquiera me di cuenta si podía cruzar o no, solo crucé sin cuidado pensando que no venía ningún auto.

Pero pensé mal.

Un auto venía rápido hacia mi y el tenía la preferencia, los frenos fueron lo único que se escuchó. El auto resbaló y yo me quedé atónita sin moverme. La puerta del copiloto había quedado a un centímetro de mí. Abrí mis ojos de par en par revisando que aún no estaba muerta. Cuando el shock se fue lo único que hice fue golpear el vidrio polarizado del auto, enojada.

-¡Hey! ¡Imbécil! Baja la ventana. ¡Casi me matas, idiota!

La ventana del auto bajó lentamente y dejó ver al conductor.

Oh. Dios.

El imbécil era guapo.



COLD ~ r.d.g |one shot|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora