Disturbed Souls

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Miro el reflejo de la belleza joven con los ojos de un alma vieja y carcomida por los terrores nocturnos que se colaban en sus pensamientos con la frecuencia de la respiración misma.

La imagen que tanto se había esforzado por mantener ya no le daba satisfacción alguna, el brillo de sus ojos estaba hueco y de alguna manera no recordaba la última vez que la sonrisa le llegó a los ojos; intentaba desconocerse pero le era imposible.

Quería convencerse de que ese no era él; pero nada sirvió.

Todo le era familiar en el hombre del espejo, desde el cabello elegantemente despeinado y los ojos azules hasta las ocasionales manchas de sangre en las mangas de su camisa.

Quiso sentir miedo, tristeza...incluso intentó el asco pero nada le servía.

Con fría indiferencia miró el cuerpo del chico en el suelo de su desván iluminado tenuemente por lo que parecía un brillante amanecer, algo que contrastaba bastante con el humor de Louis.

Se encogió de hombros e hizo su camino hacia la habitación principal y poder vestirse para el trabajo. Escogió un pantalón azul marino con una camisa de lino blanca y unos zapatos marineros de diseñador, se aplicó algo de colonia y tomó su equipo de trabajo.

Una flamante cámara Nikon resguardada en un estuche de cubierta dura junto a un par de lentes y un pequeño tripié plegable. Le gustaba estar preparado para todo.

Desde hace un par de meses había abandonado su pueblo natal y quiso probar suerte en una ciudad más sofisticada como lo era Chelsea; así que con una docena de currículos y un portafolio de sus mejores fotos se había mostrado en varias agencias de modelaje y publicidad hasta que consiguió empleo.

Con el ánimo ligeramente elevado por el recuerdo de su primer día en Chelsea, Louis tomó una barra de granola y se encamino a la puerta para llegar a tiempo al trabajo.

Rodeó con habilidad experimentada el charco de sangre alrededor del cuerpo y hubiera salido del apartamento si no hubiera escuchado el débil y efímero sonido.

La imperceptible respiración humana.

Sigiloso dejó su equipo en el suelo y recordando su pequeña mejor amiga escondida en la manga de su camisa se acercó al cuerpo.

El chico estaba consciente y despierto pero mantenía los ojos cerrados en una débil treta para engañarlo, una mueca surcó el rostro de Louis.

Los años y la experiencia habían hecho su trabajo en él; ya no era un novato.

Una cuchilla delgada se asomó de una de sus manos y agradeció que los zapatos tuvieran suela de goma. Hizo un rápido análisis de vulnerabilidad y descubrió que sólo habían tres puntos letales: cuello, vientre y por supuesto el corazón.

Y por desgracia todos harían un sangriento desastre en el ya de por si manchado suelo, inclusive su ropa corría peligro.

Suspiró sacando una pequeña parte de su frustración y se dijo que un rápido corte en el cuello sería suficiente y con algo de suerte Louis podría moverse a tiempo antes de que la arteria hiciese su magia.

Y así lo hizo, en un par de segundos tenía un cuerpo inerte en el desván de su apartamento con aproximadamente dos litros de sangre en el suelo y la ropa inmaculada.

Dispuesto a seguir su camino tomó sus cosas y salió de su apartamento en rumbo al trabajo.

Callstein & co. era uno de los  edificios más chic de la ciudad, con sus amplias paredes en color hueso y extensos murales era un honor ser parte de la compañía de publicidad.