c u a t r o

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Se dejó caer en una de las sillas destinadas para la élite con el agotamiento característico de cada final de sesión, Harry bebió pequeños sorbos de una botella de agua mientras se deshacía del sombrero y cinturón Saint Laurent que le habían hecho usar durante tres largas horas, mismos que lo obligaron a hacer más de mil poses distintas para que según su fotógrafo "refulgiera la elegancia".

De cualquier manera y por hermosos que fueran los artículos Harry no quería ponerse nada con el nombre de Saint Laurent en toda su vida.

Al ver como todos se cambiaban de ropa para irse a casa o merodear por algún bar, Harry hizo lo mismo; buscó en su maleta de sesiones un cómodo pantalón azul marino y una camisa polo blanca. Y ahí, sin importar quien entrara o saliera, comenzó a quitarse la ropa.

Después de todo la sala estaba vacía.

O al menos eso creía él, al no ser consciente de un par de codiciosos ojos azules que lo miraban atentamente por la abertura de la puerta a medio cerrar, cada uno de sus movimientos eran valiosamente registrados en la mente de un peligroso depredador, uno fiero y silencioso; el más temido.

Louis apenas podía respirar, al terminar labores se había apresurado a abandonar el edificio para no encontrarse con Harry y a medio camino recordó que había olvidado el lente de su cámara en el estudio, con el pensamiento de que todos se hubieran ido a casa subió por el ascensor y al entreabrir la puerta se había encontrado con la más deliciosa imagen de toda su vida.

De espalda ancha y músculos firmes, Harry Styles estaba demasiado bien trabajado para ser apenas un adolescente. Sus piernas eran largas y firmes, y acababan en un lindo y pequeño pero respingado trasero protegido por unos Calvin Klein negros que se le antojaron molestos a la vista.

Al recorrer su cuerpo semi-desnudo Louis advirtió que no se había equivocado con sus suposiciones respecto a la suave y nívea piel de Harry, era blanca e inmaculada casi pura. Su piel no estaba profanada por ninguna clase de tinta y la imperceptible aura de inocencia atrajo a Louis como un poderoso imán.

Estuvo a punto de abrir la puerta y tomar lo que por derecho creía que le pertenecía, sin embargo usó la lógica y esperó a que terminara de ponerse la ropa para entrar.

Harry sintió que no estaba solo desde que se puso los pantalones, pero no le dio importancia al sentimiento hasta que Louis entró en la sala sin hacer un solo ruido y provocando que se sobresaltara.

-Me asutaste.-dijo Harry en una risa mientras se llevaba una mano al pecho.-Aunque dos segundos más y me hubieras encontrado indecente.

Louis le dio una sonrisa de lado al recordar su imagen en ropa interior.

-Vaya suerte.-Vió como Harry cerraba su bolso y se lo colgaba del hombro.-Sólo he venido por el lente de mi cámara.

El rizado sonrió socarrón mientras tomaba el objeto deseado y lo metía a su bolso de viaje.-¿Qué lente?

-El que acabas de meter a tu bolso.

-No sé de que me hablas.

-Dámelo.-Ordenó el mayor con voz severa.

-No

-Harry no estoy jugando, esa pequeña cosa vale más de mil dólares.-Louis intentó abrir la bolsa del menor pero éste fue más rápido y lo esquivó.-Basta, dámelo.

-Lo haré si me acompañas por un emparedado.-con un gracioso movimiento de cejas, añadió.-Sólo serán unos minutos y después tendrás tu valioso lente contigo.

El estómago del rizado saltó en una incómoda voltereta cuando vió el asentimiento del guapo fotógrafo frente a él, se dijo a si mismo que no dejara salir esa emoción o si no lo asustaría.

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⏰ Última actualización: Feb 29, 2016 ⏰

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