Siempre Junto a Usted.

133 11 5
                                    

Au Versión.

Nyo! y 2p! incluido.

-Mi señora. –una suave mano removió su cuerpo, haciéndole salir de aquel sueño desagradable que comenzaba a invadirle a aquellas horas de la mañana.- Mi señora, Sakura... Buenos días.

-Buenos... días, Rose... -masculló con un pequeño acento japonés, notándose el progreso en el idioma nativo de la otra. Le miró un momento, hallando el consuelo del rostro serio de la sirvienta, notándole las ojeras bajo unas gafas que su padre le había regalado.- ¿Es el día?

-Es el día, mi señora. –respondió la otra, acercándose a los amplios ventanales y abriendo las cortinas, dedicándole la luz de la mañana, gris, como todos los días de Londres. Sakura se puso de pie, dejando caer un camisón con detalles rosas, e inmediatamente la otra se acercó y le recogió la corta cabellera en un pequeño moño para que pudiera asearse con tranquilidad.

Rose, tomando una toalla que había dejado con anterioridad en uno de los percheros, fue tras ella al baño, siguiendo cada uno de los pasos que Sakura daba.

Honda era miembro de una de las últimas familias adineradas de un antiguo linaje nipones. Aunque ambas eran amigas, la rubia no podía dejar de lado sus obligaciones ni la otra su obligada posición dentro de la familia: junto a Kiku, su hermano mellizo, era una de las herederas de la riqueza de la familia, a pesar de que Kuro y Seki eran mayores; habiendo aceptado eso, los otros formaron sus propios negocios –en el caso de la hermana mayor- o habían entrado a la pequeña mafia japonesa del lugar.

"Tiene muchas responsabilidades...", pensaba la rubia mientras le ayudaba con el baño y refregaba con esmero los brazos de la otra. Sakura le miraba con ojos cansados, casi vacíos, y una sonrisa forzada de la de lentes le dio un poco más de ánimo; cuando terminó con la espalda –completamente limpia ahora- se apoyó en la cerámica de la bañera y cerró los ojos. No se dio cuenta cuando le llamaba para levantarse y quitarse la espuma de encima; al finalizar, Rose le rodeó con la toalla que había traído y la sentó en una silla sin respaldo para comenzar a peinarle el cabello, que olía a flores... como a ambas le gustaba.

Al finalizar aquello, le llevó nuevamente a su habitación tomándole de las manos. La desnudó con fría mirada y la secó. Llenó su cuerpo de polvos y perfumes caros traídos por Francis Bonnefoy, el burgués, para luego vestirla con un caro vestido lila, que tenía unos hermosos detalles que caían desde la falda, algo bastante angosta a la altura de la cadera, y poseían mangas cortas, dando a conocer unos brazos delgados dignos de una bailarina –que cubriría un poco después con unos largos guantes blancos.

No le colocó más maquillaje en el rostro que rubor en las mejillas y una ligera capa de polvos brillantes. Al cabello le colocó una pequeña flor de fantasía y sobre éstos (luego de haber acomodado el flequillo) depositó un sombrero de ala corta, celeste, con una cinta blanca. Rose sonrió orgullosa de su trabajo, y Sakura bajó la mirada.

-Me gustaría que vinieras conmigo. –le dijo con la voz casi en un susurro, juntando sus manos y encogiéndose hacia sí.

-Usted sabe cuál es el protocolo, mi señora. –le respondió Rose, haciendo un gesto con los labios.

-No me llames así... eres mi mejor amiga, Rose, no me trates de "ama" o "mi señora" como lo hace Arthur con Kiku... -su voz, firme, se desvaneció. El rubor natural de la otra se notó mucho más que cuando tenía aquellos pigmentos en el rostro, y no dudó en mirarle ahora a los ojos, sorprendiéndola.- ¡Esto es algo que yo no quiero! Yo no quiero tener que dejarte acá, llamarte "mi sirvienta" frente a mi padre... eres mi amiga, Rose, quiero que hagamos cosas juntas, que me sigas acompañando para siempre... -volvió a desaparecer, volvió a encogerse, volvió a perderse en la nada. La rubia le miró confundida y lo único que atinó a hacer fue rodearle en un abrazo, quitarle el sombrero y darle un beso en la cabellera oscura.

-Lo que usted quiera no va a ser siempre lo que va a poder cumplir... vas a poder cumplir, Sakura. –se corrigió, carraspeando.- Pero yo te prometo... como amiga, y no como sirvienta, que jamás te dejaré. –la otra elevó su rostro, con los ojos brillantes.- Siempre buscaré una manera de estar a tu lado... lo intentaré. –dándole un beso ahora en la frente, se obligó a romper el abrazo.- Vas a llegar tarde... debo acompañarte a la puerta. –volvió a acomodarle el sombrero en la cabeza y le colocó los cabellos en un orden relativamente aceptable.- Intentemos disimular, Sakura, al menos hasta que seas mayor de edad y tus padres les otorguen el puesto que tienen. Yo haré lo posible para ayudarte, pero hasta que ese día llegue... serás mi señora.

-Te liberaré de tus cargos cuando pueda, Rose... -con los nudillos, Sakura se quitó unas pequeñas lagrimillas que tenía en la comisura de los ojos.- ¿Vamos?

Con el asentimiento de la otra, la sirvienta abrió la puerta y la cerró tras de sí cuando la pelinegra salió. Ambas bajaron las largas escaleras tapizadas y llegaron a una amplia puerta; se miraron un momento, aprovechando el silencio de la entrada, que estaba completamente sola, y Sakura se puso de puntillas para depositar un pequeño beso en los labios de la rubia, quien se sobresaltó, pero no se alejó.

-¿S-Sakura?

-Ha... hablaremos de esto después... -le susurró, dándose cuenta que por la escalera bajaba Kiku, seguido de Arthur.

-¿Vamos, hermana? –con el rostro serio miró a la rubia, quien se alejó unos pasos a la par que su hermano abría la puerta y la sujetaba para ambos. Sakura asintió con la cabeza y le tomó del brazo, saliendo.

La entrada quedó en completo silencio.

-No le diré nada a nadie. –comentó Arthur, cerrando la puerta y encendiendo el rubor de su hermana.

-G-gracias, Arthur... -murmuró la otra girándose y subiendo las escaleras corriendo, con el corazón latiendo a mil.

-..--..--..-

-Sakura... -la voz de Kiku le sacó de sus pensamientos. La susodicha elevó la mirada, ruborizada aún, y dio un pequeño salto cuando su vehículo dio un traspié con una piedra.

-¿S-sí, Kiku?

-No le diré nada a nuestros padres. –su voz casi no se oyó gracias al relincho de los caballos, pero la otra leyó sus labios, y suspiró aliviada.- Pero... -nuevamente su intervención le alertó.- para la próxima no lo hagan en un lugar público. Imagina si quienes iban bajando la escalera no éramos nosotros...

-¿Y A-Arthur también nos vio?

-Arthur tampoco dirá nada. –le dijo, completamente seguro.- Porque si él dice algo se sentirá culpable y confesará...

-¿Qué? –la mirada oscura de su hermano le hizo entender todo. Asintió con la cabeza.- Tampoco diré nada, Kiku.

-Gracias, Sakura. –la conversación finalizó al mismo tiempo que la carroza se detenía y la puerta era abierta por Kuro, quien le dedicó una amplia sonrisa y les invitó a salir.

-He ahí... el Salón de Café de Madame Honda. –presentó extendiendo un brazo cubierto de ropa formal oscura y abarcando todo el espacio que tenía una gran estructura pintada de colores cremas. Seki sonreía cínicamente a todo el mundo que se acercaba a felicitarla, y a los únicos quienes aceptó verdaderamente su visita fue a sus hermanos. Tras ella apareció Alice, la hermana mayor de Rose y Arthur vestida como usualmente lo haría una sirvienta, mostrando sus largas y pálidas piernas, quizá mucho más de lo que lo haría la mejor amiga de la más joven.

-Bienvenidos al café... ¿Les muestro sus asientos, mis señores?

  ~***~***~    

Jav: *corre y se escapa porque lo sube tarde*

Ier: No tienes porqué correr... ellos no saben donde vives...

Jav: La Amie sí twt *sigue corriendo* ¡Ier despide el capi tú!

Ier: *facepalm* Hasta luego chicos~

[Aph] AsaKiku Week!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora