Remus Lupin se encontraba caminando por las silenciosas calles de Wiltshire, mientras sostenía a una niña de menos de cinco meses entre sus brazos.
No sabía cómo había llegado hasta aquel lugar, ni cómo se había topado con un bebé dentro de un contenedor de basura.
El castaño miraba hacía todos lados, desesperado. Se estaba haciendo tarde, su transformación pronto comenzaría ¿Quién podría cuidar a esta niña en estos tiempos? Estaban en plena guerra, y para colmo, su licantropía no le dejaba hacer muchos esfuerzos por ella. Además, apenas tenía dieciocho años, no podía ser padre tan pronto.
Había pensado dejarla en la puerta de una casa muggle, tocar el timbre y salir corriendo, pero no podía. Tendría un cargo de conciencia muy grande ¿Qué pasaría si esa familia decidía abandonarla por segunda vez? Definitivamente no. Tenía que encontrar una solución, y rápido.
Miró al cielo, observando como las nubes se volvían de un color violeta rojizo. Una ventisca lo devolvió a la realidad, haciendo que abrace más fuerte a la pequeña, para así proporcionarle calor.
Siguió caminando, mientras que se sumergía en sus pensamientos, contando las pocas opciones que tenía.Entonces, se detuvo. Fue cómo si una llama se hubiera prendido dentro de su cabeza. La única persona que conocía a miles de personas más, y qué, de seguro, conseguiría a alguien para que cuide a este bebé, era nadie más que Albus Dumbledore.
El problema era que nadie sabía donde vivía.
No estaba seguro de si iba a funcionar, pero se imaginó al mago y deseó con todas sus fuerzas aparecer dónde se encontraba él en este momento. El muchacho sintió como si estuviera siendo absorbido por una aspiradora e intensificó el agarre de la niña, que había comenzado a llorar.
Cuando sintió tocar tierra firme, trastabilló un poco, pero se mantuvo de pie. Mientras intentaba calmar el llanto de la bebé, miró hacía el frente, encontrándose con un extenso campo bañado en rocío, rodeado de un bosque frondoso y con una enorme mansión en el centro ¿Era esa la casa de Dumbledore? Estaba en medio de la nada! Daba bastante miedo a decir verdad, pero tal vez solo lo parecía, ya que estaba oscureciendo.
Remus se armó de valor y siguió el sendero de piedras blancas hasta la gran puerta de hierro. Era extraño. Las rejas del principio estaban abiertas de par en par, como si estuvieran esperando visitas. Tomó el llamador de bronce en forma de león y golpeó tres veces.
Mientras esperaba, miró a la niña. Parecía estar sonriéndole, divertida ante la expresión asustada del hombre frente a ella. Él, le devolvió la sonrisa con un suspiro.
No sabría decir cuánto tiempo pasó desde que tocó la puerta. El cielo iba oscureciéndose poco a poco, no le quedaba tiempo. Pensó en ir a la casa de su mejor amigo, James, y pedirle el favor de que cuide a la bebé hasta que su proceso termine, luego el mismo buscaría una solución. Estaba por irse. Dio la vuelta y la puerta se abrió:
— ¿Remus?
El castaño se volteó de nuevo, encontrándose con un hombre de barba plateada y extremadamente larga, aquel que había sido su director durante sus años en Hogwarts.
— Profesor, yo...
— Por favor, Remus, ya no estás en la escuela. Llámame Albus. — dijo el anciano con una cálida sonrisa.
El chico vaciló un rato, buscando las palabras correctas para poder explicarle la situación. Cuando por fin se decidió, dijo:
— Bien, Albus, no me queda mucho tiempo, iré al grano. Encontré a esta niña mientras caminaba, alejándome para poder estar solo durante mi transformación. Estaba... sola, abandonada, la encontré en un basurero. No sé qué hacer con ella, no puedo quedármela, no... así. Pensaba que tal vez, usted podría, uhm, encontrarle una familia, o alguien que pueda cuidarla mientras yo estoy...ya sabe...
Dumbledore miraba a Remus divertido. Le hacía gracia ver al joven tan nervioso. Soltó una pequeña risa y no le dejó terminar su oración:
— Puedes dejarla aquí hasta que te recuperes, Remus. Yo la cuidaré y luego veremos qué hacer con ella. Creo que sería justo que tú decidas con quién debe quedarse.
El castaño sonrió ampliamente, sus ojos brillaban al saber que contaba con el apoyo del hombre. Miró hacía afuera y notó que ya debían ser pasadas las siete de la tarde. Tenía que darse prisa a no ser que quisiera convertirse frente a Dumbledore y la niña.
— Muchísimas gracias, enserio, sabía que podía contar con usted. Volveré apenas me encuentre estable. Se me está haciendo tarde, yo...
Y de nuevo, Albus no dejó que terminara de hablar:
— Vete, Remus. No queremos que la niña se asuste, ¿verdad? - dijo con una sonrisa amable. El joven asintió y depositó en sus brazos a la pequeña.
— ¿No quieres un caramelo?
— No, gracias. ¡Nos vemos, profesor! - dicho esto, el muchacho salió corriendo en dirección al bosque.
El anciano siguió con la mirada al chico hasta que este desapareció entre la masa de árboles. Miró a la niña, la cual se encontraba dormida.
Sin duda era una bruja, podía sentir su poder. Pero, ¿quiénes eran sus padres? ¿Por qué la habían abandonado? Unos muggles no podían darse cuenta de que poseía magia, y no encontraba una razón coherente para que una pareja de magos tiré a la basura a un bebé.Albus se golpeó a sí mismo mentalmente por no haberle preguntado a Remus dónde la había encontrado. Era el dato más importante y lo había olvidado.
Entró a la casa, cerrando la puerta tras de sí. Y ahora, ¿qué debería hacer? No tenía idea de cómo cuidar a un bebé, nunca había tenido hijos. Si bien había visto a sus padres y niñeras cuidando de sus hermanos menores, pero eso no era suficiente, además fue hace mucho tiempo. Tal vez, si buscaba en algún libro podría encontrar algo. Pero eso le llevaría toda la noche, había millones de libros en su biblioteca y tampoco recordaba haber tenido uno sobre Cuidado de bebés mágicos.
Podría llamar a alguien, pero las personas que conocía que tenían experiencia en esto ya debían de estar muy ocupados con sus propios niños.Y entonces recordó a Minerva.
Aunque ella tampoco había concebido hijos, era muy apegada a sus sobrinos, según le contó. No se le ocurría nadie más que pudiera ayudarlo.
Dejó a la niña en el sofá de la sala mientras dormía, asegurándose de que esté cómoda. Se dirigió al escritorio de roble, tomó un pergamino, el tintero y la pluma y comenzó a escribir:
Querida Minerva:
Lamento mucho molestarte en tus vacaciones, pero es una urgencia. Necesito que vengas mañana cuanto más temprano puedas.
Albus Dumbledore.
Tomó el papel y lo enrolló mientras le colocaba una cinta roja a su alrededor. Luego se dirigió hasta el patio trasero, donde se encontraba una hermosa lechuza color avellana. Esta, al ver a su amo, extendió la pata, ansiosa, para así poder irse.
— Llévale esto a Minerva, por favor. - dijo mientras le ataba la nota al animal.
Y entonces el ave partió, esquivando las pequeñas gotas de lluvia que comenzaban a caer.
\Bueno, esto podría tomarse como sinopsis-primer capítulo. Se que es algo corto, pero les aseguro que los siguientes son enormes. Este capítulo es para adentrarlos en la historia, ya que no se me da muy bien con las descripciones cortas. Espero que les guste, mañana subo la siguiente parte :)\
-queenweasleyxx
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[EN PAUSA] Lena Dumbledore y la Piedra Filosofal. (LD1)
Fanfictionn/a: Todos los personajes como Harry Potter, Albus Dumbledore, la familia Weasley, etc. y los lugares descritos en esta historia son propiedad de J.K. Rowling, así como también ciertas narraciones (las cuales han sido modificadas para que tengan sen...