[EN PAUSA] Lena Dumbledore y la Piedra Filosofal. (LD1)

Rojo.

En las semanas que siguieron fue imposible no darse cuenta del estado del profesor Quirrell. Se fue poniendo cada vez más delgado y pálido.

Lena le pidió explicaciones a Harry, quien parecía entender a la perfección lo que habían estado diciendo los hombres en el bosque. Sin más remedio, él le contó todo sobre la supuesta Piedra Filosofal, aquello que custodiaba el perro de tres cabezas en el pasillo del tercer piso.

Habían encontrado poca información, pero se decía que podía ser utilizada para crear el Elixir de la Vida, el cuál alarga la vida del bebedor y que también transformaba cualquier metal en oro puro.

Fue creada por un famoso alquimista llamado Nicolás Flamel, y la utilizó para alargar su vida y la de su mujer durante siglos.

Ahora, la piedra estaba bajo el poder de Dumbledore, amigo cercano de Flamel.

—Así que teníamos razón, es la Piedra Filosofal y Snape trata de obligar a
Quirrell a que lo ayude a conseguirla. Le preguntó si sabía cómo pasar ante Fluffy y dijo algo sobre el «abracadabra» de Quirrell... Eso significa que hay otras cosas custodiando la Piedra, además de Fluffy, probablemente cantidades de hechizos, y Quirrell puede haber hecho algunos encantamientos
anti-Artes Oscuras que Snape necesita romper...

—¿Quieres decir que la Piedra estará segura mientras Quirrell se oponga a
Snape? —preguntó Lena alarmada —En ese caso no durará mucho...

Cada vez que pasaban por el pasillo, los chicos apoyaban las orejas contra la puerta, para ver si Fluffy estaba gruñendo, allí dentro. Snape seguía con su habitual mal carácter, lo que seguramente significaba que la Piedra estaba a salvo. Cada vez que Harry se cruzaba con Quirrell, le dirigía una sonrisa para darle ánimo, y Lena les decía a todos que no se rieran del tartamudeo del profesor. 

Sin embargo, la pelinegra tenía otras cosas en mente. Cada vez faltaba menos para los exámenes finales y debía organizarse. Además, los gemelos solían ponerse más pesados en esta época del año; los amaba, pero a veces la sacaban de sus casillas.

— Lena ¿qué es ese color horrible en tus uñas? — susurró George en un tono dramático. Se encontraban en la biblioteca, tratando de terminar todas las tareas que los profesores les habían dejado para las vacaciones de Pascua.

— Querida, el color Slytherin está pasado de moda.— comentó su gemelo.

La chica observó sus manos y efectivamente sus uñas estaban pintadas con un lindo tono verde esmeralda. Incluso si te ponías a la luz, emitían un pequeño brillo.   

No hizo caso, y siguió anotando cosas en su pergamino.

— Deberías cambiarlo, en serio, no quiero que me vean con la chica que no sabe los colores de la temporada. — siguió diciendo Fred, con una voz afeminada y cierto tono repugnante.

Lena suspiró. Con un ligero movimiento de varita, apuntó a su mano y susurró: Multicorfors.

— Los de Ravenclaw me caen bien, pero el azul no es de mis favoritos. — George tomó asiento a su lado, y susurrando el mismo hechizo, apuntó a las uñas de su amiga y cambió el eléctrico azul a un bello escarlata.

— Ahora si. Combinan con tu corbata y todo. — Fred hizo una pausa— Tal vez... combinaría más si...

Observó a su gemelo, quien al parecer ya descubrió lo que se traía en manos su hermano, porque le dirigió una sonrisa divertida y asintió con su cabeza.

— Multicorfors... — susurró en un tono casi imperceptible, apuntando al cabello de Lena.

Para la suerte de ambos pelirrojos, la chica traía atado su cabello en una coleta, por lo que no se dio cuenta de lo que acababa de pasar.