El pasillo del tercer piso.

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Al bajar del tren, Lena se dirigió a los carruajes conducidos por Thestrals junto a los gemelos, yendo así hasta el castillo. Por el camino observó todo a su alrededor, nunca se cansaba de ver la oscura maleza o el frío y cristalino lago. Hasta un escarabajo cruzando por la rueda del carro era interesante para ella.

Se recostó en su asiento, cerró los ojos y escuchó la lluvia caer. Los abrió, giró la cabeza hacia atrás y observó por la ventanilla los botes de primer año. Por alguna razón, el agua no mojaba a los alumnos, sino que chocaba contra un techo invisible y caía hacia los lados.

Al llegar al Gran Salón pudo presenciar la Ceremonia de Selección, donde Ron y Harry quedaron en Gryffindor (al igual que el chico del sapo) y Draco Malfoy en Slytherin.

Albus Dumbledore se había puesto de pie. Miraba con expresión radiante a los alumnos, con los brazos muy abiertos, como si nada pudiera gustarle más que verlos allí.

— ¡Bienvenidos! — dijo — ¡Bienvenidos a un año nuevo en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero decirles unas pocas palabras. Y aquí están ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco!... ¡Muchas gracias!

Se volvió a sentar. Todos aplaudieron y vitorearon. Lena comenzó a reírse ante la actitud de su padre, cada año le sorprendía las cosas que podía llegar a hacer.

— Está... un poquito loco, ¿no? — escuchó. Dirigió su mirada hacia la derecha y pudo notar a Harry hablando con Percy.

— ¿Loco? — dijo Percy con frivolidad — ¡Es un genio! ¡El mejor mago del mundo! Pero está un poco loco, sí. 

— Es bastante original a la hora de dar un discurso. — comentó la pelinegra mientras se dirigía un pedazo de estofado a la boca. 

Harry se sonrojó y, pensando que había ofendido a la chica, se disculpó. Ella solo reía:

— No te preocupes, se que a mi papá le faltan algunos tornillos... Aquí me tienes, como prueba de ello. — y estampó su mano en la cara de Fred. 

— ¿Qué se supone que haces? — preguntó este, sobándose la nariz. 

Lena le sonrió y continuó comiendo, observando a George riéndose y a Harry con una expresión confundida, mientras que Percy solo negaba con la cabeza murmurando algunas cosas.

Harry se quedó con la boca abierta. Los platos que había frente a él de pronto estuvieron llenos de comida. Nunca había visto tantas cosas que le gustara comer sobre una mesa: carne asada, pollo asado, chuletas de cerdo y de ternera, salchichas, tocino y filetes, patatas cocidas, asadas y fritas, pudin, guisantes, zanahorias, salsa de carne, salsa de tomate y, por alguna extraña razón, bombones de menta.

— Eso tiene muy buen aspecto — dijo con tristeza un fantasma observando a Harry mientras éste cortaba su filete.

— ¿No puede...?

— No he comido desde hace unos cuatrocientos años. No lo necesito, por supuesto, pero uno lo echa de menos. Creo que no me he presentado, ¿verdad? Sir Nicholas de Mimsy-Porpington a su servicio. Fantasma Residente de la Torre de Gryffindor. Oh ¿cómo estás Lena?— dijo mientras saludaba a la chica con su mano.

—¡Yo sé quién es usted! — dijo súbitamente Ron — Mi hermano me lo contó ¡Usted es Nick Casi Decapitado!

—Yo preferiría que me llamaran Sir Nicholas de Mimsy... —comenzó a decir el fantasma con severidad, pero lo interrumpió Seamus Finnigan, un chico de pelo color arena.

— ¿Casi Decapitado? ¿Cómo se puede estar casi decapitado?

Sir Nicholas pareció muy molesto, como si su conversación no resultara como la había planeado.

[EN PAUSA] Lena Dumbledore y la Piedra Filosofal. (LD1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora