El Descubrimiento Del Cambio

La dureza de una niña

Al día siguiente me desperté revitalizado con mucha energía, y me dedique a organizar un poco las cosas e ir a por los libros de todos antes de que los demás se despertasen: mis libros del ultimo año de instituto, los de Jack del penúltimo año y los de Ruth del primer año de la escuela. Cuando llegué aproveche para preparar un desayuno para todos -aun era bastante temprano- y darme una ducha.
Una vez yo había terminado de desayunar nadie había bajado aún, así q decidí ir a correr y entrenarme un rato. Me puse una camiseta ceñida, un pantalón corto, mi reloj y salí a correr por los alrededores.
Durante mi paseo me fije en q necesitaban un empleado en una cafeteria, y al preguntar horarios me ofrecieron uno bastante flexible: eso me permitiría combinarlo bien y continuar entrenando y estudiando, así que lo acepte y, de camino, vi una casa pequeña pero con jardín. Entre a verla y era una casa perfecta para nosotros: tenia 3 habitaciones, 2 baños, un salón comedor, una cocina con barra para desayunar y un despacho. Pregunte por el precio, y comencé a barajar posibilidades.
Volví hasta casa pensativo en lo q iba a hacer, pero de repente una imagen me heló la sangre, era Steisy cogida de la mano de un pringao. Ella no tenia familiares masculinos, de eso estoy seguro. ¿Quien era ese tío?
-Steisy- llamó su atención, y vi como de repente se puso blanca al verme.
La conversación fue corta pero concisa, directamente decidió destrozar mi corazón. Ella nunca me quiso, solo quería mi popularidad y yo, iluso de mi, le cedí mi corazón para que lo rompiera.
Volví hasta el piso con toda la agilidad que me permitían mis agotadas piernas, me tumbé y empecé a desarrollar las distintas posibilidades que tenía.
Tres horas después lo tenía claro, comenzaría a trabajar en el café que se sitúaba al lado del viejo orfanato en el que ayudaba antes de todo esto. Gracias a esto tendríamos el dinero necesario para cambiarnos a la otra casa, la cual nos permitiría vivir a todos con mucha mas comodidad de la que teníamos ahora.
Me levante decidido de la cama y reuní a los demás para comunicarles la situación. El único problema existente era Ruth.
-Ruth no vamos a comprar un perro- respondía Jack, exasperado, por quinta vez.
-Mamá dijo que si nos mudábamos podría tenerlo- dijo, e indignada se cruzo de brazos
Para tener cinco años, era peor discutir con ella que con cualquier adulto.
-Esta bien- dije cansado- vamos a por el mald...- recordé que apenas era una niña, suspire y sonreí irónico- al adorable perrito.