Capítulo 3

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Como quisiera mi amor, tenerte otra vez entre mis brazos, para no dejarte nunca ir. Fue algo inesperado, algo que ella no pensó revivir en cuarenta años. Mi corazón no me permitirá dejarte morir aquí. Lo tomó entre sus brazos y lo arrastró hasta el fondo del lago donde nadie nunca pueda encontrarlo... Quiero salir, quiero que me lleves contigo, por favor, no me dejes aquí.

Esa noche había una luna llena, branca y redonda, Aday salió del agua cuando ya nadie estaba cerca, no podía olvidar al joven de los últimos dos días, su mente solo podía reflejar su rostro y la sensación de sus labios sobre los de ellos. Se sentó a la orilla del lago contemplándolo y recordando, hasta que una voz la sacó de sus pensamientos.

— ¿Qué haces Aday? Es invierno, hace frió ¿O ya no lo olvidaste?

—El agua siempre está fría, señorita Drider.

—Puedo tejerte un abrigo para que no pases frío—ella simplemente no respondió— ¿Sabes? Te concederé un deseo.

— ¿Un deseo?

—Sí, tu de verdad quieres ver a ese joven ¿Cierto? Y después de la bueno comida que me diste, es lo menos que puedo hacer—sus talares negros cubrían las ocho patas y trasero de araña que tenía de la cintura para abajo.

—Señorita Drider, disculpe si la ofendo con esta pregunta, pero... ¿Usted intentó atraer al joven el día de hoy?

— ¡¿Cómo crees?! Es increíble que después de dejarte con vida creas que comeré algo que no me hayas dado. Parece que en cuarenta años todo se olvida.

—No señorita, no quise decir eso, por favor discúlpeme.

—Está bien. Entonces te tejeré un bonito vestido para que cubras tus aletas. Haremos esto, yo te permitiré ir a tierra a cambio de que tú me traigas comida ¿De acuerdo?

—Pero, no será fácil conseguir que los humanos pasen el puente, señorita.

—Ese no es mi problema ¿Quieres ir, de verdad lo quieres?

—Sí, señorita—bajó la cabeza aceptando la propuesta.

—Perfecto—hizo ademan de irse pero se volvió hacia ella— ¡Ah! Antes de irme. Toma—le entrego en mano una navaja— Córtate tu misma la aleta, así será más sencillo—luego de decir eso se marchó. Aday contempló con algo de temor el cuchillo, pero no se retractó. Acercó su filosa punta al comienzo de su aleta y lo clavó con fuerza, sin embargo no pudo evitar un horrible grito de dolor, pero no se detuvo, siguió cortando la carne hasta que al fin logró partirla en dos, toda la sangre que tocaba la húmeda tierra corría hacía el agua tiñéndola de rojo puro. Esto tardó casi toda la noche, pero no se obvio un detalle.

Esa mañana hacía frío, miré con cuidado por la ventana sin dejar que saliera mucho el sol, estaba nevando, era nieve pesada cubría todas las carrosas y árboles. Me quede contemplando unos segundos hasta que algo me llamó la atención, era una mujer de cabellos rojos y ondulados, piel muy pálida y llevaba un hermoso vestido blanco. Ella caminaba raro, era extraño, parecía como si fuese una persona leseada que no había caminado en años, en un momento cae y decidí correr a ayudarla, salí de la casa a toda prisa y la levanté del brazo posando una de mis manos en su cintura, cuando su rostro se descubrió y me miró con unos hermosos ojos café, era ella... era la misma mujer de hace dos días atrás.

Notas de Autora: Muy buenas! Espero que estén disfrutando de esta novela, un saludo grande a todos!! Nos vemos en el próximo capítulo!


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