Capítulo 1.

70 7 2
                                    

Me encontraba en mi casa de toda la vida, en Valdecabras.
No lo sentía como mi hogar, no puedo describirlo porque ni si quiera yo lo sé.
Es lo que trato de descubrir cada día.
Puedo ver aquello que los demás no ven. Veo rostros y todo se vuelve oscuro, fantasmas que me acechan pero que soy capaz de parar.
Al principio me costaba apartarlos pero conseguí crear una barrera entre el mundo de los vivos y los muertos.
No sé cuánto tiempo podré conseguir apartarlos pero mientras tanto así está bien.
Me desperecé de la cama y bajé a desayunar. Mi madre ya tenía todo preparado cuando me senté a la mesa.
No tengo padre, mi madre nunca ha querido hablar de ello y yo lo acepté.
No puedo decir que añore algo que nunca he tenido por lo tanto me contento estando las dos solas.
- He estado investigando Aura y sigo sin tener ninguna pista.
- Ya lo descubriremos mamá ¿Localizaste a la médium?
- No. Al parecer nadie sabe de ella y los que la conocen no la volvieron a ver desde que tuvo la cita con nosotras. -
Es raro que desaparezca después del aviso que nos dió.
Solo me queda pensar que fue por nuestra culpa, aquella persona que me busca dió antes con ella.
Estoy asustada y sé que mi madre también lo está, aunque no lo diga.
- Mamá, deberíamos largarnos de aquí y buscar un lugar seguro.
- Este es nuestro hogar y no nos va a pasar nada malo.
- ¡Eso no lo puedes saber! Estoy cansada de estar viva y no poder vivir. Vivimos encerradas y no he llegado a conocer el mundo. Ni si quiera tengo amigas.
- Aura vas al instituto, conoces a gente y sabes que eso es todo lo que te puedo permitir.
- Por la manera en la que me tratas nadie se quiere acercar a mí por miedo a que les hagas algo. ¡Se piensan que estamos locas! ¡Locas mamá! - sentía como ardía en enfado - y me volveré loca de verdad si seguimos así - esto último lo dije en un susurro. Sabía que me estaba pasando pero no lo podía ocultar.
- Está bien, déjame que medite sobre esto.
Por lo que se ve ese fue el fin de esta conversación.
Se levantó se puso a recoger y se marchó al bar de enfrente a trabajar, eso sí cerrando bien la puerta con llave.
Decidí investigar. Me metí en miles de páginas que hacían referencia a personas que veían fantasmas pero nada que me ayudara. Ni si quiera conseguí encontrar a alguien que le pasase como a mí.
Muchas veces me he preguntado que quizá todas mis respuestas me las puedan dar en el mundo de los muertos.
Tengo miedo a volverme loca, tengo miedo a no poder regresar al mundo en el que pertenezco. Tengo miedo de no volver a ver a mi madre.
Si la convenciese de irnos todo sería mejor. Tengo un pálpito que me dice que me vaya, que sino me voy me van a encontrar.
Me voy a la cama para poder olvidarme de mi vida.
Sin darme cuenta caigo en otra de mis pesadillas.
Me encuentro en el mismo lugar de siempre, en un bosque oscuro, de noche y sola.
Veo a personas que se acercan poco a poco a mí, rostros conocidos y otros que todavía no conozco.
Gritan mi nombre, me llaman como si yo fuese su salvación.
Sollozos desgarrados, aquellas miradas tristes y llenas de angustia que son incapaces de poder pronunciar otra palabra que no sea mi nombre.
Les hablo y les pregunto "¿por qué?", "¿por qué yo?". No recibo ninguna respuesta.
Y en el momento que se acercan todos y uno me toca, el sueño desaparece y me despierto. Así son mis sueños, sin un más o sin un menos.
Me despierto sobre saltada con lagrimas corriendo por mis mejillas.
A veces me pregunto si alguna vez esto parara, si alguna vez tendré una vida normal, rodeada de gente normal.
No hay hueco para mí en este mundo y mucho menos en los corazones de las personas, ¿quién querría relacionarse con una lunática? Nadie, ese es el problema.
Me visto rápidamente y me recojo el largo pelo negro en un moño lo más rápido que puedo.
No quiero seguir sola, necesito ver a mi madre.
Cierro la puerta de casa con llave y me dirijo trotando al bar de enfrente. Me hace gracia el nombre  "La oscuridad de medianoche" claro que igual es irónicamente.
Antes de cruzar la calle siento que alguien me mira y no me quita ojo, da igual si salgo corriendo y me escondo que esa sensación seguirá estando.
Siempre que salgo de casa la siento, no sé si es un poder extraño que tengo o porque de verdad alguien me vigila y me sigue. Otra razón más para volverme loca.
Termino de cruzar corriendo la calle y entro en el bar.
Es un bar acogedor, todo de madera. El suelo, las paredes, el techo, la barra, las sillas..
Me siento en una banqueta enfrente de la barra y en cuanto mi madre me ve se acerca a mí.
- ¿Qué haces aquí Aura? ¿Qué te tengo dicho?
- Lo siento, no he podido evitarlo.
- A vuelto a pasar, ¿verdad?
- Sí, por eso quiero irme. Cambiar de aires. No te lo pediría si no fuese serio.
- Mónica, atiende las mesas ahora mismo. - y ya llegó el jefe de mi madre. Me odia. Ha intentado quedar con mi madre mil veces y por mi culpa lo ha rechazado.
- ¡Ya voy! - grita y baja más el tono de voz para hablar conmigo - tomate algo y que lo pongan en mi cuenta, dentro de 20 minutos salgo y hablamos sobre el tema tranquilamente.
- Está bien.
Le pido a la de la barra una fanta de naranja y saco mi bloc de notas.
No tengo nada más apuntado que preguntas y ninguna respuesta.
Hemos buscado en internet, leído libros y buscado a gente y nada.
Deberíamos irnos y lo voy a conseguir. Voy a encontrar un lugar seguro para las dos.
Cuando llegamos a casa mi madre se va a la cocina a preparar dos tazas de chocolate caliente, siempre lo prepara para conversaciones serias intentando que así se haga más ameno.
La espero sentada en el sofá con la idea de convencerla y desaparecer de este lugar que jamás ha sido nuestro hogar.
Mi madre es huérfana desde que tiene memoria por lo que ha estado con un montón de familias de un lado para otro y entiendo que ahora que tiene una casa se quiera quedar aquí hasta el fin de sus días.
Yo no puedo quedarme, sé que fuera de este pueblucho hay un lugar esperándonos y puede que encuentre allí todas las respuestas.
Mi madre se sienta a mi lado y me ofrece una de las tazas, sacándome así de mis pensamientos.
- ¿Por qué deseas tanto irte?
- Porque sí, así lo siento. Aquí nos conoce todo el mundo, quiero ir a otro lugar para empezar de cero. Quizá en ese lugar encontremos todo lo que buscamos.
- El problema no es que encontremos lo que buscamos, es que te encuentre a ti. ¿Dónde dices que quieres ir?
- No nos encontrarán, te lo prometo.
- ¿Cómo puedes estar tan segura de ello?
- Porque nunca lo permitiré. Sé que si algo malo va a pasar, lo sentiré. Simplemente lo sabré.
Su mirada se entorna triste y disgustada. Me duele en el alma no poder quedarme y fingir que nada pasa, pero no puedo hacerlo.
- Cuando encuentres ese dichoso lugar avísame.
Y dicho eso se levanta y se marcha a su habitación dejándome a mí como si fuese culpable.
Quizás debería marcharme yo sola y dejarla vivir en paz, sin atormentarla con mis sueños o con lo que a mí me pasa.
Quizás esté más segura sin mí aquí.
Podrá tener novio, hijos y un hogar estable, con la vida que ella siempre ha querido.
Voy a mi cuarto a recoger mis cosas para irme a ese lugar que me está esperando y que pronto encontraré.

Mis demonios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora