Me desperezo de la cama y me doy una ducha rápida antes de ir al instituto Misericordia.
Misericordia deberían tener conmigo al tener que aguantar a tanta gente nueva y más a adolescentes con las hormonas descontroladas.
Es un edificio alto de ladrillos, con un toque clásico y bonito, no tiene ni punto de comparación con mi antiguo instituto en el que solo entrábamos unas 200 personas.
Es pronto por lo que al entrar no hay nadie por los pasillos y me dirijo a recepción siguiendo las flechas.
Después de rellenar unas hojas, firmar y de que me entreguen el horario, me dirijo a la primera clase a la seguro que ya habrán llegado unos cuántos alumnos.
En efecto, entro y doy las gracias al conserje que me ha acompañado y me siento al fondo sin mirar a nadie.
No me queda más remedio que alzar la cabeza porque tengo la sensación de que alguien me mira, y al alzarla veo a todo el mundo contemplándome. Doy un largo gruñido y vuelvo a agachar la cabeza hasta que una rubia despampanante entra en clase como una exhalación. Y no es nada más ni nada menos que mi querida amiga del bar, ¡qué bien!
Al verme me mira con una sonrisa de suficiencia y se acerca hasta mi mesa contoneando las caderas.
- Tenías un montón de institutos que elegir y has elegido el mío.
- Elegido no, es el que me pilla más cerca.
- Qué te quede claro que la que manda aquí soy yo, todos los chicos son míos, todas las chicas son mías y este instituto también es mío, ¿entendido? -
Sin dejarme contestar se da la vuelta y se sienta con otra chica igual de falsa y de postiza que ella.
Lo que me faltaba, tener una enemiga
Llega la hora del recreo y he sobrevivo durante 3 horas con su presencia, por ahora yo creo que podré aguantar hasta final de curso.
Recojo mis cosas y me dirijo al comedor.
Barbie Malibú ya está sentada con sus discípulos en la mesa más grande y no puedo evitar fijarme en Hugo.
Esperaba que no fuese a este instituto o que si fuese, no se sentase con los que a partir de ahora serán mis enemigos.
Paso por su lado y no me percato de que hay un pie a la espera para hacerme la zancadilla. Me caigo al suelo y todo lo que llevo en la bandeja se cae.
No sé que me molesta más, si haber hecho el ridiculo en mi primer día de clase o que me hayan jodido el almuerzo.
- Ten cuidado, mira por donde vas.-me dice barbie malibu 2. Todos
se ríen como si hubiese dicho algo gracioso.
Me levanto y mi furia aumenta al ver que Hugo tiene una sonrisita en la cara.
Ojalá se cállese de la silla y se le borrase la sonrisita.
La silla se mueve y Hugo cae de culo al suelo.
Intento esconder la sonrisa que ahora se ha formado en mi cara y me dirijo fuera del comedor.
Un brazo me frena y al girarme veo a Hugo mirandome con el ceño fruncido.
- ¿Cómo has hecho eso?
- Yo no he hecho nada, la próxima vez borraras antes la sonrisa y el karma no te lo devolverá.
- No me estaba riendo de ti. - me dice buscando mi mirada como si de verdad le molestase que pensase eso de él.
- Pues no lo parecía, ahora si me disculpas dejo que te vayas ya con tu maestra y los demás discípulos. - me suelto de su agarre y voy a finalizar esta mierda de mañana.
Ya en el portal me acuerdo que después de clase empezaba las prácticas del bar, lo que menos me apetecía era volver a ver la cara de la barbie.
Entro al bar y me sorprende ver a tanta gente comiendo.
Me acerco a la barra y al que menos me esperaba ver era a Hugo.
- ¿Está barb.. digo Amelia?
- Hoy es su día libre, yo te enseñaré cómo funcionan las cosas y te presentaré a tus compañeros.
- ¿Eres el dueño?
- Sí, es heredado y soy mayor de edad como para poder llevar mi propio negocio.
Se da media vuelta y me hace un gesto con la mano para que le siga por detrás de la barra.
Pasamos por una cocina que tiene más pinta de restaurante que de bar y al pasar, me saludan con la cabeza los que van a ser mis compañeros.
Me lleva hasta unos vestuarios y en cuanto ve que no hay nadie cierra la puerta.
- Aura quería volver a disculparme por lo ocurrido. No soy de disculparme así que deberías de sentirte halagada. Sé que Amanda no es de tu agrado, pero en el fondo es buena persona.
- Esto no está siendo fácil para mí y no intento hacerle la vida imposible a nadie pero estoy viendo que ella si quiere hacérmela a mí. No espero una amistad, solo quiero que me deje en paz y me ignore como yo hago con ella, ¿no es tan dificil verdad?
Se acerca más a mí y me retira un mechón de pelo de la cara, con suavidad.
- Mientras yo esté aquí no pienso dejar que nadie te pisotee. Espero que algún día te fíes de mí y me puedas contar que te ha pasado para estar tan sola y tan perdida.
- No puedo contártelo.-
Suspira y se aparta, se dirige hasta la puerta y antes de abrirla y marcharse, se da la vuelta.
- A veces puedo llegar a ser paciente, haré una excepción contigo. Ahora cámbiate y ponte la ropa que está en el banco. Reúnete conmigo en la barra.-
No me gustaría contarlo, me gustaría ser una persona normal y sin problemas, o por lo menos sin problemas tan graves.
Me cambio y salgo fuera.
Después de explicarme cómo funciona el bar, cómo preparar copas y donde se encuentra todo, me pongo a trabajar.
Sin darme cuenta el tiempo ha pasado volando y mi turno ha terminado.
Me dirijo a los vestuarios y me cambio y ya fuera en la calle, sale un chico rubio del bar.
- Hola, veo que Hugo no nos ha presentado. Me llamo Eduardo y trabajo de camarero.
- No me ha presentado a nadie, tampoco hemos tenido tiempo. El bar estaba hasta arriba.
- Siempre ha sido muy conocido y entre todos lo hacemos lo mejor posible, nos va bien. Podríamos quedar una tarde e ir al cine o a tomar algo y así poder conocernos. - me dice con una sonrisa pícara y los ojos negros azabaches brillantes.
- Pues la verdad es que..
- No, no puede. - contesta Hugo saliendo del bar y con cara de pocos amigos.
- Perdón jefe, no sabía que era tuya.
- No soy suya, pero de todas formas te iba a decir que no, me he mudado y tengo que ponerme al día con los estudios.
- Esta bien, ya nos veremos por aquí.
Me giro y veo a Hugo con una sonrisa de listillo y a Eduardo marchándose con las manos en los bolsillos.
- ¿De qué iba eso de que soy tuya?
- He dicho que iba a protegerte y eso estoy haciendo.
- Pues no lo hagas, no he podido tener amigos nunca y me gustaría dejar de sentirme sola y poder ser feliz de una vez por todas. Si esta va a ser tu manera de protegerme no quiero que lo hagas.
Se me escapa una lágrima y me apresuro a subir a casa y meterme en la cama. Poniéndole fin, a este asqueroso día.
ESTÁS LEYENDO
Mis demonios.
FantasyTodo comenzó cuando era pequeña. Mi madre habló con una médium y fue advertida de que debería esconderme. Protegerme. ¿Protegerme de qué? Esa siempre había sido mi duda y estoy segura de que mi madre también la compartía. No lo supe hasta aquel día...