Capítulo 1

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Estar en un aeropuerto en plena mitad de semana no es precisamente el paraíso turístico como imaginé. Habían cientos, tal vez miles de personas que iban de aquí para allá con equipajes de todos los tamaños y con todo tipo acompañantes.

El día del pesado viaje había llegado en un abrir y cerrar de ojos, tan rápido, que cuando pude percatarme de que faltaba solo un día, me di cuenta de que ni las maletas había preparado.

Estaba nerviosa, movía mis piernas con insistencia contra el suelo como si estuviese tocando el bombo de una batería.

Finalmente cumplí mis veinte años, y como lo prometí, junto con mi mejor amiga iríamos a vivir a Londres, a conocer la ciudad de mis sueños.

Llevábamos más de tres horas esperando en el aeropuerto y ya estaba muy cansada de caminar sola por el lugar por lo que decidí regresar con Dakota y sus dos nuevos amigos a seguir esperando nuestro vuelo.

—¿Y dónde se quedarán? —oí que el rubio, Jimmy, preguntó con interés a lo que mi amiga se encogió de hombros mientras negaba.

—Supongo que en un hotel mientras encontramos un departamento —le respondió ella coqueta.

Dakota era una mujer realmente hermosa. Me llevaba cuatro años y los tenía muy bien puestos ya que con el escultural cuerpo parecía ser una simple joven de diecinueve.

—Pueden quedarse con nosotros —esta vez habló su amigo moreno, Mark, dirigiéndose a mí.

—Oh, ni siquiera lo sueñes —le corté de una, sin darle importancia.

—Oh, vamos. La pasaremos muy bien —respondió Jimmy y pasó sus brazos por los hombros de Dakota para atraerla a él.

Suspiré exasperada.

—Me encantaría, pero de verdad, no —respondió ella de mala gana, soltándose de su agarre.

Él, confuso, se encogió de hombros a la par que Mark.

—«Pasajeros del vuelo 57 con destino a Londres, favor abordar el avión...» —la voz femenina de los altavoces nos indicaba que debíamos partir.

Me puse la mochila al hombro y tomé mi otra maleta para arrastrala con sus rueditas detrás mío. Dakota, aún mirándome mal, hizo lo mismo cogiendo sus pertenencias y vino junto a mi girándose a los chicos.

—Bien, muchachos, adiós —me despedí, llevandome los dedos índice y corazón a la frente.

Ambos chicos imitaron mi acción y luego la mirada de Jimmy se centró en mi escultural amiga quien no disimuló en lo absoluto cuán embelesada estaba.

—Adiós, Jim —suspiró muy audiblemente, perdida en la mirada del rubio.

—Adiós, cariño —él, como respuesta, le guiñó un ojo haciéndole empeorar en su estado.

Ante la ridícula escena que presenciaba, puse los ojos en blanco y halé de ella hacia donde debíamos, y tras varios minutos ya habíamos abordado el avión.

El sitio era impresionantemente grande y pulcro. Los asientos estaban ocupados de forma aleatoria y algunos de los pasajeros parecían estar ansiosos por emprender el vuelo, mientras que otros parecían no querer hacerlo en lo absoluto.

—¿Viste lo guapo que era Jim? —comentó Dakota una vez que tomamos nuestros asientos y nos acomodamos, listas para partir.

—¿Es en serio? Pero si son unos idiotas... Ah y también son feos —respondí, asqueada, haciendo una mueca extraña.

Dakota entornó los ojos.

—Oh vamos, Ashley. Si no dejas de pensar en tu Gwilym, Gwy... o cómo se llame, nunca conseguirás un novio de verdad —alzó los hombros para luego dejarlos caer con sutileza.

Desvié la mirada de la ventanilla, hacia ella.

—Escucha. Si no tengo novio no es porque no pueda, sino porque no quiero, que es distinto —negué cruzándome de brazos y luego tomé mi celular para observar mi fondo de bloqueo.

Era Gwilym tocando su guitarra, como Brian May. No pude evitar sonreír embobada. Era realmente idéntico a él.

—Miralo, es feo... y mayor —negó con la cabeza mientras reía.

Ella era muy insistente en cuanto a mi status. Quería, deseaba y anhelaba que yo tuviera un novio. Dakota era una chica cuyo cuerpo y personalidad le llenaban de pretendientes. Tenía muy por encima de mí las ventajas de conseguir un chico.

—¿Bromeas? Mira sus brazos, dios, esos brazos que deseo que me envuelvan. Su cabello, lo alborotado que es. Cuando lo despeina mientras toca, ese cabello que quisiera enredar entre mis dedos; sus labios, son tan rosados y... sus piernas, desearía poder sentarme en ellas. ¡Demonios! ¡Es perfecto! —suspiré dejándome caer en el asiento.

Dakota me miraba con los labios entreabiertos y las cejas decaídas. Estaba segura de que yo era tan patética.

Me alteraba demasiado que pusieran a prueba lo que Gwilym significaba para mí. Y hablar de él, y de lo que para mí son todas sus virtudes, me ponía loca.

—¿Sabias que el sábado harán una presentación en una convención de Londres? —sonrió maliciosa desviando el tema central.

—Sí. Haré de todo para poder ir, debo conseguirme un pase para conocerlo en persona —tapé mi cara con mis manos, ciertamente frustrada ante la idea de no conseguirla.

Y es que ese era mi mayor sueño: conocer a Gwlym. Poder abrazarlo y decirle cuanto lo amaba. También ver al resto del elenco, por supuesto, y comprobar, quizás, si realmente la nariz de Joe era tan grande.

Desde el estreno de Bohemian Rhapsody, hacía ya casi un año, provocó que sintiera todo esto que siento ahora. Desde ese día mi vida ha dado un brinco, comenzando con un sueño que siento que realmente debo cumplir.

—Pues deberias empezar a trabajar para ello —se burló.

—Traigo dinero, tonta. A la mierda el trabajo. Me arriesgaré por Gwi —comenté decidida.

Dakota estrelló su palma, contra su frente.

#

—Llama a un taxi.

—Bien. Ahora voy a buscar a algún taxista —Dakota gruñó y fue a la parada a preguntar pir alguno.

—¡Apurate! —grité riendo, molestándola.

Estaba esperándola mientras observaba el lugar, vaya que era genial todo en Londres. Vi un local de ventas donde podía adquirir las entradas para la convención y un pase VIP. Sin pensarlo dos veces me acerqué con prisa.

—Buenos días, ¿tiene boletos para la convención donde participará el cast de Bohemian Rhapsody? —pregunté ansiosa y esperanzada.

—No, lo siento, ya no me quedan. Están agotadas en todas partes —el hombre suspiró con cierta pena y alzó sus hombros para después dejarlos caer de vuelta.

—Demonios —murmuré molesta y algo decepcionada.

—El chico de allá se llevó los últimos que me quedaban. Tal vez logres negociarle alguno —me sugirió y sonrió.

Asentí, considerandolo, y le agradecí. Volteé y dirigí la vista hacia el chico que me había señalado, estaba de espaldas, caminando hacia su camioneta. Corrí donde él, iba a negociarle tan sólo una entrada.

—¡Hey, espera! —le grité y éste se detuvo.

Tras una pequeña maratón corrida, logré alcanzarle y cuando vi quien era, simplemente se fué el aire y el uso de la razón.

Fangirl Dream [Gwilym Lee]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora