Una pequeña sorpresa

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Llegó al aeropuerto y lo primero que hizo, fue pensar en tirar su celular, pero pensó que sería un acto inmaduro, y dinero a ella no le sobraba... se sentó en uno de los asientos del aeropuerto y bajó la cabeza y empezó a llorar, ¿por qué tenía que sufrir tanto? ¿Qué había hecho ella para que le pasara todo esto?

Estuvo horas allí sentada, viendo como todo pasaba en frente de ella ¿lentamente? ¿Rápidamente? Eso era lo de menos, pasaban tantas cosas por su cabeza... quería odiar a Erik, pero odiarlo significaba recordarlo, recordarlo significaba amarlo más y a la vez lastimarse más ella misma.

Se levantó de su asiento después de unas cuantas horas y miró la pantalla de información, donde decía que vuelos salían a esa hora, miró, y nada interesante... y pensó, -Quiero ir a Paris... sí, a Paris-

Fue a comprar su pasaje, entre dos horas y media saldría su vuelo. Se sentía tan sola, tan solitaria y abandonada, aunque ahí había muchas gente, ella se sentía la única en ese lugar.

Obtuvo el pasaje y fue al baño, quería refrescarse la cara un poco, al entrar, escuchó llorar a una señora, tendría unos 50 años, aproximadamente, estaba encerrada en uno de los baños, Emily se acercó y le preguntó si se encontraba bien, la señora no respondió, Emily volvió a hablar.

(Emily): -Señora, abra la puerta, quiero ayudarla-

La mujer decidió hablar.

(Señora): -¡Nadie puede ayudarme!- Gritó y siguió llorando con más intensidad aún.

Emily siguió hablándole, intentando convencerla a esa mujer que salga de allí.

Palabras tras palabras, lograron que la señora saliera.

La señora solo quería esconderse... por vergüenza, por discriminación por su color de piel, su ropa, entre otras cosas que las personas que se sienten más que otros, critican.

(Emily): -No llore más- La miró con ternura -¿En qué puedo ayudarla?, cuénteme lo que le pasa-

(Señora): -¡He buscado trabajo por todos lados!- Seguía llorando. –Solo por ser ¡negra! Me lo niegan, no entienden, yo necesito dinero, necesito comer, desde ayer no como nada, no tengo en donde quedarme, y diosito no me ayuda-

(Emily): -Cálmese un poco, lávese la cara e iremos a comer algo y así hablamos mejor más tranquilas, dígame ¿cómo se llama?-

(Señora): -Mi nombre es Rita-

(Emily): -Oh, un gusto, yo me llamo Emily-

(Rita): -Que lindo nombre tiene, jovencita-

(Emily): -Gracias, refrésquese y vamos-

La señora era pobre, delgada, con su ropa toda gastada, rota. Miraba a Emily con la mirada perdida, sin esperanzas.

Fueron hasta un bar que había en el aeropuerto, allí comieron algo y siguieron conversando.

Rita le fue contando todo lo que vivió en su vida, todo por lo que tuvo que pasar, lo duro que ha sido todo, como había sufrido desde niña cuando sus padres la dejaron sola con su hermano pequeño a cargo, los momentos que su hermanito lloraba y lloraba de hambre y que ella no tenía que darle, a veces algún vecino le daba algo de comer, como pasaban frío en la calle en algún rincón de algún edificio o callejón, los peligros que corrían... cuando fueron a prisión por la culpa de su hermano, por querer robar algo para comer en un mercado...

Emily la miraba con tristeza, pero a la vez con ternura, la interrumpió y dijo que le iba a proponer algo, le propuso si quería irse con ella, ya se la arreglarían más a delante, pero que se decida rápido, ya que el avión estaba por partir.

Rita no lo dudó ni un momento, con lágrimas en los ojos y una emoción muy grande le agradeció inmensamente.

(Emily): -Pues nada, te quedarás unos días en mi casa, mientras conseguimos tu pasaporte-

Pasaron los días, y al tener el pasaporte para rita, se fueron al aeropuerto, finalmente se irían...

Justo cuando estaban entregando los pasajes se escuchó una voz... ¡Emily!, quedó quieta por un momento, se dio vuelta y... nada... su cabeza había hecho escuchar la voz de Erik.

Entraron.

De la nada apareció Erik tras de ellas... -¡Emily! ¡Emily!- La señora que trabajaba ahí le habló: -Señor, lo siento, las puertas del avión han sido cerradas, no puede pasar-

(Erik): -Señorita, se lo ruego, déjeme entrar-

-Lo siento, el avión ya partirá-

(Erik): -Por favor, se lo ruego, es solo un momento-

-Le repito, no puedo dejarlo pasar, lo siento...-

Mientras tanto en el avión Emily y Rita conversaban, Emily trataba de distraer a Rita, ya que era la primera vez que se subía a un avión, y estaba asustada.

Erik en el aeropuerto llamó a Emily, le tenía que decir que la amaba, que era un imbécil, y que confiaba en ella.

A lo lejos en una mesa un celular sonaba, se acercó, era el de Emily.

(Erik): -Ahora sí, la perdí para siempre-

Emily fue a buscar su celular en su bolso, notó que no estaba... lo había olvidado en el bar donde estuvo comiendo con Rita.

Después de siete horas y media de viaje, llegaron.

Ocho meses más tarde, Emily vivía en un departamento con Rita, Emily, tenía una galería de arte, pasaba el mayor del tiempo ahí, Rita la cuidaba mucho, era como una hija para ella.

Ese día, su madre iba a venir a verla, así que estaba muy entusiasmada y feliz.

Sonó su celular y atendió.

(Emily): -Hola mamá-

(Su madre): -Hola hija, ¿cómo estás?-

(Emily): -Bien, ¿y tú mamá?-

(Su madre): -Bien, y... ¿Cómo anda el yerno?-

(Emily): -¡Mamá! Ya te dije que es solo un amigo-

(Su madre): -Si, si, ya sé, aún no olvidas a Erik-

(Emily): -No quiero hablar de eso, ¿y a qué hora llegas?-

(Su madre): -No lo sé, yo te aviso, te tengo una pequeña sorpresa, hablé con tu padre, creemos que es lo mejor-

(Emily): -No me gustan las sorpresas, madre, te exijo que me digas que es-

(Su madre): -Ten paciencia hija, ten paciencia-

(Emily): -Está bien, hasta luego-

Llegó un chico... -Hola Emily, ¿cómo estás?-

(Emily): -Hola Joseph-

(Joseph): -Quiero decirte algo-

Casualidad o DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora