El chico de la estación del tren.

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Para Lilian era otro normal día de invierno.

Solo que no era así, no del todo. Ahora ella tenía que tomar todas las mañanas el tren que pasaba cerca de su casa para ir al trabajo, rompiendo la rutina a la que ella estaba tan acostumbrada.

Dios, me perderé el maratón de How I Met Your Mother.

Sí, esa era su mayor preocupación en éstos momentos.

Lilian -o Lily, como le gustaba que la llamaran- tomó su gorro de lana favorito y salió del departamento que alquilaba.

Sonrió cuando sintió el aire gélido golpear con delicadeza su rostro. Ella amaba el clima frío, más que a cualquier cosa, quizás.

Colocó de manera correcta el gorro de lana, ya que el viento casi se lo lleva consigo.

Lily recordó que a unas cuadras del departamento había una cafetería acogedora, que abría a toda hora sus puertas a transeúntes hambrientos. De hecho, escuchó decir a su mejor amigo que hasta alquilaban cuartos para ganar más dinero.

Ella había trabajado ahí por tres meses, más o menos, pero por problemas con las demás empleadas -problemas llamados chisme y envidia- tuvo que dejar de trabajar y buscar rápidamente un trabajo para pagar el alquiler del departamento.

Sonrió con nostalgia al entrar a la cafetería. Le traian muchos recuerdos, tanto buenos como malos. Saludó a Carl, el dueño de la cafetería y su ex jefe. Él se sentía apenado por dudar de Lily de tal manera que hasta la despidió de su cargo como camarera en la cafetería.

-Hola Lily.- saludó él.- ¿Has venido para recuperar nuevamente tu puesto de camarera?

Ella rió secamente, manteniendo su mirada de No me molestes.

-Sabes que no, Carl.- tomó asiento junto a la barra donde él se encontraba-, ahora has algo productivo y tráeme un café con leche.

Carl hizo un ademán de hacer un saludo militar y se alejó a la cocina. Cuando Lily estaba por sacar su libro para matar el tiempo, la cabeza de Carl se asomó por la puerta que conectaba el salón de la cafetería con la cocina.

-¿Una cucharada de azúcar?.- preguntó él.

Lily le sonrió y asintió lentamente.- Exacto.

Él le sonrió antes de entrar de nuevo a la cocina y Lily prestó total atención al libro que sostenía entre sus manos.

(...)

Después de decirle a Carl por décima vez que no tomaría de vuelta su puesto de camarera, Lily salió de la cafetería.

Juntó sus manos y las llevó hasta su boca, sopló entre el hueco que había entre sus pálidas manos e hizo fricción para generar un poco de calor. El clima no era el mejor de todos, pero ella no cambiaba de idea con que el invierno era la mejor época del año.

Comprobó la hora en su viejo reloj de mano:

7:15 am.

Entraba a trabajar a las nueve en punto, pero le gustaba llegar temprano a todo lugar.

Se encaminó hasta la estación de trenes mientras cantaba en voz baja una canción al azar.

El cantar y el amor por la pintura lo heredó de su padre; esas eran las dos cosas que más bien se le daba hacer a Lily.

Caminando por las calles cubiertas de nieve, observando con detenimiento cada edificio o casa que se le cruzaba por el camino y sonriéndole a amables vecinos que le saludaban; Lily se sentía bien. Estaba agusto con su nueva vida. Vivir junto a su insoportable pero a la vez adorable mejor amigo iba mejor de lo que ella pensaba, y no podía estar más satisfecha. Además, las personas que habitaban este inactivo pueblo eran realmente amables y unidas, por lo que no le hizo falta sentir ése aire acogedor que emanaba el lugar.

Finalmente logró localizar la estación de trenes y se sentó en la primera banca que vió a su alcance.

Se sorprendió al ver la cantidad de personas que estaban en la estación. Era temprano aún según su reloj de mano. Ella pensó que era otro de ésos pueblos no madrugadores, pero nuevamente se equivocó, así como también estaba equivocada al pensar que Edimburgo sería un lugar aburrido y sin vida.

Dejó de prestar atención a las personas que estaban en la estación, y fijó su vista en el chico que acababa de tomar asiento junto a ella, al otro lado de la banca dónde Lily se encontraba.

El chico tenía el cabello desarreglado y castaño, su piel era pálida como la de Lily, sus hombros eran anchos y su espalda estaba un poco curvada debido al caminar del chico, que era vago y despreocupado, según Lily.

Inmediatamente ella imaginó como era aquél chico.

Probablemente su pasatiempo favorito sea pasar todas las noches metido en una de esas fiestas clandestinas. Pensó ella, creando una imagen del carácter de aquél muchacho misterioso.

Éso o traficando huevos de tortuga. Éso sí que es de chico malo.

¡Prejuicios!

Ella no debía de estar pensando cosas malas del chico, sus padres le enseñaron a no juzgar a las personas sin antes conocerlas, pero aquí estaba ella, creando quizás una falsa imagen del chico con andar despreocupado.

Al parecer el castaño sintió la intensa mirada de Lily sobre él, porque levantó la cabeza del libro que leía y le sonrió de lado.

Tiene lindos hoyuelos. Pensó la chica, mirando con adoración su sonrisa.

Y tiene unos ojos tan oscuros que intrigan. Ése es el tipo de tonalidad oscura que guarda secretos y demás cosas que te invitan a entrar a una vida privada, sabiendo muy bien que no es de tu incumbencia.

Finalmente, para no ser grosera, Lily le devolvió la sonrisa y con las mejillas rojas -no solo por el frío- desvió la vista hacia sus manos, que descansaban con delicadeza sobre su regazo.

Ella sentía la intensa mirada del chico sobre ella, y comenzó a sentirse incómoda. Metió la mano en su enorme bolso de lana y sacó el libro que anteriormente leía. Miraba de reojo hacia el lugar del chico y notaba que en ocasiones él la veía y se sonrojaba aún más cuando sus miradas chocaban.

Su tren llegó y suspiró aliviada. Se sentía incómoda y a la vez intimidada por la mirada oscura del chico sobre ella, pero no dudó en admitir que sentía atracción por aquel muchacho.

Le dedicó una última sonrisa y sin esperar una de vuelta subió con prisa al tren. Se sentó junto a la ventana y le dió una última mirada al chico, que la observaba con una media sonrisa. Él, al notar que ella también lo veía, se despidió con la mano y fijó nuevamente su mirada en el libro que tenía sobre sus piernas.

Espero que él no esté mañana a mi lado en la estación, no querría toparme con su oscura mirada. Pensó Lily para sí misma.

Ella sabía que no era así, que ella deseaba encontrarse mañana con él para admirar de nuevo su sonrisa y derretirse con sus hoyuelos. Y sentir más intriga por sus oscuros ojos, que definitivamente era lo que más le atraía de él.

¡Hola! ¿Cómo están cacahuetes? ¡Nueva propuesta! Espero les guste el... ¿Prólogo? Sí bueno, es mas o menos éso. Quiero aclarar que ésta es una historia corta, pero quería entrar en detalles conforme a como se conocen Lily y el-chico-misterioso-de-mirada-oscura- (pronto sabrán su nombre).

Hermosa portada hecha por , ¡gracias, sos un sol!

Espero les haya gustado y me apoyen en la trayectoria de la historia.

Buenos/as días/tardes/noches.

All The Love. N

Peter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora