Mi Sirviente Personal (YoonMin)

Capitulo 1.

Sólo podía sentirse aquel olor a alcohol y sexo combinados en aquella habitación oscura, donde no se encontraba nada más ni nada menos que el gran sexy y multimillonario Min YoonGi o mejor conocido como Suga.

Quien no hace poco acababa de tener sexo en su lujosa casa, con una de sus tantas putas o amantes por no decirlo tan feo.

Que en sí tenía miles de ellas que le salían sobrando. Aunque para él sólo era de un rato y las desechaba ya que detestaba la monotonía y después de una semana conseguía una nueva, al fin y al cabo tenía muchas a su disposición.

Pero claro como cualquier otro empresario multimillonario tenía que cuidar su reputación y a sus ex amantes les pagaba para que no abrieran la boca.

Pero eso de tener que hacer lo mismo ya le estaba aburriendo, a la hora de tener sexo ya no sentía como antes. Simplemente algo le faltaba a su vida, necesitaba ese algo que encendiera la chispa que tenia al principio. O tal vez simplemente no necesitaba algo sino alguien.

YoonGi se había terminado de vestir dejando a la mujer dormida en aquella cama. Quien al despertar la echaría de su casa como a las demás. Y así el pelirrojo salió de la recámara para dar un paseo en la calles de Busan.

Y como siempre no había nada interesante afuera para distraerse, sólo le estresaba estar encerrado en aquella gigantesca mansión. Lo bueno era que nadie lo reconocía a pesar de tener una cabellera demasiado llamativa, ese día no quería que lo molestaran, no tenia humor para tener que soportar a la gente.

Estuvo vagando un buen rato y sin más de la nada empezó a llover, haciendo que las personas empezarán a correr para cubrirse y no se mojaran, pero a Suga no le importaba y seguía caminando a pesar de que en las noticias habían dicho que abría sol. Más bien se sentía relajado al sentir las gotas caer sobre él; ya casi no había gente en las calles y las pocas que estaban tenían paraguas. Ya ni sabía hacía donde ir sólo dejaba que sus pies lo guiaran, aunque sabía que si seguia mojandose atraparia un resfriado, así que sin más se encaminaba de regreso a su enorme casa.

Aunque en realidad no tenía ganas de regresar y tener que soportar a la mujer que había dejado en su cama. Todo seguía tranquilo, sólo miraba alrededor suyo como pasaba la gente cubriendose de la lluvia, los puestos de comida donde la gente se refugiaba mientras consumía alimentos, los niños que jugaban en la lluvia aunque sabían que sus padres los regañarian después. Le gustaba salir a caminar ya que así podía concentrarse en sus pensamientos sin que nada los interrumpiera, estaba tan sumido en ellos que sin más sólo pudo sentir como su trasero caía al suelo haciendolo gemir de dolor por aquella caída.

-Mierda- bufo a lo bajo.

-Oh... Lo siento no me fijé, no era mi intención tirarlo, en verdad lo lamento tanto. Dejeme ayudarlo.-Así aquel desconocido le tendió la mano para ayudarlo a levantarse.

No le quedo de otra a Suga que aceptar la ayuda del desconocido, ya que no pensaba quedarse ahí como idiota tendido en el suelo.

-Señor perdone mi torpeza, es que la lluvia esta muy fuerte que no me fijé al correr.-dijo para así hacer una reverencia en señal de disculpa.

-Esta bien no se preocupe, pero para la otra fíjese hacía donde corre.- Hablo lo más serio posible

El desconocido aún seguía haciendo la reverencia y al oír eso se puso derecho y miro a Suga dándole una sonrisa, para así después marcharse. Suga apenas y pudo ver al joven que lo había tirado ya que este tenía una gorra negra que le cubría la mayoría del rostro, sólo pudo ver parte de sus ojos y aquella blanca sonrisa que le había dado. La verdad era que le iba a reclamar al desconocido por tirarlo de aquella manera, pero ese día no tenía humor de nada, ni siquiera de pelear con la gente, así que lo dejo pasar.

Al llegar sólo pudo ver a la chica con la que había tenido sexo vestida con una de sus camisas-la cual le quedaba grande y le cubría la mayoría de las piernas- quien urgaba en la cocina buscando algo que comer.
Por un momento se le había olvidado la presencia de la mujer en su casa. Así como también que sus empleados tenían el día libre. Quiso pasar desapercibido pero no lo logró ya que la mujer se dio cuenta de su presencia.

-Oh.. ya has llegado, se te ofrece algo, tal vez quieres que pida algo de comer... o no prefieres comerme a mí...- dijo la chica con una voz seductora.

-No- dijo con un tono frío- No estoy de humor así que sólo quiero que te quites mi camisa, sabes que odio que las usen otras personas. Así como quiero que te largues de mi casa, ya no me eres útil. Sólo agarra el dinero que te ofrezco y quedate calladita que así estas mejor. Entre tú y yo no pasó nada. ¿Entendido? Ya sabes lo que pasará si no haces caso a mis indicaciones.- Lo dijo muy cruelmente, sin expresión alguna

La chica sólo asintió con una cara de sorprendida y temerosa; y se dirigió inmediatamente a la habitación para cambiarse y así poderse marchar. A lo que YoonGi se dirigió a la ducha quitándose toda la ropa mojada y meterse a bañar para no atrapar un resfriado.

Se sumergió en las gotas que salían de la regadera oyendo como se cerraba la puerta principal, sabiendo que por fin estaría totalmente sólo en su casa. Le relajaba sentir cada gota caliente que caía en su cabeza sumiendose en sus pensamientos y bañandose lentamente. La monotonía que estaba pasando ya le estaba cansando al punto que ya todo le fastidiba, aburría y cansaba haciéndolo más irritante. Ni siquiera el sexo lo satisfacía, al igual también ya le estaba aburriendo. Esa semana ya había desechado a tres mujeres, a pesar de ser las más buenas y hermosas que habían,  con la que acababa de hechar ya eran 4. Claro cada una había firmado un contrato donde no podían decir nada de lo había pasado con él y que cuando ya no las quisiera las desecharia como a una envoltura después de acabarse su contenido.

Sabía perfectamente que algo le faltaba para hacerlo más divertido. Pero no sabía exactamente que era. Se terminó de bañar envolviendo su cintura con una toalla mientras se secaba el cabello dirigiéndose a su habitación encontrandose con la camisa que hace unos momentos tenía puesto la mujer, tirandola al cesto de basura, en verdad detestaba que otras personas se pusieran sus cosas. Se cambió y se dispuso a dormir un poco, no tenía hambre ni ganas de nada y ese día no había mucho trabajo en su empresa. Sin nada que hacer cerró sus ojos dispuesto ya a dormir....