Observando Madrid.

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Dos meses después

Era el día en que iba a viajar a España, estaba emocionada, también algo asustada. Desde el día de la fiesta no había hablado con Isaak, no sabía absolutamente nada de él, prefería que fuera así.
An había salido muchas veces con Arturo en este tiempo y finalmente el le había pedido que fuera su novia, Luci estaba muy feliz por su amiga, alguien como An merecía un gran hombre y Arturo parecía encajar perfectamente con lo que ella consideraba que hacia a uno, esperaba no equivocarse, esperaba que no le rompiera el corazón.

Iba de camino al aeropuerto, estaba a punto de llover, no parecía un día demasiado bonito para viajar durante varias horas, pero eso realmente no le importaba, sus papeles estaban en orden, estaba entrando a la sala de abordaje, no pudo evitar mirar atrás justo cuando estaba entrando, no pudo evitar evocar el recuerdo de cuando le rompió el corazón a la persona que más había apreciado, el se había quedado parado a unos metros, no se movió, no dijo ni una palabra, sólo la miró irse y se quedó allí llorando en silencio. Este recuerdo, causó que se desestabilizara un poco, sintió frío y ese vacío en pecho hace mucho no sentía, desde ese día jamás había vuelto a hablar con Alejandro o sobre el, ya habían pasado dos años y todavía extrañaba a su alma gemela, no romanticamente como el había creído, si no a su hermano, la persona que la acompañó en los momentos más dificiles de su vida.

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Después de un largo viaje por fin había llegado, había estado en España cuando era muy pequeña, por lo que realmente no recordaba mucho, era como llegar a un lugar absolutamente nuevo y a ella le encantaba esto.

Le habían asignado a alguien para que la recogiera en el aeropuerto y también iba a ser su guía.
Este tipo evidentemente odiaba su trabajo, tenia más carisma una tortuga enojada, entonces fue como decidió hacerle un millón de preguntas tontas sólo para molestarlo un poco.

- Roberto, entonces estas seguro que los hombres también comen paella?

- Rigoberto, es Rigoberto! Y sí. Ya te dije que si - ya empezaba a irritarse un poco.

- Es que no tiene sentido, se llama PAELLA! -Dijo haciendo énfasis en la palabra. Era sorprendente que el en serio creyera que Luci era tan tonta, pero al parecer si se lo estaba creyendo y ya la estaba odiando un poco.

Luci decidió dejar de molestarlo y quedarse callada mejor. Entonces miró por la ventana del auto, Madrid era preciosa, una ciudad como muchas a las que había visitado, pero cada una era diferente a su manera, las ciudades eran como las personas, algunas eran totalmente diferentes, y otras aunque eran parecidas podías diferenciarlas porque tenían un toque diferente como la sazón en la comida, los olores eran diferentes, los sonidos eran lo más extraño, no estaba acostumbrada a escuchar los murmullos con ese acento español, pero pronto se acostumbraría, como lo había hecho en México, como lo había en Colombia, como lo había hecho en Inglaterra y como lo había hecho en todos los lugares que había visitado antes.

La editorial le había alquilado un apartamento, consideraron que era mejor que un hotel. Como se iba a quedar dos meses querían que se sintiera como en casa. A ella le encanto el hecho de que se preocuparan por su comodidad, además el apartamento era precioso, quedaba cerca de todo. Tenía una bonita sala de estar, una cocina acogedora y una amplia habitación, la decoración era sencilla, casi todo era blanco y negro excepto por un bonito sofá azul, ese era su color preferido, esta muy contenta porque se sentía realmente como en casa. Había llegado muy temprano apenas eran las 6:30 de la mañana, Rigoberto le había dicho que en unas horas le llevaría el cronograma de la semana, como realmente había dormido bien en el viaje no estaba muy cansada, y como estaba haciendo un bonito día decidió hacer lo que hacia casi todas las mañanas. Salir a correr.
Estaba casi lista, se estaba amarrando el cordón de sus tenis cuando sonó el timbre de la puerta, Rigoberto -pensó. Pero se sorprendió cuando abrió la puerta y en lugar de Rigoberto encontró a Isaak parado en la puerta y vestido con ropa para hacer ejercicio.

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