06;; nightmare

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Esa noche, realmente estaba sola, lo supe en cuanto desperté en el mismo lugar, Scott nunca estuvo ahí para ayudarme, todo lo que había visto era nada más que parte de mi imagincación, excepto aquellas horribles personas que me habían hecho daño.

Era la madrugada, de eso estaba segura aunque había perdido mi celular quién sabe en donde. No tenía miedo de que todo estuviera en completo silencio y oscuro, pero sí de que volvieran por mí, y aún así mis pasos seguían siendo lentos, pues todo mi cuerpo dolía.

Y así finalmente llegué a casa, traté de no hacer ruido, en cuanto crucé el portal los recuerdos de como las luces parpadeaban volvían a mí, tomé aire y de a poco subí hasta llegar a mi cuarto, atranqué la puerta, y raramente, la ventana ya estaba cerrada.

Ni siquiera quería dormir, solo quería estar en un lugar seguro.

Toda la noche estuve dando vueltas en mi cama sin poder conciliar el sueño, cada vez que cerraba los ojos se proyectaba una y otra vez la imagen de los hombres raros, la jeringa, y todo eso era una buena razón para encontrarme asustada y no poder dormir, especialmente si esas cosas se aparecían en mi habitación.

Cualquier ruido extraño que escuchara hacía que me exaltara.

No podía dormir, realmente no podía y tampoco quería.

Volví a escuchar ruedos, como si alguien estuviera caminando en mi habitación, miré a todos lados, no encontré nada, hasta que detuve mi vista en la esquina, justamente cerca del armario.

Grité.

Pues el miedo seguía estando ahí presente.

Mamá se despertó al igual que Scott y entraron asustados a mi cuarto, yo abrazaba a mis piernas tratando de olvidar todo lo que pasó.

—¡Brianna!—Scott corrió a abrazarme, agradecí tanto que lo hiciera, me aferré a él, no quería que se fuera, no quería que me dejara sola.—¿qué pasó? ¿por qué gritaste?

—Creí haber visto algo...—murmuré.

—No hay nada aquí.

—Van a volver.

—¿quiénes?

Y ahí estaban de nuevo; rasguños, crujidos, gruñidos, voces, pisadas. Estaba más que asustada.

Tuve que taparme los oídos porque cada vez se escuchaban más fuertes.


[...]



Se escuchaba como la perilla de la puerta se movía, como si alguien la tomara y fuera a girarla, estaba más que segura de que mi sangre se había ido de mi rostro cada vez que escuchaba algo, mi rostro se encontraba húmedo por el sudor de miedo y el llanto, igualmente, de miedo.

Traté de tranquilizarme y dormir pero igual, tenía miedo de que los doctores aparecieran cuando yo dormía y me inyectaran ese líquido extraño, busqué mi computadora para poder distraerme poniendo algo de música con los audífonos, y cuando la tomé mi mano ardió, entonces me di cuenta de que si tenía una herida, en ambos lados, mis nudillos estaban rojos y tenían uno que otro corte, pero en la palma de mi mano había un raspón, recordé que algo se había clavado una púa.

[...]


Y cuando finalmente el reloj marcó la hora para levantarme y arreglarme para la escuela, no lo pensé dos veces, cuando estaba en la ducha, en la mayoría de mi cuerpo había raspones o moretones, en especial mis rodillas y manos, incluso tenía un pequeño moretón en mi pómulo derecho.

Intenté tardarme lo más posible en peinarme y vestirme, intentando distraerme de todo.

Cuando era la hora de entrada le pedí a mamá que me llevara a la escuela ella, me puso una venda en la mano la cual empeoraba cada vez más, se había tornado de un color rojo, me ardía y me picaba.

Cuando llegué noté a Lydia, Kira, Scott, Stiles y Liam hablando detrás de los autobuses, quería saber de lo que hablaban pero no iba a arriesgarme, ni siquiera debían verme.

Simplemente me fui a mi clase y me senté en la última fila, en la esquina, escondiéndome con mi cabello.

Todo una cobarde y miedosa.

El timbre sonó y mis nervios aumentaban cada vez más, y cuando finalmente entraron Mason y Liam lo único, cobardemente, hice fue agachar más la cabeza cubriendo totalmente mi rostro.

Y por segunda vez dejé de prestar atención en la clase, concentrandome en los sonidos extraños, cada vez me exaltaba cuando escuchaba algo.

Fue entonces que las pisadas y esos raros sonidos que los científicos  emitían llegaron a mis oídos, tal vez lo imagina o tal vez no pero el miedos se hizo presente, por lo que guarde mis cosas y casi salí corriendo del salón, sin ni siquiera pedir permiso o disculparme.

—Señorita McCall, no se puede marchar así—gritó el maestro pero continúe sin hacer caso, sólo quería alejarme de esos sonidos.

Las pisadas cada vez se hacían más fuertes y también más cerca, algo arañaba los casilleros, causando un rechinido bastante aturdidor, voces se escuchaban en mi cabeza, también aturdiéndome, eran muy altas y gritaban, por un momento creí que me dejarían sorda, me detuve para tapar mis oídos y las voces gritaban aún más fuerte, lastimando mis oídos.

—Alto...—susurré, pero no paraban sólo gritaban más y más fuertes, tanto que provocaron que yo misma gritara.

Caí al piso, aún con mis manos en los oídos, comencé a llorar de tanto que dolía, pedí y pedí que pararan de gritar pero nunca se detuvieron. Rugidos, voces, gritos era ya lo que escuchaba.

Creí que me volvía loca, estaba asustada otra vez, así que terminé gritando cuando vi a los 3 hombres de la anoche anterior a metros mío, se acercaban seguros de lo que querían.

Cerré los ojos, esperando su llegada, aunque seguía llorando y sollozando, los gritos nunca pararon, los arañazos tampoco, y mucho menos las voces de los 3 doctores.

Entonces sentí el aroma de Liam en mi nariz, sus brazos rodearon por primera vez mi cuerpo, su mano acariciaba mi cabello, tratando de calmarme, aunque yo no quería abrir los ojos.

—Brianna, mírame—pidió- soy yo ¿bien? mírame, no te haré daño.

—Diles que paren, porque estoy segura de que ellos si quieren dañarme.—susurré, por fin abriendo los ojos—diles que dejen de gritar.

Liam posó sus manos en mi rostro, limpiando las gotas de agua que seguían saliendo de mis ojos.

—¿quiénes gritan?—sentí como algo escurría de mi oído, Liam también lo notó y llevó sus dedos ahí, pude ver que era sangre lo que limpiaba.—Brianna, ¿qué es lo que escuchas?.

Cerré los ojos, iban disminuyendo hasta que no se escuchaba absolutamente nada más que la respiración de Liam y la mía.

— Voces, cientos de voces que gritaban en mi cabeza.—susurré.

Él no dijo nada, se levantó y me tendió la mano, la cual acepté.

—Creo que deberías hablar esto con Scott—sugirió.

No hacía falta buscarlo, estaba frente nosotros.



Corregido y editado.

y tampoco me gustó. Por cierto, Brianna en multimedia.

Beta |l.d /S5| ❴Editando❵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora