Capítulo 6

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Al llegar a tu casa al día siguiente, pensé que necesitabas más tiempo (Aunque no te lo quisiera dar).

Con aquella idea, usé todo mi autocontrol, y después de darte tu bicicleta, traté de marcharme.

Tengo aun, aquí fresca en la memoria, la expresión de tu rostro, tus cejas acongojadas, tus labios fruncidos e indignados, tus ojos iracundos y anhelantes.

Tus palabras aun resuenan en mis oidos, y cada vez que aquel recuerdo viene a mi, el calor en mi pecho regresa junto con un picor de labios.

Fue la primera vez que te besé, entre risas, entre indignación, nos perdimos del mundo entero.

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