Solo tú ~ Gemeliers y tú. Tercera temporada.

Capítulo 19: Sueño.

/Narra Jesús/

Me había extrañado que la tía-abuela de ____ le hubiera mandado a por su desayuno. En todos los hospitales se lo traían las enfermeras, acaso este era especial ¿o qué?

-Bueno chico...- empezó a hablar la mujer.- ¿Supongo que tú también tendrás abuelos no?

-Sí...- dije obvio.

-Y supongo que te hubiera gustado que tu abuelo te hubiera visto cumpliendo tu sueño, ¿no es así?- yo me quedé en el lugar. ¿Cómo sabía eso?- Mi nieta me lo contó.- ahora tenía más sentido la cosa.

-Sí, me hubiera gustado la verdad. Al igual que a mi hermano.- dije.

-Bueno, Jesús. Yo, al igual que tu abuelo, me hubiera gustado ver a mi nieta cumplir su sueño.- dijo. ¿Desde cuando ____ tenía un sueño? Nunca me lo contó.- Pero no creo que pase de esta noche Jesús.

-¿Por qué dice eso?- pregunté.

-Lo he visto en el rostro del médico, chico.

-Oh, lo siento.- susurré.

-Yo se perfectamente por lo que ha pasado mi nieta y por lo que va a pasar cuando yo me vaya, y lo único que yo quiero, es verificar que ella vaya a cumplir su sueño.

-¿Y cuál es su sueño?- pregunté.

/Narra ____/

Prácticamente recorrí todo el hospital con la bandeja para mi tía-abuela. Donde había un vaso de café y un par de dulces.

Desde luego aquí se comía bien, de eso no cabe duda.

Cuando llegué a la habitación escuché las voces de Jesús y mi tía-abuela dentro pero nada más entré se callaron. Cosa que me extrañó.

Jesús al verme preparó la mesa con ruedas que había al lado de la cama.

-Aquí tienes tita.- puse la bandeja sobre la mesa.

-Gracias ____.- me sonrió.- Bueno, si no os importa voy a comer, ¿vale chicos?- nos miró con un poco de pena.

-Si, no importa tita.- no me había dado mucho tiempo a estar con ella pero no importaba, al menos la había vuelto a ver.- Nosotros tenemos que volver ya, supongo.- me acerqué y la abracé intentando no dejar caer nada de la bandeja.

-Oh, vale. Entonces bien.- al separarme Jesús se acercó y le dio esta vez un abrazo.

-Adiós tita.- me despedí con la mano y ella me sonrió. Salimos de ahí y yo me despedí de mi abuela y de mi madre. No nos volveríamos a ver durante un tiempo.

Luego volvimos a poner camino a las afueras del hospital. Jesús llamó a Eva para que alguien nos recogiera.

Y allí afuera, sentados en un banco nos dispusimos a esperar.

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