Capítulo 1: Ian, el bello.

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Entre los más jóvenes corría la leyenda del castillo embrujado. Se decía que hacía más de 200 años ese castillo había sido muy hermoso. Que la gente más importante había pasado por allí, y que cientos de personas habían trabajado en ese lugar. Pero un día de tormenta, la belleza se esfumó y todos desaparecieron. El castillo cayó en desgracia y con él todo el pueblo, puesto que casi todos trabajaban allí.

Los adultos solían decir que por culpa de ese castillo el pueblo era como era. Muy pobre y casi abandonado. Todos los sirviente, al quedar sin trabajo se habían ido, y con ellos más de la mitad del pueblo. Ahora eran considerados un pueblo de gente de mal vivir y peligroso. Ya nadie quería transitar por esos caminos.

En antaño, ese pueblo había sido muy valorado, ya que era el único pueblo antes de llegar al castillo, y por eso todos los caballeros y doncellas descansaban allí o arreglaban su joyas y sus vestidos. Era muy concurrido y estaba próximo a convertirse en un pueblo de renombre. Habían costureros, modistas, tiendas de dulces, florerías. Era un pueblo muy próspero.

Pero un día la dicha se fue y todo cayó en desgracia. El castillo nunca más abrió sus puertas, nadie volvió a recorrer el camino y a pasar por el pueblo. Los negocios decayeron y todos se tuvieron que ir.

Actualmente menos de 200 personas vivían allí. Todos en casas muy pobres y resquebrajadas. A penas la gente podía vender los frutos de sus huertos y sólo había un negocio que vendía leche y queso, traído desde el pueblo más cercano (que de cercano no tenía nada).

Este negocio pertenecía a Don Maurice. Un bondadoso y vigoroso anciano que se dedicaba a viajar entre los dos pueblos comprando y vendiendo lácteos. Don Maurice le tenía mucho cariño a ese pueblo que lo había visto nacer y crecer, y no tenía intención alguna de irse de allí. Por más pobre y abandonado que estuviera, ese era su pueblo, y eso le había inculcado a su hijo y, ahora, a su nieto.

Su hijo había muerto hace muchos años atrás junto a su esposa y su nuera, producto de un brote de viruela que se había llevado a mucha gente en esa época. El pueblo solo tenía a un médico que no podía darse abasto y solo pudo salvar a unos pocos.

Don Maurice no lo culpaba, el pobre médico había hecho todo lo que había podido con sus limitados recursos, pero aun así, todavía le dolía haber perdido a su hijo, su nuera y su esposa.

Felizmente no lo habían dejado solo, ahora contaba con la compañía de su hermoso nieto, Ian. Don Maurice lo había criado y educado con buenos modales, algo de que muy pocos jóvenes de ese pueblo se podían jactar. Muchos consideraban la pobreza como sinónimo de ignorancia, y eso era algo que Don Maurice detestaba. Muchas veces de había ofrecido como profesor para enseñarles algo a los niños, pero los padres se habían negado, ya que no lo encontraban útil.

Ian, en cambio, leía y escribía muy bien, además era un ávido lector . El dueño de la pequeña librería nunca le cobraba los libros que le prestaba, ya que le tenía muchísimo cariño. Ian le daba alegría a sus días al saber que sus libros eran queridos.

Ian era, sin duda, lo más preciado de ese pueblo, incluso entre broma y broma le llamaban "Ian, el bello". A sus 17 años, era un jovencito culto, amable y muy humilde. Ayudaba a todos los que se lo pedían y enseñaba en secreto a leer y escribir a unos niños. Tenía muchos pretendientes, pero Ian no se fijaba en ninguno. Era muy respetuoso, pero por eso mismo, no le daba ilusiones a nadie. Él se estaba guardando para la persona especial a la cual él le entregaría su amor.

Mientras tanto se encargaba de atender el negocio cuando su abuelo salía de viaje, no demoraba más de 3 días en ir y venir del otro pueblo, pero aun así, Ian se valía muy bien.

Y, tal como su abuelo le había enseñado, amaba a ese pueblo. Ian se esforzaba todos los días por regar las plantas, mantener limpio no solo su negocio sino su calle. Quería ver ese pueblo hermoso, y le encantaba tratar de convencer a todos de mejoralo. Pero la gente estaba desanimaba, se sentían abandonados y no encontraban motivo para esforzarse.

Disney Yaoi: La bella y la bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora