Capítulo 3: En negación...

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  ACLARACIONES! : La bestia es mayor que Ian. Pese a haber sido hechizado con 16 años, el tiempo pasó lento para él. La rosa tenía 10 pétalos que equivalen a 1 año humano cada uno. Los pétalos caen cada 20 años aprox. Para Aras y los demás, el tiempo no ha pasado.
Ahora si, continuemos la historia a86;  

  Ian despertó al escuchar la puerta abrirse. Al principio la luz lo cegó, pero con miedo se encogió, pensando que era la bestia que venía a continuar con él. Un pequeño candelabro se acercó a su cama. Frederic vio al muchacho con los ojos hinchados de tanto llorar. Ian se relajó al verlo.

- Joven Ian, su baño está listo – le dijo el candelabro acercándose a la cama.
- Gracias – respondió, para luego agregar – Frederic...
- Dígame – le respondió servicial.
- Él...él es siempre así? – preguntó mirando el hermoso cielo que se veía a través de la ventana.
- El amo no es malo, joven Ian, él está muy dolido con el mundo. – dijo antes de comenzar a retirarse.

El castaño se levantó con incomodidad y se cubrió con una bata, acomodada al lado de la cama. El baño se encontraba en la misma habitación, así que no tuvo que sufrir mucho para caminar. La tina lo esperaba cubierta de burbujas, las cuales llenaban el lugar de un olor a fresas y menta.

Ian respiró con profundidad y se introdujo en el agua. Estaba perfecta.

Relajó los hombros y se dedicó a pensar con claridad. La bestia lo había violado. Así de crudo era su destino y no había nada que pudiera hacer al respecto. Quiso llorar pero no pudo. Sus ojos parecían haber acabado con todas las lágrimas. Respiró profundo y cerró los ojos. Bueno, había sido violado pero no estaba muerto, lo cual había imaginado que iba a pasar. Además lo había disfrutado ¿no?. Había sido doloroso y brusco, pero algo dentro de él se había removido y hasta había gemido.

Se tapó la cara sonrojada con las manos al recordar lo último. Estaba muy avergonzado. ¿Cómo había podido disfrutar de un acto tan vil? ¿Cómo su cuerpo lo había traicionado a tal punto de casi rogar por más de esa tortura? Sí, había llorado y quería odiar a esa bestia con todo su corazón. Pero también quería entenderlo.
Estaba muy confundido. Se levantó con cuidado y comenzó a secarse. Al salir vio a Aras, ahora que sabía su nombre ya no le decía Pulgoso, tirado en la cama, mirándolo con entusiasmo. Ian lo acaricio y dejó que le lamiera la mano.

Vio acercarse a Frederic sujetando unas ropas.

- El amo ha dispuesto estas ropas para usted – le dijo, dejando estas en un sillón cercano.
- Y mi otra ropa? – preguntó mientras se bestia.
- Esa quedo...inutilizable joven. Pero mi amo ha pedido proporcionarle todo lo necesario para que su estadía sea cómoda.
- ¿Cómoda? – volteó Ian. ¿COMODA? ¿Acaso cómoda significaba que la bestia tenía algún derecho sobre su cuerpo?. Tomo aire y trató de tranquilizarse. El pobre candelabro no tenía la culpa de que amo sea, literalmente, una bestia.
- Sí, quiere que usted esté cómodo. – repitió. – Joven Ian, lo esperamos en el comedor para el desayuno. – y con una reverencia se fue.

Terminó de ponerse las ropas, que le quedaban un poco grandes, y junto Aras bajó a tomar desayuno. Rogó a toda deidad que no se encontrara con la bestia. No tendría ni el valor ni las ganas de enfrentarlo. Aun estaba confundido y no sabía como reaccionar.

La mesa ya se encontraba dispuesta, con deliciosos manjares. Habían cosas que ni en sus sueños había esperado poder comer.

- Come todo lo que te provoque. Estás muy delgado – le dijo una vocecita.

Ian giró buscando la fuente de la voz.

- Estoy aquí abajo! – le dijo.

Miró hacia abajo y vio una tacita mirarlo con diversión. Ian se quedó sorprendido un momento, pero al recuperarse recordó que en ese castillo todo era posible.

- Hola...me llamo Ian – le dijo el joven.
- Hola Ian! Yo soy Tommy y espero que te guste lo que hemos preparado con mi mamá para ti! – le dijo mientras saltaba entre los platos y con su cuerpito de taza movía los objetos. - No sabíamos lo que te gustaba, así que te preparamos de todo! Y si hay algo más que te guste solo debes pedírnoslo! Mira que mi mamá es una gran cocinera! Lo que mejor le sale es...
- Tommy! Deja de atolondrar al joven! – respondió una voz suave pero con autoridad. Ian volteó y vio una tetera avanzar hasta la tacita. Tommy saltó veloz hacia su mamá y se acurrucó con ella. – Disculpa a Tommy, querido, él nunca habla con nadie aparte de nosotros y se emociona demasiado.
- No hay problema. No me molesta – le dijo Ian tomando asiento.
- No seas tímido, pequeño. Ah! Por cierto mi nombre es Anna. Encantada de conocerte!
- El gusto es mio señora!
- No me digas señora! – dijo, provocando las risas de su hijo y de Frederic, que se encontraba sobre una repisa – no soy tan mayor – agregó riéndose avergonzada. – pero come pequeño! En verdad estás muy delgadito! Pero no te preocupes, en mis manos vas a recuperar ese peso muy rápido.
- Muchas gracias Anna. – le dijo antes de ponerse a comer. En verdad estaba delicioso y no quería parecer desagradecido. Así que comió con gusto. – Y...¿él está en el castillo? – se atrevió a preguntar.
- Oh no! El amo gusta de disfrutar las mañana en el jardín. – le respondió Tommy – a veces me deja acompañarlo y me cuenta el nombre de todas las flores y las propiedades de las plantas! También sabe todo del clima, una vez estaba a punto de llover y solo con mirar las nubes lo predijo! Y en las noches me cuenta que..
- Tommy! No atolondres a Ian! – le dijo su madre.
- Lo siento mamá – le dijo apenado.

Ian rió enternecido con la escena. Tommy le recordaba a él mismo con su abuelo. Siempre atolondrándolo con sus aventuras.

- Está bien Anna – le dijo Ian – me gusta que me cuenten cosas.
- En serio? Uf! Entonces tengo muchas cosas que contarte – le dijo Tommy saltando hacia él.

El jovencito disfrutó de la mañana con mucho gusto, pero se preguntó si la bestia no habría querido estar allí por su culpa. "No creo que esté avergonzado por lo que hizo" pensó, "pero entonces, porqué no ha aparecido?".

Ian se dedicó a jugar con Tommy en la cocina. Pese a ser una tacita, era muy divertido y sabía como hacer juegos en los que ambos pudieran participar.

A la hora de almuerzo la bestia apareció. Llevaba una capa borgoña y pantalones. El sillón dispuesto para él en el comedor era grande, ya que su tamaño no le permitía sentarse en una de las sillas normales. Ian estaba nervioso y le costaba mirarlo sin avergonzarse, ya que cada vez que lo hacía recordaba sus propios gemidos. Comieron en silencio casi todo el tiempo.

- Acompáñame, Ian – le dijo al terminar. Esto sorprendió al muchacho, pero lo siguió en silencio. Caminaron hasta una biblioteca en el primer piso, muy cerca de la propia habitación de Ian. Al llegar la bestia cerró la puerta y lo miró. – Esta es la biblioteca, como podrás notar. Puedes disponer de todos los libros...¿Sabes leer no? – le preguntó.
- Sí – le dijo Ian mirando sus manos. La bestia notó el gesto de nerviosismo en el joven y pensó que se debía a lo ocurrido la noche anterior. La culpa lo hizo estremecer pero el orgullo habló por él.
- ¿Qué pasa Ian? Ayer estabas muy valiente y hoy te ves asustado. ¿Acaso ya me tienes miedo? – le preguntó acercándose.
- No te tengo miedo! – gritó Ian mirándolo, pero retirando la mirada al volver a tener los oscuros pensamiento. Retrocedió unos pasos al sentir la cercanía de la bestia – Es solo que...yo...
- ¿Tú, qué? – le dijo cerrando la distancia. Ian era muy tentador y no pudo evitar deslizar una garra por la ropa del joven. Ropa que en antaño había pertenecido a él mismo. Solo pensar que Ian llevaba la ropa interior que él mismo había usado lo hizo endurecerse.
- Yo...- Ian no podía responder. De repente tenía mucho calor y comenzaba a poner nervioso. Sintió una gota de sudo caer por su cuello, detalle que la bestia no pudo evitar notar. El olor de Ian era como una droga, y al estar nervioso el olor aumentaba. Estaba a punto de perder el control.
- Tú..- le dijo la bestia pasando la lengua por su cuello, lamiendo el sudor salado.
- Ahh...- gimió Ian pero se tapó la boca con presteza. La bestia lo miró curioso y decidió hacer algunos experimentos. Podría ser que...

Adam siguió lamiendo y en una rápido movimiento volteó a Ian contra el librero más cercano y se empujó suavemente. Lo suficiente para que el jovencito sintiera su gran dureza sobre la ropa.

- Te gusta Ian? – le pregunto, comenzado a quitar la molesta ropa y lamiendo toda la piel expuesta. Ian se encontraba en una nube de placer.
- No...déjame... - decía sin convicción.
- Seguro? – le dijo, restregándose con más fuerza. Ahora su miembro rozaba con la entrada del castaño.
- Hmmmm...- gimió Ian al sentir eso. Cerró los ojos y empujó un poquito. Pero la bestia lo notó.
- Eso era lo que imaginaba – sentenció comenzando a deshacerse de la ropa, que al quedarle grande, caía sin problemas. – Eres delicioso Ian...maldimente adictivo.

Ian dejó que le quitara la ropa. Moría por sentir más, aunque también tuviese miedo de que le doliera.

- No quiero...que me duela... - le dijo suavecito. Gimió al sentir la garra cogiéndolo para alzarlo y depositarlo con el pecho pegado al respaldo del mueble y apoyado de rodillas y con las piernas abiertas. Se sentía tan expuesto que le daba vergüenza. Esa bestia lo violó el día anterior! Y ahora parecía un cualquiera dejándose hacer. Y no lo podía evitar, quería volver a sentir ese miembro enorme dentro de él.
- No te va a doler...- le dijo terminando de quitarle la camisa y dejarlo desnudo. Lo observó un momento así, sin ropa, expuesto y jadeando. La bestia que lo poseía tomo el control de su cuerpo y se arrojó sobre el pequeño cuerpo.

Lo dejó lleno de saliva y húmedo para luego seguir descendiendo. Cogió las manos de Ian y lo obligó a separar sus nalgas. Ian gimió por el gesto. Tenía una idea de lo que venía, y aunque sentía un poco de asco, estaba ansioso de sentir esa lengua en su entrada.

La bestia se deslizo, lamiendo de una sola pasada el comiendo de las nalgas hasta los testículos. Ian gimoteó y se arqueó un poco más. Además volvió a subir y lamió con presteza toda esa carne rosada y húmeda. Introdujo todo lo que pudo su gran lengua y una vez que lo sintió abierto, lo giró hasta quedar echado en el sillón. La bestia volvió a agacharse y lamerle el pecho, las tetillas y el ombligo. Ian gemía casi sin control y lanzó otro gemido más al sentir como la lengua jugaba con su miembro. Otra vez la sensación electrizante se hacía sentir en su pelvis.

La bestia lo sintió estremecerse con fuerza, y lo soltó para quitarse el pantalón y dejar ver ese gran miembro rosado y pegajoso que se alzaba entre el pelaje. Ian lo miró asombrado, pensando cómo era posible que eso entrara en su cuerpo. Pero una nueva lamida lo distrajo y se dejó hacer.

Sintió el miembro presionar contra su entrada y se relajó. Tomando bocanadas de aire cada vez que se introducía más y más en él. Ian lo sujetó del pecho y gimió al sentirlo totalmente en su interior.

Adam lo penetró con fuerza pero tratando de tocar su punto. Quería ver a Ian venirse, y con esa idea lo siguió embistiendo. El castaño comenzó a respirar con dificultad al sentir el orgasmo llegar. Estrujó con fuerza su pene y dejó que las embestidas y lo llevaran al clímax, manchándose el vientre y sus manos.

La bestia lo sintió apretarse con fuerza y lo miró a los ojos. Esos ojos pardos entrecerrados y mirándolo con placer. Se dejó ir, llenándolo con abundante y espeso líquido, pero esta vez se salió con cuidado, tratando de dejar todo el semen que pudiese dentro del menor. Ian suspiró al seguir sintiéndose lleno y se sorprendió al sentir como una garra sujetaba su mano y la llevaba hacia su ano para que apretara e impidiese salir el líquido.

- Aprieta – le dijo la bestia, pero era tanto que por más que apretaba, el semen se deslizaba entre sus dedos ya que al haber tenido adentro el miembro enorme de la bestia, su ano había quedado extendido.
- Se sale – le dijo Ian. Su cuerpo joven le volvía a jugar pasadas y comenzaba a excitarse. El semen estaba caliente y esa sensación lo estaba matando. La bestia vio como el miembro del joven se iba endureciendo y sonrió, bueno, lo que se podía llamar sonrisa a esa mueca.
- Aprieta más – le dijo acercándose y volviendo a lamer el miembro de Ian – tócate – le dijo.

Ian comenzó a tocarse con su otra mano y la bestia lo hizo levantarse para luego tenderse en el piso y hacer que el joven se sentara sobre su gran rostro. Ian estaba alucinado. Pronto comenzó a entremeterse al notar como la bestia lo hacía dejar de apretar la entrada con su mano y dejar salir el semen. Al hacerlo, la bestia lo lamia y se tragaba todo, al mismo tiempo que lo volvía a penetrar con fuerza, pero esta vez con su lengua.

Adam descargaba mucho en cada orgasmo y se demoraría demasiado en recuperarse, pero si Ian estaba excitado no podía quedarse con las garras cruzadas, se lo volvería a follar con los medios que tuviera. Ian comenzó a moverse encima sin poderlo evitar, eran demasiadas sensaciones, especialmente esa lengua que lo abarcaba casi totalmente y los colmillos que le raspaban con suavidad los muslos. Era simplemente demasiado, y no aguantó mucho antes de correrse con fuerza por segunda vez en esa tarde.

Se levantó temblando y se recostó en el mueble. ¿Cómo había podido volver a caer? Y esto de violación no tenía nada, él lo había consentido todo e incluso había participado. Se sentía terrible. La bestia se levantó y lo miró un rato.

- Eres libre de recorrer toda la primera planta – le dijo mientras se acomodaba el pantalón. Ian se quedó desnudo, mirándolo con lágrimas en los ojos, pero la bestia lo ignoró. – coge cualquier libro que te guste o puedes ir al cuarta de juegos, aunque están algo deteriorados. Pero por ningún motivo vayas al segundo piso. Eso está restringido para ti, ¿me entiendes? – le gruñó.
- Sí, lo entiendo – le dijo con la voz entrecortada. Ian sentía que necesitaba un abrazo y alguien que le dijera que no era un cualquiera por dejarse follar. Lo miró esperando que la bestia se acercara o le hiciera una caricia. Se sentía usado y sucio.
- Perfecto. – y salió sin más, escuchando como el jovencito rompía en llanto. Quiso entrar y decirle que no había sido una simple follada, que nadie nunca le había excitado tanto, que era especial. Pero se calló y se fue sentirse culpable a otro lado.

Ian, dejó de llorar y se juró no volver a hacerlo. Y tampoco volvería a dejarse follar como un cualquiera. Tomó su ropa, se cambio y se fue a tomar un baño, el cual estaba convenientemente dispuesto. Aras a su lado dándole apoyo. Frunció el ceño y suspiró decidido.
No.Se.Volvería.A.Dejar.Follar. Se lo repitió como un mantra mientras se cambiaba y salía a buscar a Tommy para jugar.

Esa noche volvieron a follar. En el comedor.

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