Voces

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Voy a mi casillero, todo se va calmando con el sonido del primer timbre. Los chicos de mi colegio entran a sus respectivas clases. Eso es bueno, así no tengo que lidiar con nadie por el camino. Miro a mi alrededor agarrado de mis libros que tengo en mano, apretándolos.

- ¿No puedes actuar "normal" de vez en cuando? - dice una voz irritante.

- Yo actuo normal, otra cosa es que ellos no lo vean así. - indago.

Al llegar a mi destino, coloco la combinación de la tranca. Lo hago rápido, estoy atrasado para la clase de historia de la señorita Finnegans. Cómo detesto a esa vieja. Saco lo necesario y salgo corriendo a mi curso.

- Le das motivos para que te odie.

- Cállate. No necesito oír a nadie por el momento.

Toca el segundo timbre.Veo que se está por cerrar la puerta, pero con un último esfuerzo consigo agarrarla y abrirla lo suficiente para pasar. Se nota que la bruja no está de buen humor al verme, porque inmediatamente ordena que me siente; añadiendo una llamada de atención a mi ficha por la impertinencia. Creo que aún se reservaba la esperanza de que no entrase.

- Si no hubieses perdido tiempo con Fidus, no tendrias a una vieja enojada mirándote.

- Ni modo que pase tiempo contigo. - hablo mientras me dirijo a mi asiento.

- Sabes que amas estar conmigo.

- No. Amo mantenerte lejos, eso sí. - digo, sentándome y observando el vacío.

- Para tu mala suerte, sólo te sigo por la mañana. - replica, con sarcasmo en la voz.

- Y cuento cada segundo esperando a que te vayas.

No me percato que la Sra. Finnegans estaba rondando por la sala y que se acercaba a mi lugar. Estaba escuchando todo lo que decía. ¿No le enseñaron que es de mala educación interrumpir en las conversaciones de los demás?

-Jovencito, háganos el favor de callarse y saque su material. ¿No obtuvo lo suficiente con su atraso?

Pongo los ojos en blanco. Saco mi cuaderno. A veces me olvido que hay gente que me puede escuchar claro y alto. Sinceramente, debería ser más discreto.

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A la hora del recreo soy libre por fin. Me estaba sofocando estar demasiado tiempo en el mismo ambiente enfermizo. Camino sin un rumbo fijo por el colegio, mirando a todo lugar y a ningún lado al mismo tiempo. Siempre estoy pensando durante estos cortos paseos, la tranquilidad que existe me ayuda a mantener la cordura. Hasta que la paz es interrumpida abruptamente.

- ¿No te cansas de venir y escuchar el mismo sermón día trás día sin que puedas hacer algo?

Lo ignoro. Todos los días son iguales. A determinado rato él me habla, ocupando el lugar dónde suele estar el silencio en estos momentos. A pesar de hacer caso omiso a sus palabras, todas las veces tiene un efecto negativo sobre mí, porque es la verdad cruda y dura.

- Quisiera por lo menos un día que me dejaran en paz; especialmente tú.

- Sabes que no lo deseas. No vivirías sin mí.

- Eso es lo que tú crees. Espero que tu hora se acabe y tengas que irte de una vez.

- Hey. Tengo que aprovechar mi tiempo mientras estoy contigo. Además, quién más va a hacerte la vida imposible? - se ríe

Después de unos cuantos minutos, ya va a terminar el recreo. Vuelvo a mi clase cuando toca el bendito timbre, llegando esta vez a tiempo.

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Después de pasar unas lentas y terribles horas en el colegio, por fin estoy en casa alrededor de las 3. Mis padres trabajan todo el día, así que voy directo a mi cuarto, alzándome una manzana en el camino. La habitación es supuestamente grande, pero el espacio queda reducido por un inmenso ropero en forma de "L" que ocupa dos de las paredes. Mi cama queda enfrente de la puerta y al lado del escritório. La pared a mi derecha está ocupada por posters de mis bandas favoritas de rock. Me dirijo a la mesita y enciendo la PC. Abro el navegador y voy directo a dónde todo tipo de información puede ser encontrada, Google.

Busco historias sobre fantasmas y espíritus. Mis padres dicen que es una pérdida total de tiempo, que nunca me servirá de nada saber algo de esa basura inventada en mi vida. Son del tipo de gente que es muy cuadrada, siempre queriendo encontrarle un sentido a todo, no ven el mundo de una manera mágica como yo lo hago. Aunque talvez sea porque tengo mis razones para hacerlo.

Escucho ladridos desde el patio trasero. Siempre me olvido de alimentar a Fidus. Voy a por su ración y la coloco en su plato rojo de plástico. Cuando me ve se lanza encima mío y me hace caer de modo que toda su comida esta en mi ropa y comienza a lamerme como un condenado. Asqueroso, pero divertido. Me hace cosquillas y no puedo aguantar una carcajada. Ni bien acaba, me levanto y volvemos a mi rincón especial. Me siento en la silla giratória y doy unas cuantas vueltas para pensar qué puedo hacer a ahora. Generalmente, así son mis días. Paso la tarde con Fidus, consulto el sabelotodo por historias que me interesen y leo un libro de vez en cuando. No tengo de qué quejarme.

- ¿En sério te vas a quedar encerrado? Hay gente ahí afuera que podría ser tu amigo. Hay chicas con las que puedes hablar en tu vecindario. Sal de esa silla y mueve ese trasero antes que se aplane por pasar tanto tiempo sentado. - dice Fidus.

- Yo puedo decidir si quiero salir o no. No mandas en mí, ni que fueras mi madre. - digo entre pucheros.

- Sólo pienso que es lo mejor para tí. Deberías saberlo.

-Pues me cansé de pasar todas las tardes escuchando lo mismo una y otra y otra y otra vez.

- Pues si quieres, puedo cambiar mi turno con el de la madrugada.

Lo miro perplejo. No sería capaz, ¿o sí? Prefiero no descubrirlo. Para que no continue reclamando le hago caso y salgo a caminar. Lo bueno de vivir en Detroid en invierno, es que puedes salir completamente vestido en negro sin cocinarte por dentro. Ese color es prácticamente todo lo que tengo en lo que hace respecto a "ropas". Debe ser por eso que la mayoría de las personas no me cree amigable. Maldito. estereotipos.

Voy a un parque que se encuentra a unas 5 cuadras de mi casa para sentarme y aprovechar ese viento helado que llega a mi cara. Observo a mi alrededor; no hay nadie. Me estiro y levanto la mirada hacia el cielo. Hay algo negro entre las nubes. Algo más grande hasta que un cóndor. Nunca supe que existía un animal volador tan grande como ese en estas áreas. Sigo viéndolo por un tiempo y me percato que está rondando encima mío.

¿Será que hay un pequeño conejo por aqui? - Pienso

Ya no hace circulos ahora esta descendiendo. Pero no para reposar en un árbol y descansar entre para cubrirse entre sus hojas. Se está lanzando en picada.

En mi dirección.

Alma PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora