Pluma negra

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Estoy en shock. No sé cómo reaccionar. Siento el miedo que se infiltra lentamente en mi interior, paralizándome a cada segundo que pasa, convirtiendome en piedra, cómo si estuviera bajo la impetuosa mirada de Medusa. La criatura se acerca cada vez más hacía mí. Todo está en cámara lenta, o así lo percibo por lo menos. Veo como el viento mueve el cabello liso y largo que me llega a la cara, moviéndose con serenidad, bailando lentamente delante de mis ojos.

Cuando está a punto de estrellarse, lo único que soy capaz de hacer es cubrirme la cara con mis brazos y cerrar fuertemente mis ojos, esperando que ocurra lo inevitable.
Espero y espero, pero por más que piense que ya morí y deba estar en el cielo, abro mis ojos y veo que todavía estoy en el parque. Me levanto tembloroso del banco y espero ver mi cuerpo aún sentado, para saber si soy un fantasma o no. Para mi suerte, sigo vivo.

Busco algún indicio del ataque, pero lo único que encuentro a mi alrededor es a Fidus. ¿Cómo hizo para salir de casa? Debi dejar la puerta abierta. Lo ignoro y miro a mi alrededor. Nada, completamente solo.

- ¿Qué puede haber sido eso? Ven, Fidus. Ya que estas aqui, tienes que servir para algo. Y si haces un buen trabajo, te llevaré a dar unas vueltas.

Parece que entendió cada palabra, porque cuando apenas cerré la boca, él salió en disparada a través de los arbustos y juegos. Espero por su regreso en pie, mirando por dónde va a salir y llevarme a alguna pista. ¿Será que enloquecí por completo? Puede que sí, ni bien llegue a casa buscaré en mi PC sobre ataques de pájaros gigantes negros. Aunque aquella cosa no se parecía mucho a una ave común. Tenía brazos y piernas de un color gris y lila claro pareciendo una gárgola, pero tenía las alas de un ángel. Grandes y llenas de plumas negras.

No me percato que Fidus volvió hasta que comienza a lamerme la mano. La quito y me la froto en los pantalones. Perro baboso. Ya es la segunda vez en el mismo día. Veo que dejó algo en el suelo.

Es una pluma negra.

Ni bien la alzo, me siento débil, como si algo se estuviera destrozando en mi interior. La suelto inmediatamente y esa sensación desaparece así como llegó. Sé que es de aquella criatura. Se le debió caer cuando vino en mi dirección. Eso significa que no estoy loco!! No voy a pasar el resto de mis días en un manicómio!

- Es hora del paseo - dice Fidus. - Espero que no te hayas olvidado tu parte del trato.

- Yo soy alguien justo, que no se te olvide de la próxima. - digo mientras agarro un palo del piso y lo lanzo lo más lejos que puedo para que corra atrás de él.

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Ya son las 6 de la noche. Tengo unos cuantos minutos antes de que mis padres lleguen. Traje la pluma con la bufanda negra que tenía puesta. No quiero volver a tocarla directamente nunca más, me da escalofríos. Antes de ir a mi cuarto dejo la prenda en la mesa de la cocina y al perro fugitivo en el patio de atrás. Cojo otra manzana y me voy a la PC.

- Las manzanas no te van a mantener vivo por siempre, sabes de eso, no? Sabes que no estoy todo el día y sólo te veo por la noche. Me preocupo por tu salud. Es siempre bueno comer frutas, pero no vivir a base de ellas y...

- Por favor, Itinere. Estoy ocupado con otra cosa, no me vengas con los mismos sermones que me daría mi madre. - reclamo, mirando al vacío de dónde proviene la voz.

- ¿Con quien hablas, cariño? - es mi mamá.

Parece que no la oí entrar. Es tan silenciosa como un fantasma, no sabes dónde encontrarla porque no hace ningun tipo de ruido al caminar. Dejo la fruta en su lugar y voy a la entrada.

- Espero que no sea con los amigos imaginários que tenías a tus 8 años. - Se ríe como si fuera un gran chiste.
Así como la mayoría de las veces, ignoro lo que dice y la saludo.

Alma PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora