Agua

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-Bueno pues ahora que lo dices, la verdad que me gustaría tocar en algún bar o algo, me gustaría compartir mi música-dije un tanto avergonzada.

-¿De verdad?

-Si, aunque no se cómo hacer para no morirme de la vergüenza-confesé.

-Si eres vergonzosa, no podrás hacer nada contra ello, la primera vez que subí a un escenario me quería morir, pero comencé a cantar y empecé a sentir que ese era mi lugar y que nada ni nadie me podía detener. Tendrás vergüenza, pero si tu lugar está ahí arriba, lo sentirás y se te olvidará tu timidez.

-Eso espero-suspiré.

-Si de verdad quieres intentarlo, tengo un amigo que tiene un bar y podría pedirle que te dejase actuar- se ofreció.

-¿De verdad? Me encantaría intentarlo.

-Bueno , pues ahora mismo le llamo.

Cogió el teléfono y marcó el número de quien supuse que era su amigo.

-¡Hola Andrés!- exclamó-quería pedirte un favor. Verás es que tengo una amiga que toca la guitarra y canta precioso ¿te importaría dejarla actuar en tu bar?-cayó durante unos segundos esperando su respuesta-si, si, vale, perfecto, ahí estaremos, muchas gracias, luego nos vemos, un beso.

-Bueno pues ya está, esta noche actuarás en el bar, de nueve a diez.

-¿Ya?¿Y tanto rato? madre mía, me acabo de poner demasiado nerviosa-sentí como el corazón empezaba a amenazar con salirse de mi pecho. Me levanté del sofá y comencé a dar vueltas alrededor del salón.

-Tranquila Vanesa, que todo va a ir bien-comentó un tanto divertida.

-No se qué te hace gracia-protesté.

-Tú nerviosismo, es adorable, te hace parecer adorable.

Me quedé un tanto en shock ¿me acababa de decir que yo era adorable?

-A mi no me parece que sea adorable, es más cuando vomite de los nervios tampoco te lo parecerá a ti.

Se levantó entonces ella también del sofá y vino hasta mí. Me cogió de las manos agarrándolas suavemente para hacerme mirarla a los ojos.

-No pasa nada Vanesa, te he escuchado cantar y eres increíble, se que todo va a ir bien. Yo estaré ahí, escondida en algún rincón apoyándote.

-Gracias-dije perdiéndome en sus ojos.

-Así que ahora vamos a relajarnos un rato hasta que tengamos que irnos-dijo con una sonrisa maliciosa.

-Miedo me das-la pinché.

-¿Yo? pero si solo estaba pensando en meternos un rato a la piscina, hoy que hace bueno y tumbarnos al sol.

-¡No sabía que tenías piscina! A eso si que me apunto. Lo único que no tengo biquini ni nada.

-No te preocupes yo te dejo uno, ven a mi habitación.

No sabía porqué seguía estando nerviosa, pero de una manera completamente diferente.

-Mira este supongo que te valdrá- dijo sacándome de mis pensamientos- tienes más pecho que yo, pero te tapará.

¿Se había fijado en mis pechos? ¿Se había fijado en mi cuerpo? Quería preguntarle un millón de cosas, sin embargo me limité a responder:

-Gracias. 

-De nada, te dejo que te cambies, te espero abajo.

Cerró la puerta tras de si y me dejó sola en su habitación. Me puse el biquini y se notaba que no era mi talla, la parte de abajo me servía, pero iba a tener que ir con cuidado con la parte de arriba, si se me movía un poco se me iba a ver todo. Solo me quedaba rezar para que no pasase nada y no tener que morirme de vergüenza delante de ella.

Vuelvo a verte 《Valú》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora