Vuelve

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Pasaron dos días desde que discutí con Malú, y no se había dignado a hablar conmigo. Sin embargo, por mucho que me doliese, no iba a ser yo quien se disculpase primero. Puede que hubiese reaccionado exageradamente, pero que no confiase en mi, era mucho peor. No iba a ceder.

Me volqué en el trabajo y en la música. En cuanto me volvía del trabajo cogía mi guitarra y componía. Aunque nada me salía. Supongo que sería por la falta de sueño. Sí, no podía dormir.

Hey,ahora te vas
Esto es así

No se puede ganar siempre.
Hey,mi corazon, se queda aquí
tiritando de frio,empapado del rio.

Sentía rara la guitarra nueva, echaba de menos mi guitarra de toda la vida.

Dejemos que el silencio nos destroce poco a poco
Que mañana al despertar ya estemos locos
Por dios, aléjate, no insistas
Ya tocaron las sirenas nuestra huída.

Las sábanas de mi cama se enroscaban en mi cuerpo cada vez que daba una vuelta pensando en ella. Fuera estaba diluviando, el sonido de la lluvia de normal me tranquilizaba, sin embargo esta vez lo único que hacía era recordarme lo cabezota que era, incapaz de ceder, ni siquiera por la persona de la que estaba enamorada.

Unos golpes me distrajeron de mis pensamientos. Seguramente serían los vecinos haciendo ruido, como siempre.

Hoy llevo mas de media hora en mi ventana
llego el invierno
la calle esta mojada
en esta casa la humedad esta cantada

Maldita casa
maldita cama

Aquellos golpes rítmicos volvieron a sonar, más fuerte esta vez. No eran mis vecinos, alguien estaba llamando a mi puerta. Me puse una chaqueta encima del pijama de verano y salí a abrir.

Y ahí estaba ella, en el umbral de la puerta, chorreando agua de lluvia.

Estaba preciosa, pero no iba a sonreír, no iba a rendirme.

-Pues... parece que llueve un poco- dijo con una pequeña sonrisa en la cara.

No pude evitar sonreír ante su comentario; para disimularlo me quité la chaqueta que llevaba y se la ofrecí.

-Gracias.

-Pasa, estás calada.

La dejé en el salón mientras yo fui a mi habitación a coger algo de ropa seca. Cuando volví al salón estaba en frente de la ventana, mirando, aunque dudo que estuviese observando.

-Malú, ponte esto, que te vas a poner mala, date una ducha si quieres.

-Gracias, no tardo.

Mientras se duchaba, me senté en el sofá y comencé a tocar melodías sin sentido sobre las cuerdas de mi guitarra.

Lluvia, suena más fuerte cada vez,

y yo no se qué hacer.

Lluvia, ay va calándome la piel,

hasta llegar a entorpecer,

para empapar mi corazón.

-¿Cuantas almas le vendiste al diablo para poder componer con tanta facilidad?

Me giré y me la encontré, apoyada sobre el marco de la puerta, con mi ropa puesta y el pelo mojado cayendo sobre sus hombros.

-Simplemente canto los pensamientos que tengo. Te he preparado un té caliente para que te temples.

-Gracias- cogió el té y se sentó en el otro sofá que había en el salón.

Se bebió en silencio el té. Me miraba de vez en cuando, pero cuando se encontraba con mis ojos devolvía la mirada hacia el vaso.

-Sí confío en ti-susurró, casi tan bajito que apenas pude oírla.

Sabía cuan grande era su orgullo y cuanto le había costado venir hasta mi casa y disculparse.

-Mario fue la persona más amable, divertida, simpática y agradable que he conocido. Salimos durante 3 años, y yo no podía estar más enamorada de él. Estaba tan enamorada que cada vez que no estábamos en el mismo lugar, me dolía. Y entonces- lágrimas empezaron a brotar de sus ojos- y entonces le atropellaron y se dieron a la fuga.

-Malú, lo siento tanto.

-Déjame acabar, por favor- suplicó- cuando lo fui a ver al hospital estaba lleno de tubos y rodeado de máquinas. Dijeron que tenía muerte cerebral. Solo respiraba gracias a las máquinas. No me oía, no me hablaba, ya ni me recordaba. Creí que iba a morir con él. Sin embargo, gracias a mi familia y mis amigos logré seguir con mi vida. Pero no lo he superado, ni creo que lo supere nunca. Por eso no me gusta hablar de ello. Cada vez que lo hago, siento como si cientos de puñales se clavasen en mi pecho.

Me senté a su lado y le abracé. Le limpié las lágrimas y dejé que enterrase su cabeza en el hueco de mi cuello hasta que se tranquilizó.

-Lo siento Malú, debería haber confiado en ti y no haberte obligado a que me contestases.

-No pasa nada. Te quiero y quiero que me conozcas.

-Yo también te quiero. Vamos a la cama anda.

-¿Quieres que duerma en el sofá?

-Hay sitio suficiente para las dos en mi cama, además es mucho más cómoda.

Sonrió y me siguió hasta mi habitación.

-Vanesa- dijo una vez llevábamos un rato en la cama.

-¿Si, Malú?

-¿Me abrazas?

Me di la vuelta y me acerqué a su cuerpo, me adapté a él. Pasé una mano por encima de su cintura y acomodé mi cara en su cuello. Ella me cogió la mano y entrelazó sus dedos con los míos.

-¿Estamos bien Vane?

-Sí- le di un beso en el hombro y cayó dormida unos instantes después.

Poco rato después yo también me dormí en el olor de su cuello.

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Notaba una mirada sobre mi, poco a poco fui abriendo los ojos y descubrí a Malú observándome.

-Buenos días preciosa, ¿alguna vez te han dicho lo guapa que estás nada más despertarte?

Me acerqué a sus labios y le di un suave pero profundo beso.

-¿Alguna vez te he dicho cuánto te quiero?-dije pegada a su boca.

-Sí, pero quiero que me lo repitas.

-Te quiero-de di un beso en la mejilla- te quiero- esta vez fue en la frente- te quiero- en la nariz- te quiero más que a mi vida- hasta finalmente acabar en sus labios.






Chicxs, lo siento mucho pero voy a estar dos-tres semanas sin ordenador y nl podré subir, en cuanto me lo devuelvan volveré a subir 😊

Vuelvo a verte 《Valú》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora