Capítulo 2

174 29 14
                                    

Decidí que tenía que bajar si o si de peso. No más comida chatarra, no más dulces, no más gaseosas, no más chocolate, nada de lo que acostumbraba a comer. Tenía que tener un cuerpo delgado y lo iba a lograr.

Desperté con la alarma retumbando en mis oídos, vi mi móvil y ya era tarde. Acostumbraba a levantarme a esa hora aunque sabía que llegaría tarde al colegio, pues desayunaba tranquilamente y sin que nadie me apurase. Además, el colegio me quedaba a unas pocas calles y como mi madre entraba a su trabajo en un horario parecido al mío, me dejaba en la entrada.

-¡Mia! - gritó mi mamá para cerciorarse que estuviese despierta.

-¡Ya desperté! - Me levanté y fui a lavarme la cara, parecía un espantapájaros, mi cabello era un desastre y mi cara, algo peor.

Entré a la ducha y comencé a tiritar de frío, el agua salía heladísima. Por suerte nadie me veía haciendo el ridículo en la ducha, dando saltos de escalofrío una y otra vez.

Me vestí y bajé, lo primero que vi fue el desayuno servido en la mesa, jugo de naranja, pan blanco, bollos de crema y medias lunas. En mi casa el desayuno era una comida importantísima, mis papás decían que se debía comer mucho, al parecer yo siempre les hice caso, bueno, a decir verdad en casa siempre se comió mucho, tanto en el almuerzo, cena, fiestas, etcétera, pero no es una excusa para estar gorda, uno sabe cómo medirse.

No veía ni una sola fruta, solo veía masas con muchas calorías y mucha azúcar, idéntica a la que se me fue acumulando durante todos estos años en mis muslos. Sabía si tomaba algo de ahí, incluso solo un pedacito, no pararía hasta sentirme llena, así que no quise mirar más esa mesa y actué.

-Mamá no alcanzaré a desayunar, me tengo que ir ahora, el profesor me advirtió que si seguía llegando tarde tendría que hacer un trabajo más que mis otros compañeros al final del semestre - Mentí, no tenía alternativa.

-Tienes que comer algo, no te puedes ir con el estómago vacío, aunque sea un poquito - Puso sus manos en modo de súplica - Además es muy temprano para irme, si quieres irte ahora tendrás que caminar -Puso cara de enojada, pero rápidamente sonrió.

-Está bien, no me queda muy lejos, llevaré un bollo para comérmelo por el camino - Metí grasa y azúcar en una bolsa de papel, la cerré y la metí a la mochila.

-Bueno, bueno - Dio un gran suspiro de derrota y me movió su mano en modo de "adiós" a lo que yo le respondí de la misma manera, tirándole un beso.

Salí y me dirigí al colegio, empecé a caminar cada vez más rápido para poder perder una que otra caloría. Tenía mi cabeza en el bollo de mi mochila, no sabía si comérmelo o no. No podía fallar tan rápido, así que lo saqué de mi mochila y lo tiré en un basurero que estaba fuera del colegio, me sentí culpable por más mentiras, pero solo sería un tiempo hasta adelgazar lo necesario

Entré a la clase y había llegado justo a la hora, mis amigas me miraron sorprendida.

-Hoy lloverá con más furia que nunca - Dijo Laura soltando una carcajada.

-¡Esto es un milagro! - Gritó Emily, a lo que le respondí con una risa irónica.

-¡Qué pesadas! -Les dije riéndome.

En el transcurso de la hora cambié de posición muchas veces, me sentía incomoda sentada, sentía que se veía todo mi abdomen, que todos miraban mis horribles llantas. Me trataba de tapar con mi sweater pero ni con eso me sentía segura.

-¿Qué pasa? -Me miró Laura, yo la miré sorprendida - Te mueves mucho.

-Es... es que estoy en mis días -Mentí de nuevo, no sabía que excusa darle, no era necesario, pero Laura era un algo curiosa y si no se le daba una respuesta concreta ella seguía con la duda hasta el final del día.

¿Y si las calorías hablan? | Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora