Capítulo 2 "- ¿Quieres que me dé la vuelta?"

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Me desperté alrededor de las ocho de la mañana y me di una ducha rápida, sequé mi cabello y me puse unos jeans negros ajustados, una playera blanca y unos vans a juego, coloque un poco de maquillaje en mi rostro y rímel en mis pestañas. Frank ya me había llamado para bajar a desayunar.

Acomodé de una manera rápida mi cama y bajé las escaleras, olía delicioso. Sobre la mesa se posaban unos platos con Hot Cakes y un licuado de fresa para cada quien.

—Buenos días cielo. — Mi madre tenía una hermosa sonrisa plantada en su rostro y aunque no sabía la razón, me sentí muy feliz.

—Buenos días a todos. — Me acerqué a ella dándole un beso en la mejilla, repetí lo mismo con mi padre y me senté en mi lugar. Estábamos desayunando en silencio, esto sabía realmente delicioso. Se tornaba un ambiente tranquilo, de repente nuestras miradas chocaban y lo único que hacíamos era sonreír.

Después de un rico desayuno mi padre salió a ver los papeles de la mudanza y mi mamá recogía y limpiaba la mesa, mientras yo lavaba la loza.

— Cariño, cuando termines de empacar vamos ir a comprar la despensa. — puse los ojos en blanco y asentí, aunque sabía que no me estaba viendo.

— Yo voy con ella. — Me giré al escuchar la voz de Frank, por un momento olvide que él también estaba ahí. Sus ojos me miraron y le mandé una sonrisa de agradecimiento, todos sabían lo horrible que era ir a comprar con mamá como acompañante.

— Si Amber está de acuerdo... — Dejó de hacer lo que sea que estaba ordenando y me sonrió enseñando sus dientes, le devolví la sonrisa al instante. Guardé la loza en su lugar y salí de la cocina directo a mi habitación.

Cerré la puerta de tras de mí y me recosté en mi cama, estaba pensando en las ventajas que podía tener al mudarnos, casa nueva, escuela nueva, amigas nuevas, chicos nuevos...

¿QUÉ?

NOOO.

NADA DE CHICOS NUEVOS AMBER, SACA ESA IDEA DE TU CABEZA.

Pero... ¿Y si era todo lo contrario?, ¿Qué iba a pasar si entraba el agua de la lluvia por la ventana de mi habitación?, ¿Qué iba a pasar si en la escuela nos esclavizaban de tarea? O ¿Qué pasaría si ni siquiera había profesores?, ¿Qué pasaría si todas las chicas eran arrogantes? O ¿Qué pasaría si los chicos no se limpiaban la nariz?

Estaba preocupada, no tenía ni la menor idea de cómo adaptarme, empecé a sentir nostalgia, extrañaría mi habitación, extrañaría que el aire de Norwich golpeara mi cara cuando iba al parque, o de camino a al colegio, o incluso extrañaría a los desagradables hijos de la señora Green.

Escuché un golpe suave detrás de la puerta, me levanté y giré la perilla, del otro lado se encontraba Frank con su hermoso cabello desacomodado, de su dedo índice colgaban las llaves del auto y él las movía de un lado a otro, me sonrió y yo hice lo mismo.

— Vamos. — Dio media vuelta y comenzó a bajar por las escaleras.

— Iré por mi sudadera.

— Tienes dos minutos. —Corrí hacia mi armario y tomé la primera que vi. La voz de Frank siempre era tranquila, era muy extraño verlo enfadado o gritando, lo que más me admiraba de él era que siempre transmitía paz interna.

Frank manejaba con velocidad un Toyota Prius rojo por las calles de la ciudad, el aire frío golpeaba mis mejillas y mi cabello volaba por fuera de la ventanilla. El centro comercial al que nos dirigíamos estaba a unos treinta minutos, en el interior del auto sonaba una canción de Nirvana, las leyendas que le gustaban a Frank.

Entramos al centro comercial y Frank decidió dividir las compras para que fuera más fácil y nos lleváramos menos tiempo, me tocó buscar los artículos del baño, busqué la sección y escogí los shampoos, caminé al pasillo de atrás para escoger los jabones aromáticos.

Cuando menos me di cuenta ya estaba en el piso, había chocado contra algo muy fuerte, tenía los ojos cerrados y estaba anonada, el golpe me había dolido y las cosas que cargaba entre mis brazos salieron disparadas por todo el suelo, una voz firme me hizo volver.

— ¿Te encuentras bien?

Abrí los ojos y busqué la voz, era un chico muy alto, llevaba vans negros con unos vaqueros desgastados y una playera blanca que se ajustaba perfectamente en su torso, su piel era muy blanca y sus ojos eran muy obscuros, su cabello estaba peinado ligeramente hacia arriba.

— ¿Quieres que me dé la vuelta? — Sus labios formaron una perfecta sonrisa mostrando sus dientes.

OH.POR.DIOS.

¡DI ALGO!

— Yo... Yo... — Él levantó una ceja y la misma sonrisa permanecía en su rostro.

PERFECTO. TE FELICITO AMBER.

El chico soltó una carcajada y se inclinó para recoger mis cosas, se puso de pie y me sentí muy estúpida al darme cuenta que tenía la boca abierta, volvió a sonreír y me tendió la mano, me felicité por haber captado al instante e hice lo mismo con la mía, me levanto de un tirón y me sorprendí al ver que no se esforzó en levantarme, nuestras miradas hicieron conexión y de repente sentí una descarga eléctrica en todo mi cuerpo.

Vamos Amber no seas tonta.

Aparte nuestras miradas y solté mi mano de la suya, sus manos me mostraban mis accesorios de baño y los tome sin pensarlo.

— Gracias. — Me sorprendí al notar que mi voz salió más firme de lo que esperaba.

Se dio la vuelta y comenzó a caminar entre los pasillos, tomé los primeros jabones que vi y lo seguí. Ya lo había perdido así que caminé más rápido, lo buscaba entre los pasillos pero no veía nada, me di la vuelta dándome por vencida y lo vi parado enfrente de mí, con sus brazos cruzados. Abrí mis ojos lo más que pude y un ruido extraño salió de mi boca al ver que me estaba sonriendo.

— ¿Acaso me estabas buscando? — Sentí mis mejillas tornarse de rojo, de un rojo muy intenso, mi corazón estaba acelerado y mi respiración era entre cortada. Comenzó a reír haciendo que sus ojos se vieran pequeños, enseñaba su blanca y perfecta sonrisa, cuando paró de reír hizo contacto visual conmigo.

— Si... Es decir ¡NO!

Dios soy tan tonta.

DILE ALGO RÁPIDO.

— Quiero saber tu nombre. — Logré decir.

POR LO MENOS SE LO HUBIERAS PREGUNTADO. TONTA.

El gesto burlón que tenía en su rostro se esfumó, su mandíbula ahora estaba apretada y me dio una sonrisa forzada, apartó la mirada y comenzó a caminar por detrás de mi.

Me di la vuelta sobre mi lugar y me miró por encima de su hombro, sus labios me lanzaron una sonrisa hermosa y no pude evitar sonreír de vuelta, lo observé hasta que salió del centro comercial y no pude apreciarlo más.

¿QUÉ MIERDA FUE ESO?

  Suspiré muy fuerte y lo único que quedaba por hacer era buscar a Frank.  

DerekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora