Capítulo 2.

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-¿Sigues aquí?- Preguntó una dulce voz. Era su madre.
De tanto pensar y pensar, Leila no se había dado cuenta que había estado en la sala por dos horas, viendo solamente como los foquitos del árbol de Navidad se prendían y se apagaban al son de un villancico.
-Ah, que ya me iba a mi habitación, me quede un poco dormida, mamá.-
-Ya, pero deberías apurarte que hoy es noche buena, querida, y mira el reloj, ya casi dan las 4 con 30 de la tarde, la familia llegará en eso de las 6, ¿recuerdas?
-CARAY.- Expresó.- Lo había olvidado por completo, y ni si quiera me he dado un baño. Deja lo hago, me arreglo y en seguida bajo.-
-Andas algo distraída, ¿pasa algo, Lil?-
-Pasa que hoy es el peor día del año, como cada diciembre.-
-Solo trata de poner buena cara, sé que tus tías y/o abuela no son las mejores personas... Pero son tu familia.- Dijo su madre, acomodándose el cabello detrás de la oreja y sentándose a un lado de Leila al mismo tiempo.
-¿Familia?-Dijo Leila, frunciendo el ceño.- Hicieron que mi papá casi te dejara, mamá y solo porque no eres de este país.- Dijo, levantándose del sillón.-Esa no es mi familia.-
-Ya pasaron siete años de eso, Lil, las cosas cambian.- Dijo la madre cabizbaja.
-Hace un año estuvieron en crisis, les ayudamos con asilo en casa y se robaron los ahorros de Elliott. Se la pasan criticándonos. Paso con ellos.-
-Lil, sabes que...-
-Iré a ducharme, bajo enseguida- Dijo Leila interrumpiendo a su madre y se marchó.
>>PARÉNTESIS<<
Siete años atrás  la vida de la familia Rouco era luz, amor y todo, era perfecta. Pero la familia de aquel padre  (llamado Esteban), no estaba muy a gusto con aquella idea, puesto que Madisson (la esposa de Esteban), era proveniente de México y no de España como Esteban. Hicieron todo por separarlos y lograron hacer que él le fuera infiel a Madisson lo cual, hizo que aquella familia se volviera de "Perfecta" a "Media rota". Elliott y Leila apenas eran unos niños, vivieron y se enteraron de todo lo sucedido; después de eso hubo reconciliación entre aquella pareja, Madisson era la persona más noble que se conocía, pero Esteban se sentía tan culpable y desdichado desde entonces, y comenzó a beber... Ya no pudo dejar lo vicios del alcohol, cigarro, y una que otra cosa para llenar ese vacío. Madisson comenzó a trabajar (ya que no lo hacía antes) para alejar todo aquello de su mente. Y aquellos dos pequeños tuvieron que crecer algo solos, sus padres casi no estaban en casa ya; tuvieron que crecer juntos, cuidando uno de otro, sus padres casi ya no les prestaban atención; tuvieron que crecer algo rotos; sus padres al quebrar ese matrimonio, no se fijaron que también quebraron una familia.
Elliott entonces supo que jamás querría ser como su padre, no sería jamás un hombre frío, seco y llevador por palabras vanas. Él se volvió un chico del cuál se enamorarían por exactamente todo.
Leila, la pequeña Leila... Ella desde entonces supo que jamás dejaría que un hombre la lastimara, si eso pudo hacerle su padre (al que ella admiraba) a su madre, a la que él según amaba con él alma, ¿qué le haría pensar que otro hombre, que no era su padre, no la haría sufrir?
Ella se volvió una chica realista, sin embargo, con la misma frialdad y vacío que su padre.
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Después de arreglarse, Leila bajó de su habitación  y notó que su madre aún no terminaba con las cosas para la cena, y se acercó.
-¿Te ayudo?- Dijo, acercándose lentamente y acomodando una silla del comedor.
-Pensé que nunca lo dirías, te vi de reojo bajando por las escaleras, duraste un buen rato ahí, seguro te lo estabas pensando.- Dijo la madre sonriendo. Leila también sonrío pensando en que la sonrisa de su madre siempre ha sido la más hermosa que ha visto en toda su vida. "Es como ver a un ángel", se decía.
-De acuerdo, chistosita, ¿deseas que te ayude con los platos?-
-Uhm, ya solo falta esto y acomodar los manteles, descuida, hija, yo lo haré; mejor ve a apurar a tu hermano, dile que solo iba a darse una ducha y cambiarse, que no iba a un salón de belleza... Oh, y dile a tu padre que ya se cambie, le dejé su ropa en nuestra habitación, él se encuentra en su oficina.-
-¿Acaso está trabajando... En Nochebuena?
-Al parecer... Ya sabes cómo es él.-
-Qué va. Iré por ellos.- Dijo Leila y se echó a correr.
Durante la cena, todos estaban hablando.
Es impresionante todo lo que puedes observar en una cena familiar: sonrisas fingidas, cumplidos hipócritas y comentarios sarcásticos... Oh, y no pueden faltar esas preguntas que siempre te hacen sentir incómodo.
Elliott ignoraba a todos, se la pasaba en su móvil, como siempre, hablando con su adorada novia.
Leila, por otro lado, los miraba a cada uno de ellos, haciendo una gráfica en su mente de quien sería el más hipócrita de su familia en aquella noche.

Tu vida por la mía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora