Capítulo 6.

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Las calles de la ciudad estaban más vacías que la madrugada de ese mismo día, lo más probable: todos despertando, abriendo regalos, desayunando en familia, visitando familia... Todos con su familia.
Aquella chica de cabello alborotado, con un gorro y bufanda guinda incluida, pasaba despistada ante aquello, con un cigarro en su mano pareciendo como si fuese la nube negra en un cielo azul. Iba doblando la esquina de la calle donde vivía y en pocos minutos se encontraba ya en la estación del metro, compró su boleto, andaba de suerte: el Metro apenas iba de salida y logró alcanzarlo. También este iba vacío, tan vacío como las calles del pueblo.

Por fin llegó al centro de la ciudad.

"¿Qué hago ahora? ¿Por qué vine aquí?" Se preguntaba Leila, y es que en realidad no sabia las respuestas para esas cuestiones. Solo sabía que necesitaba salir, así que siguió su camino, pasó juntó a Devlyn, y la verdad no tenía que pasar a fuerza por ahí para llegar al lugar que se le había ocurrido ir, es solo que... Su mente fue atrapada por alguien de cabello chino que le tiró una guitarra encima.
Se dirigía al centro comercial, pero tomó el camino largo, hace mucho tiempo que no pasaba por ahí;
Entonces notó algo familiar:
"Tienda de antigüedades y más variedades BENS, pase usted." Alcanzó a ver Leila, de pronto, entró.
Si, recordaba ese lugar. Hace ciertos años, cuando a Leila apenas se le caían sus primeros dientes de leche, fue a ese mismo sitio, su amado abuelo era su acompañante.
En aquel lugar fue cuando vio un enorme reloj, no se notaba tanto en sí, puesto que lo llegaba a tapar una enorme plasta de Nochebuenas, esa hermosa planta roja de aroma peculiar;
Pero claro que reconoció rápidamente el reloj al volverlo a ver de nuevo ahí, en aquella tienda, tan idéntico como hace 10 años, y cerró los ojos y recordó aquel día, era verano, y...
———
"-En realidad me fascina ese reloj.- Dijo su abuelo.

-Pero abuelito, es un reloj súper enorme, feo y viejo, ¿cómo es posible que te guste?-

-Bueno, a tu abuelita le gusta un hombre que es enorme, feo y viejo, no encuentro la diferencia, pequeña.-

-Pero, tú eres la mejor persona del mundo, abuelito, no eres un reloj.- Dijo Leila entre risas.

-Algún día, algún día tendré un reloj así, tengo una obsesión con los relojes. ¿Recuerdas el cuarto que está al lado de donde dormimos tu abuela y yo, en la casa que está en Del Río?-

-Si, ¿qué pasa con ese cuarto?-

-Bueno, pues tengo una enorme colección de relojes antiguos, tan antiguos como este o más.-

-Qué loco, abuelito, eres algo curioso. ¿Comprarás este para tu colección?-

-Claro, pero será después de tu cumpleaños, hay un regalo pendiente, el tuyo, y prefiero gastar dinero en ti que en mi, pequeña. Anda, vamos al parque, hay muchos charcos de lluvia en cuales hay que saltar.- Dijo el abuelo, y sonrío."
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-¿Te puedo ayudar en algo?- Dijo una voz que hizo que Leila dejara el pasado y volviera a la realidad, al presente, la voz provenía del mostrador, una chica de cabello rubio y gafas se encontraba detrás, y con una sonrisa en su rostro, dijo ahora- ¿Pasa algo, señorita?-

-Ah, no, perdón, es que ese reloj me recordó a una persona muy querida.-

-Lleva aquí años, la dueña de esta sucursal dijo que ha estado apartado aquí desde hace muchísimo tiempo, parece que me dijo que el señor...-
No había terminado de hablar cuando Leila la interrumpió, diciendo:

-Que el señor falleció. Lo sé.- Habló Leila con la voz quebrada.

-Am, si. ¿Lo conocías?-

-Lo conocía, era mi abuelo. ¿Sabes cuánto quedó a deber?-

-Lo siento por ti. Y claro, deja checo...
Quedó a deber solamente 5 euros.-

>>Justamente lo que traigo para comer y para el boleto de vuelta a casa.<< Pensó Leila.

-Uhm, está bien. ¿Puedo llevármelo, aunque esté a nombre de mi abuelo y no al mío?-

-Por supuesto que si, Lil.- Dijo una nueva voz proveniente de el fondo de un pasillo.

-Señora Castillo- Dijo sorprendida.- Hola, ¡tenía años sin verla!-Dijo, y le abrazó, dándole un beso en la mejilla al mismo tiempo.

-¿Leila?-Dijo la rubia que se encontraba en el mostrador. -¿De verdad eres tú? Como has cambiado, chica! ¿Me recuerdas?-

Leila se quedó atónita. Muchos recuerdos en aquella tienda la atraparon que pensaba que su mente estallaría en cualquier momento.

-Rayos, en verdad no te reconocí, ¿Valeria?-

-Si, la misma Val de hace años. Volví hace unos meses a la ciudad, Dios, extrañaba mi ciudad, Barcelona no se compara a este lugar.-

-Parece que fue ayer cuando las veía a ustedes dos, niñas, jugando al escondite, trepando árboles y pintándose la cara con acuarelas.-

-Discúlpeme por no haberla venido a visitar en estos años que pasaron, Señora Castillo. La verdad es que no me atrevía a venir a estos lugares, cada lugar que visitaba con mi abuelo era fantástico y las calles me hacían recordarlo de tal forma que no aguantaba el recuerdo.-

-Descuida, pequeña, te entiendo, pero vamos, no estés triste; es más, llévate este reloj, no pagues. Este reloj antiguo fue de tu abuelo desde la primera vez que le echo el ojo, me haría sentir mejor que te lo quedaras tú a que se quedara en esta tienda.-

-Pero, Señora Castillo, son 5 euros, y le vendría muy bien ese dinero.-

-Me vino mejor verte de nuevo. Anda, tómalo, que a ti y a tu abuelo les debo todo, las mejores sonrisas y ayuda me las regalaron sin ningún compromiso.-

-Vale, está bien, de verdad le agradezco.-

-Oh, bueno, el trato para dártelo es que vengas más seguido, que claro que extraño tanto tu presencia aquí.-

-Claro, será un placer.- Dijo Leila sonriendo, tomó el reloj, lo metió a su mochila y se despidió de aquellas viejas amistades. Para cómo iba aquel día, después de eso, Leila sintió que todo iba mejorando.
Salió de la tienda y retomó su camino hacia el centro comercial. Faltaban dos calles más, Leila iba pensando en lo que había pasado, realmente estaba feliz, iba caminando a toda prisa sin darse cuenta, pero también, realmente no sabría bien si decir que la suerte de la chica mejoró o empeoró, porque tras ir caminando, se encontró a una vieja amiga más, con la cual, sin querer topó con ella al doblar la esquina.
-¡Auch!-Gritó Leila.

-Perdona, no me fijé.-Dijo la chica, tratándose de levantar y levantar las cosas que había tirado.

-Descuida.-Dijo Leila sonriendo y quitándose el cabello de la cara-Soy algo torpe, yo...-Dijo, y al fin miro a la cara a...- ¿Jackie?-

Tu vida por la mía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora