Diario de Anderson - 2

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24 de Marzo, 1990

¡Es Increíble! No puedo creerlo. Solo han pasado tres meses y el nuevo laboratorio ya está listo. Ahora podré comenzar con las primeras pruebas en humanos. Mi equipo y yo utilizaremos vagabundos. Estoy seguro que a nadie le importará.

7 de Abril, 1990

Esto no marcha bien. Las primeras pruebas con humanos han sido un desastre. Según los informes, el virus madre aniquiló a todos los sujetos de prueba. Es como si hubiera encontrado su alimento favorito. Los cerebros de todos fueron deshechos como si los hubiera sumergido en acido sulfúrico. Es difícil que yo lo diga, pero esta cosa... Este virus... Parece tener una mente propia.

12 de Junio, 1990

No avanzo. Experimentar con vagabundos no me ha llevado a ningún lado. Son sujetos de prueba débiles. Su escaso rendimiento e intelecto es insuficiente para soportar la sobrecarga nutricional que representa el virus madre. Si tan solo pudiera tener acceso a sujetos con el coeficiente intelectual más alto tal vez podría funcionar. ¿Pero dónde podría obtenerlos sin levantar sospechas? Debo pensar en algo rápido o no avanzaré nunca.

19 de Junio, 1990

Hoy hablé con Martin acerca de los nuevos requerimientos. Lo primero que noté fue su mirada de inconformidad. Según él, estoy pidiendo demasiado. Pero él no tiene idea de lo difícil que es experimentar con la cepa de un virus de este calibre. Si tan solo él se acercara al laboratorio con más frecuencia como lo hacía antes entonces me entendería. Lo único que ha hecho últimamente es dirigir cómodamente desde detrás de su escritorio ambas compañías. La farmacéutica y la metalúrgica. ¿Quién demonios se cree que es? Me he dado cuenta que más que un socio, el ahora me ve más como un simple empleado del montón. No pienso permitir que esto continúe su marcha. Le demostraré que él no es el único que tiene el derecho de tener el mando en este lugar.

30 de Junio, 1990

¡Maldito Martin! Después de mucho tiempo se ha apersonado el mismo en el laboratorio y lo único que ha dicho es que está inconforme con los pocos resultados obtenidos desde que comenzamos con el desarrollo de "Madre". Su avaricia lo ciega. Lo único que a él le interesa son las remuneraciones económicas como a cualquier otro Northwest. El linaje de esa familia no es más que escoria. Tal vez fue un error haberme aliado con él. Aunque sin la ayuda de todas estas instalaciones probablemente jamás hubiera podido descubrir a "Madre". Por ahora haré lo que él me ha pedido y duplicare los esfuerzos en el equipo. Pero más le vale que se cuide las espaldas a partir de ahora.

12 de Septiembre, 1990

Hace poco he caído en la cuenta de que Gravity Falls se ha ido convirtiendo poco a poco en un lugar donde el turismo parece cobrar cada vez más relevancia. Es extraño. Todo comenzó desde que mi antiguo y chiflado compañero: Stanford Pines; decidió convertir repentinamente su cabaña en un lugar turístico y atractivo para las masas. Tal vez el dinero para continuar con sus investigaciones se le ha agotado y ha tenido que buscar fondos monetarios por otros medios.

Siento un poco de lastima por él. Tiene una inteligencia prodigiosa, pero se dedica a soñar demasiado. Tal vez le hubiera dado un mejor uso a ese cerebro suyo y lo hubiera animado a ser partícipe en mis experimentos. Sin embargo, se ha convertido en un ícono entre los habitantes del pueblo. Su desaparición repentina causaría sospechas entre la población. Será mejor dejar que haga lo que le plazca.

29 de Septiembre, 1990

¡Al fin! ¡Al fin! ¡Al fin lo he conseguido! Finalmente pude ser capaz de encontrar a un sujeto con la capacidad mental adecuada para adaptarse al virus madre sin acabar con el cerebro licuado. Lo más increíble de todo fue que el sujeto de prueba se trata de nada más y nada menos que de un vagabundo. Aunque no uno tan ordinario como el resto de mis conejillos de indias. No sé quién pudo haber sido en su vida pasada, pero los exámenes demostraron que su coeficiente intelectual sobrepasa con creces al del mismísimo Albert Einstein.

Lo encontré hace aproximadamente un mes en el basurero de la ciudad, completamente confundido y desorientado. Le pregunté por su nombre, pero lo único que hizo fue escupir en el sueño y hacer burla de mi nariz. Afortunadamente, él aún conservaba su billetera con su identificación dentro del bolsillo de su overol. Fiddleford McGucket. Ese es su nombre.

¡Bien McGucket! Tú y yo nos vamos a divertir en grande a partir de este momento. ¡Qué comience el juego!

El Juguetero Siniestro [Dipcifica] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora