BATALLA

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Se miraron fijamente, creían que estaban listos para las palabras que estaban a punto de pronunciar, él mordía ligeramente sus labios que cada vez estaban más temblorosos, ella rizaba un mechón de su cabello creando un riso imaginario en su lacia cabellera, ambos compartían esa idea de ser más inteligentes que los demás y sin embargo ahí estaban por instantes evitando la mirada, en otros más dejando escapar un risilla incomoda, dejándose atrapar por largos minutos de silencio, siendo un par de imbéciles si no existía otra palabra para definir tan patética situación. Tal vez resultaba comprensible porque ellos solamente tenían dieciséis años, además su relación resultaba un poco complicada, solo tres meses al año podían estar juntos, bueno al menos por ahora (aunque siempre estaban en contacto con ayuda del internet), ambos ansiaban crecer para extender esa temporalidad, sobre todo ella que no podía despegarse de su historia familiar pero al mirar esa boba cara que tanto quería hacia que valiera la pena esperar por él nueve meses.

Él sujetó su mano, ella no pudo detener el color rojo que inundaba sus mejillas, lo escuchó suspirar profundamente sabía lo que estaba a punto de decir, pero ella no era como todas las demás chicas, no le gustaban las cosas ridículamente cursis, no deseaba al príncipe azul montado en un corcel, no simplemente no era ese tipo de chica, ella sabía que estaba destinada a grandes cosas, sería una digna heredera de su apellido, la mayoría de las personas pensarían que todo eso resultaban ser pensamientos demasiado abrumadores para alguien tan joven pero en su mente era vital ya que ella más que nada deseaba alcanzar el poder.

Ella sujeto fuertemente sus manos, él uso todo su autocontrol para que su excesivo sudor no delatara su emoción, distinguió cierto brillo de malicia en los ojos de su compañera no lo podía negar eso realmente le gustaba, le gustaba que no fingiera o dejara a un lado su natural maldad al final él tampoco era un chico de corazón puro, no él era obsesivo en exceso, había hecho muchas cosas que los chicos de su edad no se atreverían, tampoco quería un princesa cursi que le exigiera todo su tiempo, no, él no estaba dispuesto a sacrificar esas cosas que tanto deseaba, desea ser la persona que continuara el trabajo del hombre que cambio el mundo, él siempre sonreía al escuchar su apellido ya que sabía lo que se encerraba en su potencial, más que nada ansiaba llegar a los límites del conocimiento.

Seguían tomados de la mano, pero aun no eran capaces de pronunciar alguna palabra, ninguno de los dos estaba seguro de como continuar esa situación. Sin que le diera oportunidad de hacer algún movimiento esté la abrazo, en qué instante se había vuelto mucho más alto que ella, quedo envuelta por sus brazos y hundida en su pecho, no deja de sentirse tonta al darse cuenta de cómo le fascinaba su olor, ese olor que poco a poco delataba la anticipada madurez del chico. Su corazón dio un vuelco cuando este intensifico su abrazo, quién pensaba que era, cómo se atrevía a dejar expuesta su fragilidad, no, eso no estaba bien ella no dejaría que él siguiera teniendo el control. Paso sus manos por el cuello del castaño, acerco sus labios hasta la oreja de este y dejo salir un leve suspiro, sintió como se estremeció y no pudo dejar de sonreír, un punto a su favor en esa batalla.

¿Qué había pasado? Lo tomo con la defensa baja, ese pequeño suspiro lo había hecho estremecer, no eso no podía ser, no ella no podía tener el control de esa situación, domino su cuerpo y fingió que aquello no le volvía a provocar nada. Ahora era él quien contratacaría, si no dejaría que lo derrotara con facilidad, eso era algo que siempre estaba presente en su relación, ninguno de los dos estaba dispuesto a dejarse ganar, bueno no al menos sin dar la suficiente pelea. La sujetó con mucho más fuerza, rozo su cuello con un par de dedos dejando expuesto su largo cuello y su pequeña oreja, comenzó a morder delicadamente el lóbulo de la rubia, esta no se pudo contener y dejo escapar un leve gemido, y clavo un poco sus uñas en la cuello de su acompañante, él sonrío, tal vez esta noche ganaría.

TEORÍA DE INGRAVIDEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora