SpaBel (España x Bélgica) + Romano

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6 meses

Emma estaba un poco nerviosa mientras su marido conducía el coche hacia el orfanato.

Ese mismo día les entregarían a su nuevo hijo.

La belga suspiró y volvió a acariciarse las manos. Hace unos años descubrieron que sus óvulos eran infértiles y su deseo de ser madre se había evaporado.

Hasta que su marido le propuso que adoptasen.

Al principio estaba incómoda con ello. Es decir, ¿criar al niño de unos desconocidos? ¡Claro que no!

Pero Antonio insistió mucho, y le dijo que prefería adoptar que alquilar un vientre.

Y así, comenzaron una búsqueda por todos los orfanatos de Italia hasta que dieron con el indicado.

Y ese día le entregarían a su bebé.

― ¿Crees que a Lovi le guste la casa? ―preguntaba Antonio sin despegar los ojos de la carretera, también estaba nervioso.

―Claro que sí, amor. Es solo un bebé, ya se acostumbrará... espero... ―dijo lo último para sí. Eran jóvenes todavía, padres primerizo podría decirse.

Al llegar a la entrada descendieron del coche y lentamente se encaminaron a la recepción. Los recibió el director del orfanato y mandó a una chica húngara a por el niño mientras firmaban los últimos papeles.

―Me alegra que quieran adoptar al bebé ―comentaba el hombre―. No muchos padres jóvenes se atreven con los recién nacidos, pero ustedes son muy valientes.

―Gracias señor... ―decía Emma, ansiosa por la llegada de su hijo.

El español a su lado daba saltitos para tranquilizarse hasta que apareció el bebé en brazos de la voluntaria. Se lo acercaron a la rubia y esta lo recibió con un poco de miedo. ¿Y si lloraba? ¿Sería así toda su infancia?

El pequeño bebé abrió los ojos y se quedó mirando a los nuevos adultos. La rubia era linda, y además olía bastante bien, le daba mucha confianza estar con ella, era bastante cómoda...

... Excepto el idiota que sonreía como bobo, ¿eso era normal en los adultos?

― ¡Mira Emma! ¡Qué lindo! ¡Hola Lovi~!

La chica rio por lo que decía el castaño y Lovino volvió a fruncir el ceño. Sí, era idiota, pero por alguna razón le caía bien.

―Ahora te irás con nosotros a casa, pequeño Lovino... ―susurraba dulcemente la belga al bebé.

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5 años

Muy bien, era de día, los pájaros cantaban, el sol se alzaba por lo alto...

Y él en la cocina tratando de cortar un tomate.

Maldición.

―Tch... ¿cómo lo hacía papá...? ―balbuceaba mientras sus manos regordetas afirmaban con dificultad el fruto rojo.

Era el día del padre y quería hacerle ensalada de tomate a su papá, como lo hacía el español siempre para él.

Estaba muy concentrado que no se percató de la otra figura que aparecía en cocina.

― ¿Qué haces, tomatito? ―preguntó Emma.

Lovino saltó por el susto y se volteó nerviosamente hacia su mamá, desparramando jugo de tomate en el piso.

Uno, dos, tres, ¡shippeamos otra vez! [Hetalia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora