ChiArg (Chile x Argentina)

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Advertencia: Lemon.

Martín sabía que ese día no era normal.

Punto uno: era menudito.

¡Menudito él! ¡ÉL!

¡El ser más grosso de toda la faz de la Tierra!

Obviamente esto era un problema re-serio.

― ¡Cejotas boludo! ―gritó por el teléfono. Ay no, más encima su voz estaba más aguda―. ¡Sos gilipollas, cabrón! ¡Mirá qué pavada hiciste ahora que cuando me desperté no seguía con mi grosso y musculoso cuerpo, che!

Bloody hell, stupid argentinian! ¡Yo no he hecho nada! ¿Entiendes? ¡NA-DA! ―y el inglés colgó antes de recibir respuesta del latino.

Argentina volvió a bufar y se pasó las manos por el cabello, revolviéndolo en desesperación. Odiaba ese cuerpo chiquito y flaquito, se sentía incómodo, estaba acostumbrado a su cuerpo trabajado, y despertar de un día para otro con la complexión de un adolescente no le era muy grato.

―Eh, el Flaco debe de saber algo.

Viajó a la casa de su vecino. Luego de cuatro horas de viaje logró llegar a territorio chileno, se paró frente a la puerta y tocó el timbre. Esperaba que Manuel lograra ayudarlo.

Lo que no se esperó era que le abriera un hombre un tanto corpulento, alto, y que tenía cierto parecido a Chile.

―Oh, disculpáme loco ―dijo tratando de mirar al interior del hogar―. Estoy buscando a un pibecito llamado Manuel, que vive aquí, ¿sabés si está en casa?

El hombre en cuestión le miró con la ceja arqueada y soltó un bufido, casi parecido a una risa. Esto molestó a Martín que le miró ceñudo.

―Che, que no estoy para bromas, boludo. Decime dónde está el pibe si sabés lo que te conviene.

―Martín aweonao', ¡soy yo!

... Tenía que ser mentira.

―No mientas, no sos el Manu... El Manu es más menudo que vos, es tan flaquito que parece rama.

―Luego me desquito... ¡Pero funcionó! ―y "Manuel" lo agarró del brazo y lo entró a la fuerza a la casa.

― ¡Soltáme, boludo! ―gritaba―. ¡Soltáme loco!

El extraño ni caso le hizo, solo lo llevó hasta la habitación de la nación chilena y lo arrojó a la cama.

Martín quedó un poco mareado. Trató de incorporarse para cantarle unas cuantas verdades hasta que vio que este se sacaba la remera, mostrando unas cicatrices muy familiares.

―M-Manu...

―Sí weón, soy yo ―dijo Manuel sonriendo―. Ahora quédate quieto que quiero aprovechar esto.

Y sin que el argentino lo esperase, el de cabello castaño lo besó con fiereza, devorándole la boca con ansiedad.

Y este se dejó llevar. No todos los días tenía al chileno tan entusiasmado.

Y eso le gustaba.

Lentamente llevó sus manos a los hombros del menor y juntó su entrepierna con la del otro mientras sus lenguas se entrelazaban.

Manuel se apegó más al cuerpo del rubio y con una mano libre acarició el bulto creciente bajo los pantalones de su vecino. Con delicadeza le quitó los pantalones y los bóxers que le quedaban un tanto sueltos, liberando así el pene ya erecto y lo ordeñó con destreza mientras mantenía su boca ocupada con la del otro.

Martín soltó un gemido al sentir las tibias manos del castaño y con ansiedad pidió seguir con los besos.

Llegado ya a cierto punto, el chileno se separó de su pareja y se quitó la ropa interior, volviendo a subir a la cama y besando nuevamente a Martín, agarrando a Misiones provocándole orgasmos al dueño del mechón.

―Manuel... ―gimió, abriendo las piernas para que este hiciese su trabajo.

Con cuidado el castaño introdujo uno de sus dedos ya lubricados en el ano de Argentina, moviéndolo suave, dilatando así poco a poco la entrada.

Siguió con los demás dedos hasta que estuvo seguro de estar listo. Subió a sus hombros las piernas del rubio y sin esperar un segundo más introdujo su miembro.

Martín ahogó un grito mientras el castaño terminaba de meter todo su pene hasta topar con su próstata, causando que volviese a gemir y se abrazase con más fuerza al chileno.

Manuel sentía que estaba en el cielo. La semana pasada había soñado con tener a Martín bajo su cuerpo, pero por la diferencia corporal sabía que iba a ser imposible.

Y por ello recurrió a la magia negra, cambiando la complexión de ambos.

Cómo disfrutaría esa semana, oh sí.

Con fuertes embestidas cargó al argentino quien gemía una y otra vez su nombre, y él hacía lo mismo con el del rubio.

Cuando llegaron al clímax, ambos se corrieron soltando un gemido de satisfacción.

Y sin salir de su interior, Manuel abrazó el agotado cuerpo de Martín, besándole la espalda, ronroneando por tan bella sensación.

―... Solo porque sos asombroso te dejaré ir arriba... ―decía medio adormilado el rubio.

―Genial~, porque espero estés listo para otra ronda~.

Y así fue como Argentina pasó la semana más agotadora de su vida.

Y terminó con dolor de cadera durante varios días.

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¡WEÓN, ME MEREZCO EL MEDIO PREMIO! ¡AAAHHHH!

¡ESCRIBÍ ESTA WEÁ CANCERÍGENA EN EL LIVING CON MI MAMÁ AL LADO Y MI HERMANA A MI LADO Y...! ¡AAAARRRGGGHHHH! 

¡Y MI PRIMER LEMON WEÓN! ¡LA WEÁ MATARÁ DE CÁNCER A TODOS!

Ya, pero volviendo a la normalidad, agradezco los votos y comentarios y... espero les guste el lemon(?

Y un Manu seme... ( ͡° ͜ʖ ͡°)

¡Saludos!

Uno, dos, tres, ¡shippeamos otra vez! [Hetalia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora