9. ¿Quién te crees?

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PAO

* Ahí estaba yo, sentada en un banco en el parque al lado de un conejo destructor mutante. Espera Paola, ¿estas soñando? Esto tiene que ser un sueño. Por delante mío pasaban personas, pero... Todas llevaban la misma ropa. Y de repente, pasaron Leo y Sara de la mano delante mío, riéndose mientras me miraban. Yo intentaba gritarles , pero no me salía la voz. Me intentaba levantar, pero mis piernas no me lo permitían ...*

-¡Paola,Paola! ¡Despierta! ¿Qué sueñas hija?¡estabas gritando!-dice mi madre preocupada.

-Nada, con un conejo que daba mal rollo-contesté.

En verdad, el conejo pasó a segundo plano cuando vi a Sara y Leo. Maldita sea.

Les estaba evitando durante el día en mis pensamientos y se tenían que presentar en mis sueños.

El dolor que me estaba provocando esta situación era inevitable.

Manda huevos.

-Hija, duerme un poco que hoy nos vamos a Mirasoles. Son las 4 de la madrugada, a las 8 te despierto para que salgamos.

Asentí con la cabeza.

No me iba a dormir para volver a pensar en ellos, así que opté por leer un ratito y hacer limpieza de fotos en el movil para tener espacio para verano.

En fin.

(...)

-¡Chicas, vamos que si no no llegamos a la hora de cenar!-gritaba Jose.

-Voy-gritaba Laurita.

Convencer a Laura para que no fuésemos con Gabi y Sara fue complicado. Tuve que mentirla / manipularla para que no viniesen.

Egoísta, lo se, pero por una buena causa, supongo.

-¿Lleváis todo no?-dijo mi madre.

-Eso creo-contesté.

Mi madre me sonrió. Bajamos todo y empezamos a meter las cosas en el maletero. Cogí mi bolsa de mano que llevaba mi botella metálica azul, ya que bebía muchísima agua, un paquete de chicles , mi móvil, mis gafas y el estuche con lentillas, así como un cargador de movil portátil para evitar quedarme sin batería y con riesgo al mas absoluto aburrimiento.

-¡Allá vamos!-grito Jose emocionado.

Este hombre debía amar su pueblo o algo.

Llevábamos bastante trayecto recorrido ya , y no había ido del todo mal. Laurita y yo íbamos detrás. Yo le hacia peinados a su pelo rubio que contrastaban a la perfección con sus ojos grises y sus mofletes o cachetes rellenitos. Era demasiado mona.

Mientras, escuchaba música muy alta con mis auriculares, ya que Jose y mi madre escuchaban música del año de la invención de la rueda y por el ímpetu y la energía que ponían al cantarlas parecía que estaban en el concurso de "La Voz".

Vi como Jose empezó a gesticular su boca como si estuviese diciéndonos algo, pero no entendía el qué, debido a que estaba con la música muy alta, así que decidí decir un ¿Qué? , que por la cara de mi madre pude deducir que lo había gritado debido el sonido de mi música.

Nos llaman "Raros"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora