Canción 4: Another

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—Ah~ ¡Salir se siente bien! Puedo sentir la brisa otoñal mecer mis rubios cabellos mientras el sol se pone ante todo el cielo de matices rosa y naranja —dijo en un tono dramático mientras alzaba la parte posterior de su mano a su frente.

—¿Por qué lo dices como si narraras un libro? —preguntó confundido el mayor.

—Ah, no sé —respondió con sarcasmo—, debe ser porque mientras estábamos encerrados solo tenía la opción de leer o espiarlos —explicó, alzando los hombros.

—Ah... ¡¿Qué?! —reaccionó con un cambio de humor rotundo.

—Y soportarte como ahora las 24 horas, encerrada... Qué agonía —exageró arqueando su espalda aún con el mismo gesto de antes—. Ya sé como te sientes, Ryu-kun —miró de reojo al nombrado, que estaba perdido en sus pensamientos.

—Nikami... —gruñó el pelinegro.

Se hizo un breve silencio.

—Síndrome de Estocolmo —toció falsamente la rubia de sonrisa traviesa.

—¡Nikami! —regañó una vez más.

—Ya, ya. Mejor los dejo solos, par de tortolitos —dijo con una mirada pervertida—. Me voy a ver algunas tiendas, nos vemos aquí mismo en un par de horas.

—No te alejes tanto —advirtió su hermano.

—Sí, sí —le restó importancia al asunto mientras arreglaba su atuendo.

La adolescente se despidió con un leve gesto, le guiño el ojo a su "hermanito" mientras señalaba a su acompañante, éste rodó los ojos y ella cruzó la calle.

—Y... ¿A dónde quieres ir, Ryu? —le preguntó al menor, tomando su mano.

—He pensado en un lugar...—respondió mirando al horizonte con una sonrisa, había recordado un momento interesante de su adolescencia—. ¿Quieres volver al lugar de nuestra primera cita?

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—Ah... No sé si pueda hacerlo —dije nerviosamente.

—Solo respira, Shounen —me intentó relajar, obedecí lo que dijo—. Lo haré lentamente...

—¡Wah! D-duele y... Se siente t-tan caliente, parece que me voy a quemar.

—Solo un poco... más.

—Yo... ¡Yoshimi!

Finalizamos, lo habíamos logrado. Él respiraba agitado mientras me sonreía.

—Lo hicimos —susurré.

—Sí... —jadeó—. ¡Y sin ayuda de Toshio! —alzó los brazos.

—¿Alguien mencionó mi nombre? —una voz seria habló detrás de Yoshimi.

—Ah... Jefecito —tembló Yoshimi.

Los ojos acusadores del nombrado llegaron hasta nuestra creación.

—¿Hicieron un trago Inferno solos?

—Bueno... Tú no estabas y lo pidieron, no queríamos hacerlos esperar, así que lo preparamos.

—Al menos no quemaron todo el lugar con el mechero, eso es un logro —se burló mientras Yoshimi se reía sarcásticamente.

—Bueno... Lo llevaré —interrumpí, llevando el trago a la persona que lo pidió.

Caminé hasta el extremo de la barra, en la última silla, junto al escenario, estaba sentado un hombre con una capucha que le cubría el cabello y no dejaba ver rostro. Estaba con la mirada gacha, observando sus manos juntas, como si planeara algo. Se veía misterioso, hasta daba un poco de miedo, pero un cliente es un cliente.

My Song Reached Your HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora